domingo, 2 de julio de 2023

Casa Rosada se encolumna en el operativo unidad, pero la división sigue latente

 

Todo lo que parecía definido el viernes pasado a la tarde (23/06) se desvaneció a las 20:49, cuando la cuenta oficial de Twitter de Unión por la Patria informaba que Eduardo de Pedro y Daniel Scioli ya no eran precandidatos presidenciales, sino que los consagrados para integrar una fórmula de consenso eran Sergio Massa y Agustín Rossi.

Los libros de historia de cierres de listas en el peronismo sumarán el suceso a otros tantos que también incluyeron traiciones, deslealtades y negociaciones a espaldas de las bases del justicialismo. Quién puso a quién o cuál de todos los protagonistas fue el gran operador de los acontecimientos forman parte de una anécdota, donde los hechos objetivos se mezclan con versiones interesadas por cada uno de los actores.

El día después, los medios contaron las triquiñuelas según qué fuente -en off- se las contó. Por su parte, el lunes mismo, Cristina Kirchner salió a narrar la suya. En la de la Vicepresidenta los malos fueron los integrantes del “albertismo” que pretendieron ir a una interna para forzar que entraran dos de sus fieles en la boleta de diputados. Eso desató desmentidas de los dirigentes apuntados: Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social) y el Canciller Santiago Cafiero, quien habría “mejicaneado” una banca al embajador argentino en Brasil, el conocido “Pichichi”.

El ex jefe de Gabinete ya cuenta en su haber con un hecho parecido cuando le avisó a Felipe Solá que ya no sería ministro de Relaciones Exteriores, y al ser consultado por éste sobre quién ocuparía el cargo, respondió sin que se le moviera un pelo, que él.

El lunes, en Casa Rosada el silencio tomó los despachos, los patios y también las galerías del poder. La Remisería (oficina del Ministerio del Interior), que había sido el epicentro de atención -con visitas de todo tipo hasta la sentencia que bajó a “Wado”- estaba abúlica. En los sectores del Palacio que ocupan los albertistas había demasiado olor a ausencia.

Es que, en grupo, los leales a Fernández, se dieron el gusto de subir al ARG-01 -de 25 millones de dólares que había estrenado Massa y Máximo Kirchner en su costoso viaje a China- en este caso para hacer una visita a Brasil con el fin de celebrar los 200 años de relaciones diplomáticos entre ambos países. Desde allí llegaron las fotos y vídeos de ocasión que hicieron -otra vez- de la comunicación presidencial un mero acontecimiento acotado a las redes sociales y a los memes mediáticos.  

La semana siguió con los ecos de la pelea endógena en el ex Frente de Todos. El martes, Fernández se quedó en Olivos a recibir a Ragnar Udd, titular de BHP Minerals Americas. Una firma dedicada a la extracción de cobre, hierro, carbón y potasa. Por la tarde-noche fue hasta el predio de la Rural a fin de encabezar el cierre de la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO).

Allí se encontró con el ministro de Economía -que cerraba su alocución- y aprovechó para decir al auditorio: "Sergio acaba de hablar y se quería quedar a escucharme, pero tiene que ir a arreglar el problema del Fondo, así que le dije andá que es más importante eso".

El mandatario puso su mano en el hombro del incómodo Massa, mientras -micrófono en mano y en modo descontracturado- delcaró: “Igual hoy ustedes tienen un privilegio, un privilegio importante que es que van a escuchar, ahora en un ratito, la opinión del presidente de los argentino, y acaban de escuchar la opinión del futuro presidente”. Acto seguido, el precandidato de UxP bajó apurado del escenario con una sonrisa que pareció obligada.

Pese al episodio, que claramente forzó el jefe de Estado, los ruidos de la pelea en el oficialismo siguieron in crescendo. Por eso Fernández le pidió a su jefe de Gabinete (y precandidato a vicepresidente) Agustín Rossi, que convocara a una reunión de Gabinete el miércoles a la mañana, que él mismo encabezaría.

El hombre, que desde que asumió en febrero había optado por evitar ese tipo de cónclaves, imitando el estilo de Néstor Kirchner, quien aludía que esos eventos sólo servían para filtrar offs a la prensa- acató la moción y se puso a trabajar junto a la portavocería para hacer de la movida un acontecimiento que simbolizara un nuevo comienzo en unidad.

El material audiovisual que produjeron las lides presidenciales causó el efecto contrario. La imagen en cámara lenta que mostró a Rossi, Massa y Fernández caminando –mientras interpretaban una suerte de franco diálogo en movimiento- por la galería vidriada que conduce al Salón Eva Perón, generó humoradas en la misma Casa de Gobierno. Es que no se podía evitar asociarlo a la apertura de una serie televisiva y a otra película del género ficción.

En la lógica del plató virtual, las usinas de comunicación oficial difundieron también el momento en que -con una música épica de fondo- el trío ingresó a la sala donde los ministros sonrientes los recibieron con envolventes aplausos. Entre los funcionarios que salieron heridos de la trifulca electoral (pero no exánimes) estaban Wado de Pedro, Tolosa Paz y Cafiero.

El resto quedó en manos de Rossi, que terminado el encuentro que duró poco más de una hora, brindó una mini conferencia de prensa en la que dejó hacer tres preguntas. En ese marco, contó que Massa dio detalles sobre las negociaciones con el FMI, al igual que sobre créditos del Banco Mundial por u$s900 millones, y otro de u$s100M más de un fondo saudí. Además señaló que el jefe de Hacienda hizo referencia a un alivio a los contribuyentes del impuesto a las Ganancias.

En respuesta a las consultas periodísticas, el santafecino le apuntó a la oposición de Juntos por el Cambio cuando expresó que: “Le vamos a decir a la dirigencia opositora que estuvo gobernando, que hablaban de bajar la inflación. ¿Por qué no se lo dijeron a Mauricio (Macri) y nos dejaron con el 55%? Si no pareciese que la historia empieza de cero para algunos y a nosotros nos cuentan el pasado, el recontra pasado”, enfatizó.

“Que expliquen por qué gobernaron tan mal. ¿Quién se hace cargo de los cuatro años de Macri, ¿Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich?”, preguntó a los presentes. “Devolvieron un país con endeudamiento y recesión, sin guerra, sin pandemia y sin sequía”, espetó el funcionario al que todos conocen con el seudónimo de “El Chivo”.  

En la rueda periodística, el ministro coordinador tuvo consultas por las disputas que se dan en el propio oficialismo, y en particular por la relación suya -y la de otros kirchneristas- con Massa, a quien él mismo calificó en 2014 de liberal, asociándolo a la figura del ex presidente Macri. 

Recordemos que el cristinismo llegó a acusarlo (y aún muchos lo hacen) de traidor, mientras que el actual ministro y precandidato de UxP les gritaba -desde la vereda de enfrente en ese momento- en sus actos de campaña presidencial de 2015, que iba a meter presos a CFK y a sus acólitos, así como a la vez iba a barrer del Estado a los ñoquis de La Cámpora.

Es cierto que en el pasado tuvimos diferencias con Sergio. Una parte de esas diferencias entendí que quedaron metabolizadas a partir de la constitución del FdT en 2019. Y entendí que habían quedado absolutamente metabolizadas después, cuando todo el arco político apoyó la llegada de Massa al Ministerio de Economía”, argumentó. A la vez que declaró “que a algún que otro compañero” puede no gustarle la conformación de la lista, pero aseguró que valora esas diferencias.

Al atardecer, Alberto Fernández se montó a otro vuelo y se fue a Formosa, a celebrar con su amigo Gildo Insfrán los 68 años de la provincialización de ese territorio que gobierna desde el 10 de diciembre de 1995. No faltaron los festejos por el octavo mandato que retuvo el caudillo peronista el pasado domingo con casi el 70 por ciento de los votos.

Las puestas en escena continuaron el jueves cuando se armó una entrevista entre Scioli y Massa en el Ministerio de Economía, en la que se montó un acting callejero cuando el embajador fue recibido en la puerta del Palacio de Hacienda por el propio Ministro con el propósito de estrecharse en un engorroso abrazo. La justificación fue que se reunían para tratar temas vinculados a la relación bilateral que mantienen Argentina y Brasil.

En esa misma jornada, la portavoz Gabriela Cerruti convocó a las 16 hs a su habitual conferencia de los días jueves. De manera desprolija la misma se pasó a último momento a las 15. La funcionaria arrancó anunciando que el Gobierno pagaría u$s 2700 millones al Fondo Monetario Internacional, pero no en dólares sino en Derechos Especiales de Giro (DEG) y en yuanes de libre disponibilidad.

Una vez que respondió generalidades y desmentidas con respecto a los enfrentamientos intrínsecos en la alianza de gobierno, Política&Medios la consultó por la incompatibilidad que Sergio Massa planteó sobre ser candidato y ministro a la vez -antes de ser ungido en la fórmula de Unidad por la Patria- y en especial, por la que se da al tener a un hombre suyo en el INDEC -nos referimos a Marco Lavagna- midiendo la inflación en plena campaña.

Cerruti respondió que si hay alguna denuncia que hacer contra los datos -que defendió y surgen del organismo oficial- la hagamos. Cuando quisimos sumar información y aclarar las acusaciones que hizo con respecto a que a los periodistas nos encantan los datos negativos del IPC, e intentando aclararle que eso perjudica a los trabajadores y no a los funcionarios, nos cerraron el micrófono. 

Llegada la previa al fin de semana, la intención de continuar mostrando acercamientos entre los integrantes de la dividida coalición que administra el Estado, Scioli se reunió en Balcarce 50 con Alberto Fernández, quien, según dejó trascender el entorno del embajador, fue acusado de traición por el fallido candidato en una charla con Cristina Kirchner.

La entrevista quedó reducida a la postal y a un mensaje oficial que rezó: “El mandatario afirmó que el ‘compromiso institucional de Daniel es muy claro y debemos aprovechar tanto su conocimiento como su capital político’. Además, señaló que los une ‘una amistad de más de 20 años y la búsqueda de una sociedad más justa y democrática’.

El jefe de Estado terminó -con lo que pareció un trámite- y partió rumbo a Santa Fe a participar de una entrega de viviendas junto al gobernador Omar Perotti. Mientras el crepúsculo caía sobre la sede del Poder Ejecutivo, un albertista tardío se sinceró y confesó en la más estricta reserva, demostrando que nada está tranquilo: “Sergio no es un candidato, es un síntoma, o en el mejor de los casos, un espasmo del peronismo en medio de este quilombo”.

El dirigente hizo foco en la necesidad de tener que contar con Juan Grabois para no perder tantos votos en un escenario complejo, donde todo aquel al que se señale como “el gran armador” de estas estrategias electorales, caso Juan Manuel Olmos (vicejefe de Gabinete), podría convertirse rápidamente en un chivo expiatorio de otro eventual fracaso.


Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (PyM). Más información exclusiva de Balcarce 50 a través de Twitter en @JuamPaPeralta y en IG: @juanpabloperaltaperiodista

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