La primera señal apareció el viernes 29 de marzo. Se repitió el lunes siguiente. Y también el miércoles 3, tras el feriado. En los principales bancos del sistema financiero notaron un salto en la demanda de dólares por parte de los pequeños ahorristas. Lo que en la jerga se conoce como "el chiquitaje".
En algunas entidades percibieron que esas compras de billetes verdes se triplicaron. En otras, se llegó a multiplicar por cuatro. La estimación de los banqueros es que durante esas jornadas se expendieron entre u$s80 y u$s100 millones diarios.
No se trata de un monto que pueda, de por sí, provocar un terremoto en el sistema financiero. Al menos, no en el corto plazo, pero claramente se trata de una dinámica si se prolongara en el tiempo tornaría inviable el plan económico de estabilización financiera. En otras palabras, que no alcanzarían los dólares para satisfacer ese nivel de demanda.
La conclusión que sacaron en las entidades financieras refiere a que esa ola de compras fue encabezada por pequeños inversores, quienes -apenas cobrado el sueldo, en la mayoría de los casos con incremento por la entrada en vigencia de los acuerdos paritarios- no dudaron en ingresar al home banking para pasar a dólares una porción de su dinero.
Para los financistas, se trató de una reacción defensiva de quienes, una semana antes, habían sido testigos pasivos de un nuevo salto del tipo de cambio.
El cuadro se completa con una retracción de la oferta. Por ahora, la esperada liquidación de la cosecha de soja no ha dejado de ser una promesa. Los volúmenes de liquidación lucen pequeños, pero la cosecha recién ha comenzado.
"La gente ya se quemó el año pasado. La mayoría perdió con la devaluación. Nadie pensó que el billete verde subiría 100%. Y, ahora, apenas se mueve, los que pueden compran", razona con lógica el director de uno de los bancos líderes de la City porteña.
"Hay de todo: están quienes atesoran porque se les vence un plazo fijo y aquellos que compran ahora especulando con una suba sostenida para vender apenas necesiten el dinero", completa el banquero.
El rápido reflejo de los clientes es monitoreado de cerca en los bancos. Y también desde el BCRA. Tanto, que hay comunicaciones informales, pero regulares, entre las instituciones más grandes y Reconquista 266.
Otro banquero, también con un puesto clave en la casa central de una de las entidades más grandes del país, da algún detalle adicional de lo que percibió en las últimas jornadas. "La gente reacciona al instante. Durante los días que sube el dólar desde temprano, las compras de los pequeños inversores se notan a partir del mediodía", cuenta.
El financista, veterano ya, rememora que, unas décadas atrás, la gente observaba la pizarra de los bancos, para ver si la cotización se movía y recién ahí tomaba una decisión. Desde hace algún tiempo, la velocidad de las decisiones viaja a la velocidad de la luz.
Esa demanda de billetes verdes se canaliza desde dos lugares: las cajas de ahorro y los plazos fijos. Por eso la obsesión del Gobierno por mantener la estabilidad cambiaria: hay una porción del ahorro de los argentinos que es muy sensible a los cambios en la cotización de la divisa estadounidense.
De hecho, puede afirmarse, sin riesgo a la equivocación, que el mercado cambiario argentino es el único caso mundial donde la ley de oferta y demanda se aplica al revés: se exacerban las compras cuando sube el precio.
Esta realidad es la que le da marco a quienes creen que sería prácticamente indetenible una espiral alcista del dólares cuando el "chiquitaje" entra en pánico.
Palpitando la demanda preelectoral
Los distintos escenarios sobre dolarización masiva, en medio de la incertidumbre económica y la campaña electoral, son evaluados periódicamente en los principales bancos y en los despachos oficiales.
Según comentan dos banqueros, tanto ellos como funcionarios del BCRA coinciden en que, en el peor escenario, la dolarización podría trepar en los próximos meses a los u$s15.000 millones.
Ese monto luce optimista, incluso manejable, si se lo compara con algunos ejercicios realizados por respetables consultores del microcentro porteño.
Así y todo, si se diera una demanda de ese volumen -creen en los bancos- el tipo de cambio podría saltar tranquilamente hacia el techo de la "zona de no intervención", que hoy roza los $51.
El gran tema que quita el sueño a los banqueros, y que los obliga a plantearse escenarios casi a diario, refiere a lo que podría suceder con los plazos fijos en pesos.
Coinciden los financistas y las autoridades oficiales que son esas inversiones las que ahora, en medio de la campaña y la incertidumbre, podrían correr al dólar.
De hecho, se trata de la misma búsqueda de refugio que suele verse en la Argentina cada vez que hay elecciones, una carrera que se potencia cuando se define el nombre del próximo Presidente.
Todos en la City recuerdan que, durante 2011, el mismo año que Cristina Kirchner fue reelegida con el 54% de los votos, la dolarización en los meses previos a las elecciones alcanzó la friolera de u$s3.000 millones. Durante 2017, previo a las legislativas, hubo meses con montos similares, que incluso fueron superados el año pasado. Ya sin comicios pero sí con la desconfianza por la crisis.
La ecuación cambió en los últimos meses, una vez que ocurrió la devaluación y se puso en marcha el súper apretón monetario. Los argentinos pasaron a disponer de menos pesos en los bolsillos para comprar dólares. Salvo cuando cobran el sueldo o si cancelan los plazos fijos. Por ahora, y de manera incipiente, se dio algo de la primera opción.
Sin embargo, los banqueros están atentos a lo que pueda suceder con las colocaciones superiores al millón de pesos, que son ahorros de las empresas o bien depósitos de los Fondos Comunes de Inversión (FCI).
Según una estimación de la consultora MacroView (Melconian & Santángelo), de los $777.000 millones de los plazos fijos de más de $1 millón, los individuos poseen $261.000 millones y las empresas, el resto, es decir, unos $516.000 millones.
Sobre la demanda potencial de dólares para los próximos meses se vienen haciendo distintos ejercicios. iProfesional tuvo acceso a una simulación realizada en conjunto por dos bancos líderes del sistema. Les dio que, como máximo, podrían dolarizarse unos u$s15.000 millones hasta las elecciones.
La mayor parte provendría de los grandes inversores locales e internacionales e, inclusive, de aquellos que poseen el dinero en los FCI.
"En los momentos de stress que se dieron en los últimos años, los plazos fijos no cayeron más que el 10%. Ahora suponemos que podría darse una baja de hasta 20% e, incluso, del 25%. Pero así y todo sería manejable", insiste un reconocido director de uno de los bancos líderes, en diálogo con iProfesional.
La economista Marina Dal Poggetto, directora del estudio Eco Go, tiene números más pesimistas. ¿Cuántos pesos se pueden ir al billete verde? En un ejercicio teórico donde el riesgo político escala y se potencia la dolarización de carteras, el total de pesos que podrían ir a buscar activos en esa moneda estaría en torno a los $1,26 billones.
Algo así como u$s30.600 millones al tipo de cambio actual, frente a reservas netas por u$s21.000 millones.
El escenario de Dal Poggetto incluye que el 35% de los plazos fijos podría dolarizarse ($400.000 millones). Y que inversores que tienen en su poder bonos en pesos (en su mayoría Lecap) podrían vender alrededor de $600.000 millones. Este billón de pesos (entre plazos fijos y bonos en pesos) es el que potencialmente podría ir a la divisa si se incrementa la incertidumbre preelectoral.
Algunos banqueros tienen otro punto de vista. Más que a la compra masiva de dólares, a lo que le tienen miedo es a una eventual salida de depósitos en dólares del sistema bancario. "Es la gran preocupación", admite el mismo banquero, que pide resguardo de su identidad.
En la actualidad, los depósitos en dólares del sector privado totalizan u$s30.000 millones. Se mantienen en un nivel próximo al récord. Y los financistas cruzan los dedos para que, a pesar de la campaña, esos billetes se queden donde están.
Fuente: iProfesional
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