sábado, 30 de septiembre de 2023

En Casa de Gobierno se habla más de Milei que de Massa, Cristina y Alberto

Al presidente Alberto Fernández ya no le hace falta su equipo de comunicación. Casi no tiene actividades, y además toda la gestión económica, política, social -y de campaña- está siendo totalmente definida por el equipo que rodea a Sergio Massa.

En eventos públicos, quien sigue apareciendo como virtual jefe del búnker del ministro y candidato en la calle Mitre al 300, es Eduardo de Pedro. Aquel “Wadito” que primero fue ninguneado por el Presidente, luego por los gobernadores, y en el final por su propia jefa, que optó por jugar sus porotos al jefe de Hacienda, que todavía fuerza abrazos con el mercedino cada vez que ve fotógrafos cerca.

Sin dudas, la política no termina de ser un gran negocio para aquellos que se sostienen en cargos durante casi todas sus vidas, pero no por eso deja de ser ingrata. El axioma que reza que en esas huestes partidarias, el mejor amigo es aquel que traiciona último, es inobjetable.

De aquel “nunca más me voy a pelear con Cristina” que refrendó un Alberto triunfante 2019, la deslealtad se convirtió en moneda de cambio dentro de las estructuras del ex Frente de Todos. Por eso, y como no pasó nunca, Casa Rosada termina siendo una dependencia sujeta a las definiciones que se toman en la cartera económica, en el Senado de la Nación y en el Instituto Patria.

Pese a la insistencia y a sus permanentes intentos, por ahora la portavoz Gabriela Cerruti no ha conseguido que se le habilite la posibilidad de retornar a sus clásicas conferencias de prensa de los días jueves en Casa Rosada ante los periodistas acreditados permanentes.

Massa y los mandatarios provinciales peronistas no la indultaron después de aquel TikTok donde culpaba a Javier Milei por ser el responsable de los saqueos en diversos puntos del país. Apenas se animó a leer un decreto en el que su jefe le impedía al fallecido Augusto Pinochet Ugarte -y a sus derechohabientes- usar condecoraciones entregadas por gobiernos argentinos presididos por Isabel Martínez Cartas de Perón y el dictador Jorge Rafael Videla.  

No son pocos los que en esta instancia de debilidad de la funcionaria, aprovechan para sacar a relucir sus rencillas con la ex diputada que llegó a ocupar la Secretaría de Comunicación y Prensa de la Presidencia en lugar de esos amigos inseparables en la vida y en los negocios. Nos referimos a Juan Pablo Biondi y Juan Ross, el último de los mohicanos en el fino arte de la recaudación, que todavía desarrolla desde la secretaría de Medios de Comunicación Pública. Escenario de viejos litigios con Francisco “Pancho” Meritello que concluyeron con las divergencias insalvables entre Víctor Santa María (SUTERH) y el albertismo en declive post primarias 2021.

Esta semana, el tácito jefe de Estado hizo recorridas por viviendas, el Servicio Meteorológico Nacional, inauguraciones de tramos de ruta y reuniones protocolares. La única aparición que le devolvió a él y a su troupe alguna sonrisa, fue la invitación cursada -en particular por Malena Galmarini- a participar en un acto de Massa en Dock Sud, en lo que se informó que fue “la puesta en marcha de la planta de pretratamiento del Sistema Riachuelo”.

Al finalizar el discurso de tinte emocional de la titular de AySA, siguió el del candidato, que punto seguido, no tuvo otra opción que escuchar a Fernández recordándole el momento en el que él renunció a la jefatura de Gabinete (hace 15 años) para ser sucedido por el propio Sergio, quien conforme contó, tras jurar, lo abrazó y le pidió “¡ayudáme hermano!”. Algo que confesó, espera que le vuelva a decir cuando se cumpla su sueño de ponerle la banda presidencial el 10 de diciembre.

De paso, Alberto F. aprovechó la velada para apuntar sus cañones a la vicepresidenta, cuando sin titubeos señaló: “Los que somos compañeros sólo tenemos que ayudarlo (a Massa), no tenemos ni que fiscalizarlo, ni tenemos que cuestionarlo, ¡sólo debemos ayudarlo!”, rugió enardecido.

Una frase que dejó claro el rencor que Fernández guarda con la jefa política kirchnerista. La misma que lo puso en carrera hace cuatro años rumbo al sillón de Rivadavia, y quien más tarde, y a su entender, lo erosionó hasta dejarlo en el reducido papel de un mandatario que no pudo reelegir y que debió abandonar toda aspiración independentista.

Cómo será el apartheid de los Fernández, que los pocos funcionarios que responden al presidente hicieron mutis por el foro con respecto a los datos del INDEC –ya viejos- de la pobreza en los primeros seis meses del año. Números oficiales que describen una Argentina con 40,1 por ciento de pobres (18,4 millones de personas) y 9,3% indigentes (4,3 millones de ciudadanos) que están sumidos en la peor de las miserias.

La única que quiso hacer otra apología al respecto fue Cerruti, pero claro, los discursos de negación a la existencia del hambre que azota al país que hace la vocera se contradicen con los del presidenciable de Unión por la Patria, quien viene manifestando que “no tenemos que tener miedo ni vergüenza de pedir perdón”. A la vez que advierte que descartará a la mayoría de los funcionarios de la actual gestión, en particular a ella. Es decir, que, a diferencia de la última de las defensoras de Fernández -que repite eso del “legado de Alberto”- Massa intenta otro alegato más empático con los que sufren los embates de la administración del FdT, de la que él mismo formó (y forma) parte.

De hecho, fue la propia CFK quien luego de disertar en la Escuela Justicialista Néstor Kirchner sobre “Castas, herencias, derrumbes y futuro”, expresó en referencia a la paupérrima experiencia del Frente: “Yo entiendo porque hubo mucha ilusión, mucha expectativa y no se pudo cumplir, y yo también, en ese sentido, quiero pedirles perdón si no pudimos cumplir”.

Apuntando en esa línea: “Créanme que lo intenté muchas veces, pero… no vale la pena porque en cada momento lo dije, ahora hay que meterle para adelante”. Esa fue otra manera de reforzar las diatribas contra su ex delfín en consonancia con Massa, que, pese a que suba el dólar, el IPC y la estrechez de los ingresos sigue prometiendo que va a ser el presidente que le va a ganar a todo eso.

Casi no hay funcionarios en Balcarce 50, pero sí segundas y terceras líneas que deambulan por los pasillos, patios y galerías con rostros intrincadamente deliberativos. Cada uno tiene en el dispositivo móvil su propia encuesta. Esa en la que deposita la mayoría de sus esperanzas.

“Yo le tengo fe a Sergio”, mencionó un ex antimassista que en su momento defendió a Alberto por los ataques que recibía de Cristina y del propio ministro, pero que hoy retorna a eso de que “hay que ser orgánico”. Se nota un pétreo temor circulando por la Casa. Esa que cada inquilino que llega enuncia como propiedad del pueblo, hasta que la alfombra roja lo envuelve y termina ganando el olvido.

Una colaboradora ministerial aseguró al pasar que “si Milei gana apenas va a poder hacer el cinco por ciento de lo que dice”. Otros más conspiranoicos infieren que el libertario está apadrinado por la casta que declara combatir. 

Entre esos supuestos capitostes no faltan los que nombran a Massa, a Cristina, y otros más obsesos, a Mauricio y Jorge Macri“No tengas la menor duda; ellos invierten en Peluca”, asevera un militante con oficina en el palacio rosado, si bien no logra despejar de su rostro las propias dudas que lo inquietan.

La mayoría de los que todavía habitan la Casa de Gobierno consumen a sendos editorialistas y analistas políticos mediáticos, y no se privan de comentar las ideas que exponen, inclusive desde países lejanos. “Milei es hijo de la casta” o “los jefes de campaña de Javier fueron el FdT y JxC”, balbucean a la vez que dejan entrever que el debate presidencial quizá le dé chances a Sergio ante un posible "brote psicótico" de Javier Milei.

El fenómeno mileísta tiene tantas lecturas y deducciones que en todas sus versiones termina bifurcado en los paredones rosados del palacio gubernamental, para retornar desde las calles sin explicaciones razonables y muchos menos concretas

Todas las especulaciones resultan tan incomprobables como posibles. Lo ciertamente objetivo es que las boletas del líder de la Libertad Avanza estuvieron en los cuartos oscuros de los lugares más recónditos del país. Esos sitios tan adversos -como la provincia de Buenos Aires- donde quien no tenga territorialidad a nivel nacional difícilmente pueda sobrevivir. Se trata de esos sitios donde cualquier outsider no hubiera podido arrimar fiscal alguno.

Si no fueron propias de LLA, esas fiscalizaciones entonces las ejecutaron garantes de otras fuerzas con mayor peso que devolvieron favores o creyeron que era una buena estrategia en las PASO, se atreven a opinar moradores de Balcarce 50.

“¡Eso no va a pasar, olvidáte!”, respondió enfático un dirigente político de una de las organizaciones sociales más grandes del país que visitó la Rosada entre semana, ante la requisitoria basada en esas teorías que le hizo llegar este cronista.

Lo extraño es que el hombre prefirió no contestar al enigma Barrionuevo y sus acólitos. Ese portento que vino a darle una especie de previsibilidad burocrática al “anarcocapitalismo”. Una supuesta estructura inorgánica que hasta hace poco parecía indómitamente imprevisible, y que ahora está en boca de todos como un potencial dispositivo de poder.   

Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (P&M). Más información exclusiva de Balcarce 50 a través de Twitter en @JuamPaPeralta y en IG: @juanpabloperaltaperiodista

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