Desde aquel Mauricio Macri del viernes, que les comunicaba a sus ministros que habría que acostumbrarse a la volatilidad del dólar -lo cual era una aceptación tácita de la disminución de chances electorales- al Mauricio Macri del lunes, que respiraba por una baja del billete verde, transcurrió apenas un fin de semana. Pero para el Gobierno argentino fue como pasar del desierto a un oasis.
En intensas gestiones realizadas durante esos dos días, el Ejecutivo recibió la señal más esperada en el momento que más se la necesitaba. El Fondo Monetario Internacional hizo mucho más que aprobar un cambio en el acuerdo "stand by" para permitirle al Banco Central la venta de dólares: adoptó una política contra la cual estaba explícitamente en desacuerdo, con el solo objetivo de que Macri lograra paz en la campaña electoral.
Todo el mundo comprendió que para que el FMI tome una medida que contradice sus estatutos y que desaira a su elenco técnico, es necesario que haya venido una orden desde muy arriba. Más concretamente, desde el gobierno estadounidense.
En otras palabras, el cambio comunicado ayer por el Banco Central deja en evidencia que la mayor fortaleza que tiene el Gobierno es la decisión estratégica de las principales potencias en el sentido de sostener el proyecto político macrista.
Se trata de un activo valioso a escasos meses de las elecciones en las que se podría definir la reelección presidencial. O, como la encuestas destacan, el posible regreso de Cristina Kirchner a la Casa Rosada. El mercado lo interpretó así con una baja del dólar y del riesgo país.
Y sin embargo, las dudas no se despejaron del todo. Porque los expertos creen que, a pesar de todo su peso simbólico, el apoyo geopolítico de Donald Trump y el FMI puede no alcanzar ante las flaquezas de una economía en la que la demanda de pesos se derrumba y todavía no se vio lo peor de la dolarización masiva.
En el momento justo
El anuncio de que el Central podría vender incluso en la zona que hasta ahora se conocía como "zona de no intervención" llegó en un momento clave: a escasos minutos del inicio de las operaciones cambiarias, en la cual -en la previa- se percibía como una jornada de elevada volatilidad, como sucedió durante la semana pasada.
La medida del Comité encabezado por Guido Sandleris menciona que "el BCRA podrá realizar ventas de dólares aún si el tipo de cambio se ubicara por debajo de los $51,45, cuyo monto y frecuencia dependerán de la dinámica del mercado".
"En segundo lugar, -afirmó el Banco Central- si el tipo de cambio se ubicara por encima de $51,448, el BCRA incrementará de 150 a 250 millones de dólares el monto de la venta diaria estipulada hasta ahora".
La clave del anuncio fue que implicó un nuevo giro en la estrategia para intentar la calma cambiaria. Acaso, ésta sea la modificación más relevante de las realizadas hasta ahora al programa acordado con el Fondo Monetario.
Básicamente porque se trata de modificaciones que hasta ahora eran resistidos por el "Board" (Directorio) del FMI, con Christine Lagarde a la cabeza. El mandato del organismo -y así lo establece su estatuto- radica en que sus préstamos no pueden utilizarse para realizar intervenciones en el mercado cambiario, que terminen incidiendo en el precio del dólar.
También este anuncio resulta clave por el contexto en el que se realiza. La cotización del billete verde venía encumbrándose a pasos acelerados, y no eran pocos en los bancos de la City que estimaban que esta misma semana llegaría al techo de la banda.
Que el FMI haya aceptado que el Gobierno argentino realice intervenciones para evitar la volatilidad cambiaria se convierte en un dato categórico -uno más- del notable respaldo internacional que conserva Macri. En especial de parte de Donald Trump.
Lo cierto es que el director estadounidense en el Fondo -David Lipton- venía siendo de la idea de que el BCRA recién pudiera intervenir una vez superado el techo de $51,45.
Vía Twitter, el portavoz del organismo, Gerry Rice, respaldó la decisión: "Apoyamos estas medidas, que están adecuadamente calibradas para los desafíos que enfrenta la Argentina".
Voceros oficiales admitieron, en diálogo con iProfesional, que los tiempos se adelantaron. Que la difusión de últimas encuestas dando triunfadora a Cristina Kirchner en el balotaje, junto con la publicación de un libro autobiográfico, que fue un claro indicador de que CFK será finalmente candidata, metió ruidos en los mercados: el "riesgo país" saltó la semana pasada por encima de los 1.000 puntos y el dólar se acomodó en los $47, con una suba de 10% en tan sólo una semana.
En la City tuvieron repercusión declaraciones del fin de semana del analista y consultor político Rosendo Fraga: "Si hoy fueran las elecciones, la ganadora sería Cristina", mencionó.
La pregunta que, hasta anoche, se hacían en la City y en Wall Street refería a si estas intervenciones servirían como un puente hasta las elecciones. Es decir, si el Gobierno lograría, por fin, ganar oxígeno para llegar a esa instancia decisiva con una pax cambiaria.
El primer resultado puede interpretarse como positivo, por el lado del tipo de cambio: el dólar bajó $1,70 y cerró en $45,30 en el Banco Nación. Los bonos, sobre todo los de corto plazo, gozaron de una recuperación. Mientras que la tasa de interés de referencia (Leliq) volvió a escalar: de 71,8% a 73,2% anual, a pesar de la "buena onda".
Por ahora, ni el Banco Central ni el Palacio de Hacienda dieron detalles del nuevo acuerdo. Por lo que pudo establecer iProfesionalde fuentes extraoficiales, el esquema incluiría:
- La disposición de unos u$s17.000 millones (que podrían alcanzar a un techo de u$s24.000 millones dependiendo de la contabilidad que se realice) para intervenir en el mercado cambiario. Se trata de las "reservas propias" del Banco Central. Es decir, si a las reservas "brutas" de u$s71.744 millones se las "limpia" de lo que el Fondo prestó para que la Argentina cumpla con los vencimientos de la deuda.
- Las intervenciones se realizarían mediante subastas sorpresivas, dependiendo de la necesidad del BCRA de equilibrar el mercado cambiario.
- Esas ventas serían por un monto inferior a los u$s250 millones diarios. Ese es el monto máximo para intervenir en caso de que el valor del billete verde supere los $51,45.
- Esta medida excepcional sería acompañada por otras: tasas de interés elevadas, tal como existe ahora, y un tipo de cambio que se mueva, en el mejor de los casos, algo por debajo de la inflación.
Por ahora no se conocen que el Fondo Monetario ni otro organismo internacional haya aprobado o esté próximo a enviar fondos adicionales.
El mercado, a la espera de precisiones
Para analistas de bancos de inversión internacionales y consultoras locales, todavía no está claro si, con esta medida, el Gobierno logró comprar tiempo, a la espera de que se vaya regenerando la confianza. O si, por el contrario, habría que esperar turbulencias para las próximas semanas.
La visión optimista hacía eje en que, por fin, ahora las autoridades tenían "desanudadas las manos para intervenir" y así alejar el peor escenario, de descontrol cambiario. Nada menos que en medio de la campaña presidencial.
Y que la pax cambiaria, además, alejaba el peor escenario, con parte de los depósitos bancarios dolarizándose, una demanda minorista de dólares en ascenso y una retención de granos por parte de los exportadores sojeros.
De hecho, ayer lunes, esas exportadores liquidaron u$s197 millones, monto récord para el año, el doble del promedio de la última semana.
Los más críticos, o -mejor dicho- los menos optimistas planteaban que, aun con el nuevo acuerdo, en los próximos días habrá que monitorear la evolución de algunas variables claves. Obviamente, el primero será el valor del dólar.
De ahora en más, será determinante la evolución, ya que marcará el ritmo de dolarización de la economía. Como dato negativo, vale destacar que el BCRA eliminó de su resumen financiero diario la variación de las Reservas. Y el detalle de las licitaciones cambiarias. Algo que va en contra del espíritu que dejó la crisis México ‘95: que los bancos centrales deben proveer de información al mercado y no retacearla.
En el caso de los depósitos, va en línea con el punto anterior: su evolución es clave para determinar el comportamiento de los ahorristas. Por ahora, lo único que se vio fue un estancamiento de los plazos fijos (leve retroceso en términos reales), pero que no genera incertidumbre adicional.
En lo que respecta al riesgo país, tras tocar los 1.000 puntos, ayer lunes terminó en 940, con una caída del 2,8% respecto del viernes último. Un "riesgo país" en estos niveles marca la desconfianza los inversores en el cumplimiento de los pagos de la deuda por parte del país.
Otra variable clave serán el contexto externo: como se pudo apreciar a lo largo de esta crisis, el escenario internacional resulta clave para explicar la dinámica.
Fuente: iProfesional
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