Agentes de inteligencia, policías, autos blindados, cámaras de seguridad, aeropuertos cerrados, radares, lanchas rápidas surcando el río, helicópteros sobrevolando la Ciudad y jueces con el teléfono abierto las 24 horas. Esos serán algunos de los recursos de los que dispondrá el Gobierno para la cumbre del G20, que entre el próximo 30 de noviembre al 1° de diciembre convertirá el paisaje urbano en una fortaleza sitiada por aire, mar y tierra.
Para Macri, el evento será una situación excepcional: le servirá para pelear el título de líder regional y revalidar el compromiso de encarar su demorada agenda de reformas económicas. Hacia adentro, apuntará a disuadir las protestas que amenazan con calentar el clima previo a diciembre, mediante un operativo de seguridad inédito con más de 20.000 efectivos y las fuerzas armadas vigilando el espacio aéreo sin participar de la seguridad interior, según aseguraron a iProfesional fuentes militares.
Bajo la premisa de desarrollar un G20 "austero”, el Gobierno realizó dos licitaciones para cubrir los gastos por un total de casi $1.500 millones. El primer contrato, de $437 millones, fue destinado a las 55 reuniones de los grupos de afinidad y representantes ministeriales realizadas entre el año pasado y 2018. El segundo, concretado el del 4 de mayo pasado, contempló $750 millones a la organización de la cumbre, aunque el último 8 de octubre se amplió un 35%, con fondos adicionales por $262 millones.
El objetivo es garantizar la logística y la seguridad a las delegaciones de 19 países que participarán del evento en Argentina, a cargo de la presidencia del grupo de países. En el predio de Costa Salguero, que será sede del evento, Mauricio Macri recibirá a los mandatarios más poderosos del planeta, como Donald Trump (Estados Unidos), Angela Merkel (Alemania), Emmanuelle Makron (Francia), Vladimir Putin (Rusia), Xi Jinping (China) y Michel Temer (Brasil), quien será acompañado por el presidente electo Jair Bolsonaro.
El escenario previsto es de fuertes manifestaciones como las de junio del año pasado en Hamburgo, Alemania, en donde se realizó la última cumbre. Con el fin de interiorizarse más, el secretario de Seguridad Eugenio Burzaco, visitó ese país para obtener información sobre los grupos que protagonizaron en la ciudad germana violentos enfrentamientos con la policía, que terminaron con destrozos, allanamientos y detenciones a lo largo y ancho de Europa.
“Hubo protestas, va a haber protestas, y muchos líderes sociales y sindicales anunciaron protestas; el tema es que no rompan nada”, explicaron a iProfesional fuentes de la Unidad del G20, el área encargada de la organización a cargo de Hernán Lombardi. El despliegue en marcha ya generó la reacción de organismos de derechos humanos como el CELS y Correpi, que ven en la política de seguridad señales preocupantes de "militarización" de la seguridad interior, junto con la "criminalización" de la protesta social.
Además de los grupos anarquistas y “globalifóbicos”, entre los que se encuentran “Cierren el G20”, “Bienvenidos al infierno” y “Bloque Negro” (Black Bloc), la mira de las autoridades estará puesta sobre los movimientos sociales, los partidos de izquierda y los sectores duros de la CGT, que exigen un paro general de 36 horas para el 27 de noviembre en la antesala del G20.
La relación con este este arco de organizaciones locales se tensó con la represión a la protesta en rechazo al Presupuesto frente al Congreso, en donde luego de que un ignoto grupo arrojara piedras, las fuerzas de seguridad vaciaron la plaza del Congreso y protagonizaron una cacería por el centro con un saldo de 25 detenidos. Finalmente, al día siguiente, la Ley de leyes fue aprobada y el FMI amplió su préstamo con $5.631 millones adicionales.
Ahora, el Ejecutivo busca evitar incidentes similares el próximo 14 de noviembre cuando el Presupuesto se trate en el Senado, al igual que durante la semana del G20. Con ese fin, el ministro de Producción, Dante Sica, inició conversaciones con el ala dialoguista de la central obrera y empresarios en busca de un acuerdo social. La preocupación oficial llevó a una disputa con la Conmebol para que River y Boca jueguen la final de la Libertadores antes del 28 de noviembre, ya que se necesitan efectivos en los preparativos de la cumbre.
Como parte del amplio operativo de seguridad, el Gobierno dispuso que el 30 sea feriado en la Ciudad y el cierre del aeroparque Jorge Newbery, que entre el jueves 29 de noviembre y el sábado 1 de diciembre será de uso exclusivo para las comitivas oficiales, en tanto que todos los vuelos de cabotaje pasarán al aeropuerto internacional de Ezeiza. Durante esos días también permanecerán cerrados los aeropuertos de El Palomar, Morón y San Fernando.
Gran Hermano
Los hombres de Macri no tienen recuerdo de un evento similar en la Argentina. El antecedente más cercano es la asamblea de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que el año pasado generó un caos de tránsito durante una semana por el cierre de calles y estaciones del subte. Pero la cumbre tendrá una dimensión superior, con la convocatoria de 10.000 personas, entre líderes, funcionarios, custodios y periodistas, y un operativo de seguridad sin precedentes.
Del mismo participarán las cuatro fuerzas federales (Gendarmería, Policía de Seguridad Aeronáutica, Prefectura y Policía Federal) junto con policía de la provincia de Buenos Aires y la de la Ciudad, con una brigada de respuesta rápida. Agentes y funcionarios de Seguridad, Cancillería, Defensa, Modernización y el Poder Judicial asistieron a más de 10 cursos sobre organización, custodia, inteligencia y ciberseguridad en Australia, China, Francia, Israel, Estados Unidos y Reino Unido.
Todo ese dispositivo de seguridad estará a cargo del comando unificado, una suerte de "Gran Hermano" dirigido por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien durante esos días será “los ojos de Macri”.
A través de las pantallas conectadas las 24 horas, la funcionaria tendrá acceso a las cámaras de toda la Ciudad, los municipios bonaerenses y recogerá información del evento y sus alrededores, mientras estará en contacto permanente con la “pata judicial”, los jueces y fiscales federales que estarán preparados para actuar ante cualquier inconveniente.
En simultáneo, la Fuerza Aérea tendrá a su cargo la supervisión del espacio aéreo, que desde los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, es considerado un objetivo potencial de ataque. Su función será la de disuasión por medio de radares, misiles y una flota de 20 aviones de combate, integrada por A4Skyhawk, Super Etendard y el Pampa, de fabricación nacional.
Por otra parte, tal como adelantó semanas atrás iProfesional, la Fuerza Aérea también podrá disponer de personal capacitado en los aeropuertos de todo el país para evitar la interrupción de los servicios. Las medidas apuntan a estar preparados ante una posible "amenaza de bomba o a la seguridad". Al despliegue militar, habrá que sumar el fuerte equipamiento de guerra con el que contarán Trump, Putin y Xi Jinping. En su última visita, Barack Obama vino custodiado por seis helicópteros de guerra Blackhawk.
En cuanto al control de la calle, una de las lecciones que dejó Hamburgo, en donde fueron detenidas 400 personas, fue la identificación por parte de las autoridades de “un nuevo nivel de violencia”, superior al de otras protestas antiglobalización y aparentemente con meses de preparación.
En sintonía con la hipótesis alemana, Bullrich cree que los recientes incidentes en Congreso -donde aparecieron sospechosos volquetes repletos de piedras el día previo a la sesión- fueron parte de una gimnasia preparatoria protagonizada por un supuesto complot turco-madurista-anarco-trosko-kirchnerista-villero, que hasta ahora no pudo ser probado.
Para limitar posibles desmanes, el plan oficial es que haya una especie de “protestódromo”, una zona delimitada dentro de la Ciudad en donde estarán habilitadas las manifestaciones “sin violencia” y bien alejado de Costa Salguero.
El predio de 40.000 metros cuadrados fue elegido por su ubicación estratégica: es de difícil acceso y está pegado al río, una vía posible de escape. Para llegar al perímetro, habrá que sortear tres anillos de seguridad y solo estarán habilitados vehículos oficiales. “No vamos a permitir caras tapadas, ni mochilas con piedras”, dijo la ministra en los últimos días.
El centro de prensa funcionará en Parque Norte y estará preparado para recibir unos 2.500 periodistas de medios, incluidos agentes encubiertos, según fuentes cercanas a la organización. El uso de dicho espacio fue fruto de las gestiones del titular del sindicato de Comercio, Armando Cavalieri, quien intercedió para cancelar las reservas hechas con meses de anticipación en los enormes salones del Golden Center, el centro de conferencias que el gremio concesiona a una empresa privada.
La agenda de Macri
La cumbre será el corolario de un ciclo de reuniones iniciadas en 2017 y recomendaciones elaboradas por los siete grupos de afinidad (negocios, mujeres, sindicatos, desarrollo de ideas, sociedad civil, ciencia y juventud) y los ministros de diversas áreas. El último paso será la firma de una declaración final por la que los líderes se comprometerán con una agenda de prioridades: el futuro del trabajo, la seguridad alimentaria, el empoderamiento de las mujeres, la gobernabilidad financiera, libre comercio, energía e infraestructura.
Detrás de bambalinas, de los apretones de mano y de las sonrisas ante los flashes, sin embargo, el encuentro será escenario de los cortocircuitos entre las principales economías del mundo, enfrentadas por las medidas proteccionistas, los coletazos financieros de la suba de tasas en Estados Unidos, y las diferencias sobre cómo lidiar con el cambio climático, entre otros asuntos variados y espinosos.
En esa puja se inscriben la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que pelean por expandir su influencia en América Latina. Uno, mediante su liderazgo en materia de seguridad en las misiones y tratados de cooperación, y el otro, a través de la compra de materias primas y créditos millonarios a obras de infraestructura, entre ellas 16 proyectos en Argentina.
El G20 estará cruzado, además, por las dificultades entre Merkel y Makron para encausar a Trump en una redefinición de la alianza militar trasatlántica (OTAN), la creciente reacción antiinmigratoria de los gobiernos y el giro pro mercado más marcado en la región, con el ascenso de Bolsonaro que opacó el del progresista Manuel López Obrador en México.
En medio de ese fárrago de disputas y tironeos, Macri tendrá su primera reunión con el mandatario electo de Brasil, cuyo equipo ya inició contactos con la Argentina, luego de advertir que ni el país ni el Mercosur eran su prioridad.
El otro punto clave de la agenda oficial será el frente financiero. En pocos días vendrá una nueva misión del FMI a la Argentina para monitorear la economía, que todavía despierta dudas entre los inversores.
El Fondo aprobó la semana pasada la inyección de u$s 5.631 millones, como parte del acuerdo por el que la Argentina recibirá u$s 24.400 millones hasta marzo en tres cuotas. Si bien el Banco Central logró domar al dólar y bajarlo hasta los $37, las tasas en torno al 70% son vistas por los analistas como una bomba de tiempo que agravan la recesión, cuyos efectos suman incertidumbre para las elecciones en 2019.
Fuente: iProfesional
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