El titular del Central sabe que el tipo de cambio no se
puede atrasar. Cree que a partir de julio habrá menos soja-dólares y crecerá la
tensión pre PASO
El dólar dejó de ser la noticia caliente de cada día y
mantiene su "perfil bajo" obtenido a partir del 29 de abril, cuando
el Gobierno logró torcerle el brazo al FMI y su estricta política en el uso de
las divisas para intervenir en momentos de estrés cambiario.
Claro, el mejor clima externo en los mercado y cierta
recuperación en las chances electorales del oficialismo terminaron por
profundizar la caída del dólar en la Argentina: desde el 29A, el tipo de cambio
minorista pasó de $45,60 a los actuales $44,07; mientras que el mayorista
-donde operan los grandes jugadores- fluctuó desde $45,97 a $42,79. La paz que
tanto le costó al Gobierno.
Si bien la tranquilidad de la divisa es funcional a las
aspiraciones oficiales en términos electorales, además de ayudar a la
"desaceleración" de la inflación, que siga tan desacoplada del
aumento de precios no pasa desapercibido por Guido Sandleris, el titular del
Banco Central.
La visión en la entidad es que si bien en el corto plazo la
estrategia fogoneada para planchar el tipo de cambio es acertada (y necesaria),
no puede durar eternamente porque estarían incursionando en el tan temido
"atraso cambiario".
Por eso, admiten en el BCRA que el dólar subirá (esperan que
poco) cuando termine el efecto "soja" que incrementa estacionalmente
la oferta de divisas.
Desde principios de año hasta mayo inclusive, según cifras
de CIARA-CEC, el monto liquidado asciende a u$s8.499 millones, unos u$s800
millones más que en el mismo período del año pasado.
A la menor venta de los sojeros se le sumará la típica
dolarización pre electoral que, si bien en el Central creen que será más
acotada que en otras épocas, igual estará presente.
Claro que en el mundo ideal que sueñan en Reconquista 266,
la depreciación del peso que esperan para ese momento (se habla de julio como
el último mes de abundancia de liquidación) sería por la escalera y controlada.
Léase, no disruptiva.
Es por eso que incluso en el Central confiesan que no verían
mal que el tipo de cambio se deprecie para no seguir perdiendo tanto terreno
contra la inflación.
"Estarían cómodos con una suba gradual del dólar que
acompañe el aumento de los precios", confirmó un banquero que se reunió
con funcionarios de Sandleris en las últimas semanas.
Los funcionarios estiman que la inflación irá a estacionarse
en torno al 2% en los próximos meses y que sería saludable que la divisa, en
lugar se seguir hacia abajo, comience a reaccionar. "No nos vendría mal
ese movimiento", habría dicho el número uno del BCRA en esas charlas.
La cuenta que hacen en organismos oficiales es que si bien
el tipo de cambio es todavía competitivo, tampoco hay que dejar que siga tan
congelado.
Y agregan que el dólar subió 1% en mayo pero el IPC de ese
mes marcó 3,1%. O sea que, en términos reales, la moneda local se fortaleció.
Peor incluso, este mes de junio -si bien no hay datos de
inflación aún-, en las consultoras estiman que la variación terminaría en torno
al 2,7%. Ese porcentaje, con un dólar que baja 1,5%, erosiona todavía más el
colchón cambiario que se había logrado.
Entiende Sandleris que el balance entre que no se le aprecie
demasiado la moneda y que el dólar no se despierte y destruya la confianza
(déjà vu del 2018) es muy fino. Nadie envidia la tarea del banquero central.
Contra el atraso
El Gobierno ya está dejando mensajes de que no quiere quedar
encasillado en ser un defensor de un valor de la divisa.
El propio ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, lo afirmó
durante un evento en la Bolsa de Comercio de Córdoba, al considerar si bien el
actual tipo de cambio es muy competitivo, "no nos enamoramos" de la
actual paridad sino del esquema de flotación sucia que encaran junto el BCRA.
La frase viene a cuento de que la paza cambiaria trajo el
regreso del carry trade o "bicicleta financiera". Según Delphos
Investment, hasta junio inclusive, la ganancia en dólares de las estrategias en
pesos alcanzaría 32,3%.
"Si el tipo de cambio nominal se mantuviera en $45
hasta las elecciones generales, el rendimiento en dólares alcanzaría 56,7%. De
esta manera, el carry trade positivo se extendería por 14 meses versus 21 meses
desde el comienzo del mandato de Macri", explican.
"Esto derivaría de la decisión del Ejecutivo de
contener el tipo de cambio, posponiendo un reajuste para un potencial segundo
mandato considerando que, en términos de tipo de cambio real, en noviembre aún
nos posicionaríamos en un nivel más competitivo que al comenzar el primer período
de carry trade", agrega Delphos.
Con todo, en el mercado saben que los "pingos" se
juegan las próximas semanas con el primer test real en la contienda electoral,
algo que podría acelerar el despertar del tipo de cambio. Por eso julio será el
mes de la transición: menos oferta porque va cayendo la abultada venta de los
sojeros más las tensiones pre PASO.
"Habiéndose despejado gran parte de la incertidumbre
política ligada a las alianzas y los candidatos, lo que queda ahora es un largo
camino a las PASO. De ahora en más, es el turno de los encuestadores",
dice Consultatio, la compañía del gurú Eduardo Costantini.
Afirman que el punto de partida del Gobierno respecto al que
podrían haber imaginado unos meses atrás, es bueno: hubo cierto repunte en su imagen
positiva, mientras que los activos financieros locales siguieron mostrando un
buen comportamiento.
De hecho, el seguro contra default (CDS, por sus siglas en
inglés) a cinco años se redujo 450 puntos básicos y el Merval en dólares trepa
más del 12%, todo desde que se conoció la candidatura de Miguel Angel Pichetto
como vice de Mauricio Macri.
Desde Consultatio creen que la probabilidad de un evento
negativo sobre el tipo de cambio antes de las primarias disminuyó. "Al
hasta ahora exitoso esquema con mayor potencial de intervención en el mercado
spot, debemos sumarle otro factor que puede ayudar a la estabilidad de la
divisa en el futuro cercano: todo parecería indicar que el BCRA estuvo
comprando tipo de cambio futuro", agregan.
Y advierten que, de esta manera, la autoridad monetaria
sigue reconstruyendo su poder de fuego para reducir la volatilidad cambiaria
mediante eventuales intervenciones que podrían llegar a ser necesarias a medida
que nuevas encuestas se van publicando.
En cuanto a eso, recuerdan que a fines de mayo, el BCRA ya
mostraba una posición neta compradora de u$s1.500 millones y parecería que la
ha estado profundizando durante junio.
Sandleris empieza a alinear los cañones. Sabe que
inexorablemente tendrá que mostrar las cartas (al menos algunas) durante la
marea electoral. Que el ajuste sea gradual será la sintonía fina que deberá
ejecutar el número uno del BCRA. Una suba por la escalera y no por el asecensor
será la consigna: malabarismo financiero en el mejor de los casos.
Fuente: iProfesional
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