viernes, 17 de noviembre de 2023

Casa de Gobierno llega al balotaje con incertidumbre sobre lo que vendrá

Llega el fin de las especulaciones, las hipótesis y las elucubraciones electorales. El debate previo al balotaje ha quedado en la anécdota, al igual que los anteriores. Lo que todavía resuena es el “por sí o por no Javier…” que Sergio Massa impuso y repetía en un arranque que para los propios fue una estrategia formidable, aunque a los ajenos les causó una sensación negativa ligada a la soberbia y autoritarismo por parte del ministro-candidato, que además iba de banca y no de punto.

Parece que los asesores olvidaron ese principio básico de la comunicación que se refiere a la empatía que el público adquiere ante quien aparece públicamente victimizado.

Los libertarios tampoco vieron con buenos ojos la performance del economista, especialmente en comparación con el rendimiento de Victoria Villarruel frente a quien -pese a casi ya no ejercer el cargo- sigue siendo el jefe de Gabinete de la Nación con despacho en Casa Rosada, Agustín Rossi.

Hablando de Balcarce 50, las ausencias de Alberto Fernández ya forman parte de la cotidianeidad del final de su mandato. En la semana estuvo algunas tardes en su despacho del primer piso, pero sin que se informara nada sobre sus agendas. Lo mismo se repite con sus funcionarios más cercanos. Tampoco circula por la sede gubernamental, la otrora portavoz presidencial Gabriela Cerruti, ni nadie de su equipo de comunicación.

Consultando algunas fuentes cercanas al mandatario, supimos que anduvo con molestos dolores lumbares y de bastante mal humor. Un dirigente que todavía habla con él comentó, un poco a modo de apología y otro tanto en tono de gracia que “Alberto puede haber tenido pesadillas con helicópteros, asambleas legislativas, elecciones anticipadas, y otras tragedias, pero jamás con este destierro berreta al que lo sometieron”.

Antes de apagar el cigarrillo en el suelo de una de las galerías internas de la Rosada, el hombre pensó apesadumbrado y en voz alta: “En serio, sabés lo que debe ser llegar a presidente y terminar así…”.

Sin dudas que el otrora funcionario kirchnerista todavía siente algo de afecto por el ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina. Este periodista acreditado permanente en la sede del Ejecutivo desde 2003 recuerda que ese aprecio no se le notó tanto cuando la Vicepresidenta mandó a sus soldados a presentarle las renuncias para forzar los cambios de Gabinete, que luego de la derrota en las PASO, el mandatario tuvo que acatar.

De un tiempo a esta parte, la actividad del jefe de Estado se vio fuertemente orientada a emisor de mensajes públicos por redes sociales.

El amable político, de esos que se autocalifican “de la vieja guardia”, infirió en esas jornadas aciagas que los hechos dejaban expuestas dos cosas claras. Una, que, para él, la Senadora lo había invitado a dimitir, o inconscientemente a emanciparse. Pero le cuestionó a su colega que no había estado a la altura de las circunstancias.

“Alberto debió aceptar la salida de todos estos camporistas y haber iniciado su gobierno, yo no sé si fue un ingenuo o no tuvo huevos”, analizó en su momento luego de una consulta que le hicimos vía WhatsApp, a pocas horas de los sucesos. Lo contrafáctico guarda siempre un enigma, no saber nunca que podría haber pasado, en este caso, con cualquiera de las dos opciones.

Eso forma ya parte del pasado, aunque está claro que sus efectos siguen jugando un papel importante en la coyuntura actual. El quedarse en el “poder” tuvo sus costos, se llevó a su delfín en materia económica, Martín Guzmán. Que fue claramente boicoteado por Massa, Máximo K y su renovada madrina, Cristina Kirchner.

Así fue que el 3 de agosto de 2022, el tigrense recibió el cargo de “súper” ministro de Economía de manos del propio Fernández, a quien nadie olvida bajando de la tarima del Museo del Bicentenario, terminado el juramento, en la más absoluta de las soledades.

Esa intromisión indirecta del líder del Frente Renovador y la jefa política kirchnerista en la gestión, hoy es leída por varios revisionistas como una suerte de autogolpe que de manera indirecta tomó el control del Poder Ejecutivo Nacional, dejando a Fernández como el habitante de Olivos (y eventualmente de Casa de Gobierno) que podía seguir disfrutando los beneficios de ser presidente, pero sin ninguna posibilidad de tener un lugar en la mesa chica de las definiciones de la administración central. Un hecho inédito en un gobierno democrático.

El cambio de timón sumó, en base a datos oficiales del INDEC, 193% de inflación a los 814% totales que produjo, hasta ahora, la gestión del ex FdT. La titularidad massista en el Palacio de Hacienda incorporó más de 2 millones de pobres a los 18 que ya había en todo el país, entre los cuales 5 están en la indigencia. El dato más difícil de digerir es que 6 de cada 10 chicos está bajo esa temible línea de pobreza.

La última etapa del extenso período electoral tuvo serias complicaciones para el oficialismo, debido al cepo y a un IPC que, pisado artificialmente y todo, no dio respiro en ningún momento, produciendo falta de combustibles, insumos médicos en áreas críticas de la Salud, subas indiscriminadas en los medicamentos -y su consecuente desabastecimiento- e incrementos en todos los rubros del mercado que se sintieron fuerte en el bolsillo de los argentinos.

Los alimentos marcaron la hoja de ruta de las necesidades básicas insatisfechas y por las que se llega a esta segunda vuelta en base a una forzada dicotomía que fogonea a modo de campaña Unión por la Patria, con el objetivo de sacar de la agenda el funesto gerenciamiento financiero de la Argentina: “Democracia o Fascismo”.

Casi toda la Casa de Gobierno comenzó a replicar esa prédica, que impulsada desde el gremio de Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) colmó las paredes, espejos y vidrios del palacio rosado con imágenes que forzaron la “épica” de un Massa obrero, sanmartiniano, o asociado al estilo gráfico de la Europa del este y el peronismo de los ’50.

Los epígrafes que acompañan afiches y carteles rezan, entre otras cosas: “Tenemos con quién, tenemos con qué”; “vote por él”; “Sergio para el futuro”, hasta el simple “Massa 2023” y “Massa Presidente”. De hecho, el viernes a la tarde, desde algunas galerías, se escuchaba el canto que consignaba “¡se siente, se siente, Massa Presidente!”.

Este fenómeno formó parte de la denominada “micromilitancia”, que se embarcó en un costoso esquema de propaganda solventada desde el Estado, y que –por acción u omisión- indujo a una violencia inusitada contra todo aquel que no respaldara al hombre ungido por el peronismo en todas sus vertientes.

La contradicción se verifica cuando se escucha al presidenciable de UP emitir mensajes de tinte conciliador, hablando de amor y de la convocatoria a un gobierno de unidad que cierre la grieta. Parece que los más enfervorizados fanáticos oficialistas iniciaron un peligroso mecanismo de ataque y estigmatización hacia aquel que manifestara el voto en blanco, no asistir a los comicios, o lo peor, expresarse en favor de La Libertad Avanza.

La caza de brujas llegó a la sala de prensa de Casa Rosada, los más papistas que el Papa (y nos referimos a infiltrados entre los periodistas) no escatimaron calificativos negativos para catalogar a quienes sacaban a relucir guarismos objetivos de una crisis que podría potenciarse, más allá de quién se imponga este 19 de noviembre. 

Energúmenos, antiderechos, videlistas, procesistas, antiobreros, gorilas, vendepatrias, apátridas y cipayos, fueron algunos de los epítetos que los acólitos descontrolados del Gobierno emitieron a través de sus redes sociales (la mayoría anónimas, pero fácilmente detectables), o por lo bajo, o a los cuatro vientos para ser escuchados con un fervor que se contrapone al ideario que se promueve desde el poder de turno: “La Patria es el otro” o “El Amor vence al odio”.

Entre denuncias de fraudes (pasados y futuros) de parte de LLA -que no pasaron a mayores- el clima continuó enrareciéndose a horas del domingo. Nada halagüeño fue lo que pronosticaron algunos a la hora de que empiecen a salir los primeros resultados finales desde el centro de cómputos oficial.

El mal ambiente es peligroso y más aún si los cotos comunicacionales estatales no llevan tranquilidad al respecto. La denominada “campaña del miedo” podría formar parte de una estrategia, pero que inevitablemente es a corto plazo, porque el lunes (feriado) y el martes, esta administración, con todas las vicisitudes que atraviesa, debe seguir al frente de la Nación hasta el 10 de diciembre, y Massa ya advirtió que permanecerá como ministro de Economía hasta horas antes de su eventual asunción.


Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (P&M). Más información exclusiva de Balcarce 50 a través de X en @JuamPaPeralta y en IG: @juanpabloperaltaperiodista

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