La jornada laboral ha sido al menos desde la época de la Revolución Industrial un tema particularmente sensible y a veces incluso polémico. En el siglo XIX, ciertas fantasías utopistas supusieron que el aparente destino del ser humano de tener que trabajar para vivir (según está simbolizado, por ejemplo, en la condena divina que se lee en el Génesis cuando Adán es expulsado del Paraíso) se vería o revocado o al menos reducido, pues se aventuró que las máquinas y la industrialización de la producción de bienes suplantarían en grado sumo la mano de obra necesaria para la manufactura.
Como sabemos, no fue así, y dichas imaginaciones se quedaron en eso: sueños de ciertos intelectuales que acaso con un exceso de ingenuidad creyeron que el trabajo sirve únicamente al funcionamiento de la economía. Si bien este es su ámbito natural, culturalmente existen otros componentes de la idea del trabajo que lo han vuelto parte casi consustancial de la naturaleza humana. No por nada, aun ahora, cuando la tecnología ha alcanzado un grado avanzado de automatización de numerosas tareas, el ser humano sigue trabajando tanto o más que en épocas previas, y no parece factible que la realidad sea otra.
En ese sentido, cuando alguien propone trabajar menos (como exploramos en este artículo), su idea suele recibirse con suspicacia y a veces con franco escándalo. Una y otra vez, en distintos momentos de la historia, se ha lanzado esta posibilidad de que la jornada laboral se reduzca significativamente, pero por todos lados se levantan voces de alarma previniendo contra tal aberración, como si un cambio mínimo en la duración del trabajo fuera a acarrear las catástrofes más horrorosas.
Ahora el turno de enarbolar esta iniciativa fue de Sanna Marin, joven política que actualmente funge como primera ministra de Finlandia. Durante su campaña por este puesto, Marin consideró una reducción sustancial de la jornada laboral en dicho país escandinavo, para pasar de 5 días (con un promedio de entre 35 y 40 horas de trabajo a la semana, como ocurre en casi todo el mundo) a tan sólo 4 días.
La propuesta fue sin duda muy atractiva, y es posible que el triunfo electoral de Marin se haya debido en parte a esta promesa. Sin embargo, hace unos días el gobierno finlandés se pronunció oficialmente al respecto y aseguró que no hay planes en lo inmediato para implementarla.
Con todo, la idea vuelve al debate. ¿Necesitamos trabajar menos para vivir mejor? Y si esto es así, ¿cuándo será posible? ¿Por qué el ser humano, con toda su creatividad, no ha inventado maneras de fomentar una vida de bienestar y aun de felicidad?
Fuente: Pijamasurf
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