jueves, 23 de agosto de 2018

Abasto & Tango

Aproveché el breve paso que hice por el Abasto para dar una vuelta y ver como estaba ese pintoresco barrio "que es reliquia del pasado", como dice el tanguito, y que no pateaba hace mucho. Recordé una noche lejana cuando mi viejo nos llevó con mamá y hermanos desde la Boca hasta la casa de Carlos Gardel, hace décadas convertida en un museo ubicado sobre la calle Jean Jaures, pero que lamentablemente fue tantas veces transformado que ya resulta absolutamente irreconocible. Más allá de eso, por las calles todavía se puede romper el cerco temporal y viajar a un pasado añorado, al menos por mi aunque casi no lo haya vivido. Eso si, tuve la suerte y los suficientes años como para conocer el shopping cuando era aquel mercado al que le cantaron desde El Morocho hasta Luca Prodan. Habíamos ido con mi papá a comprar mercadería a la madrugada para llevar a una verdulería que teníamos en Ramos Mejía. Aprovechamos esa desvelada para recorrerlo, ver los puestos, hablar con mucha gente y aprovechar los barcitos internos para picotear algo hasta partir con el sol saliendo. Hoy ese colosal edificio hace las veces de centinela a las pocas manzanas que todavía tienen gusto a Tango y son muy visitadas por turistas. Anchorena y la propia Yan Yoré (tal su fonética) entre Zelaya y Corrientes, pasando por el paseo que lleva el nombre del Bronce que Ríe. Ahí tomé las fotos de las figuras que ven en las imagenes que capté de puro vicio nomas. A la estatua del Cantor más famoso de la Argentina se agregó la de Aníbal Troilo, el Maestro Pugliese, Tita Merello, Mariano Mores y Alberto Castillo, a quien algún destructor de recuerdos le arrancó los brazos, algo que evité registrar, esperemos que la arreglen pronto. Me fascinó ver al músico comunista de Villa Crespo parado estoico con esa figura y mirada, que pueden ver en las postales, llamativamente real. En el momento que pasé por el lugar, una obra en construcción tenía sus puertas abiertas y detrás del autor de "Recuerdo" se podía ver a los obreros trabajando protegidos por esa Suerte que todos le confieren al clásico "Pugliese, Pugliese, Pugliese". Quise tomar registro de esa antigua arquitectura que fascina a propios y extraños, y que tristemente todos los días se derrumba en Baires para hacer horribles edificios departamentos que saturan la visual y destruyen el capital histórico del lugar mágico que, pese a todo, sigue siendo la Reina del Plata. Mi paso por el agujero de gusano arrabalero fue fugaz pero me fui por esa avenida que antes nunca dormía, llevándome el olor a cigarrillo, tantas letras sentenciosas y melodías milongueras que tuve que sacar del arcón de mi pasado para que me acompañaran mientras les escribía estas líneas.

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