De regalo para el fin de semana, disfruten del genial Eusebio Poncela y uno de los excelentes diálogos creados por el gran Adolfo Aristarain en su película Martín Hache. Esa frase ha vuelto al ruedo en los últimas días y recordé que durante mucho tiempo fue la mejor excusa para que hombres y mujeres vivieran felices y sin culpas, momentos de pasión con gente a la que algunos impertinentes consideran bagayos (ja!)
sábado, 5 de noviembre de 2011
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