La economía pandémica sufre de "desórdenes
múltiples". Más profundos de los que acumulaba antes de la extensión del
Covid-19. La definición, acertada, corre por cuenta de un director de un banco
público designado por la actual administración.
Está claro que el Gobierno intenta cerrar trato con los
acreedores, sellar un acuerdo por la deuda, y para hacer pie en las aguas
torrentosas de la economía. Porque los desequilibrios ya están ejerciendo
presión sobre las principales variables. El mercado cambiario se encuentra bajo
presión extrema desde hace varios meses, y las herramientas para contener la
salida de las debilitadas Reservas del Banco Central ya no son remedio. Ni
siquiera pagando los elevados costos de una profunda recesión; histórica.
Los precios también se encuentran bajo presión, cada vez más
incontenible. A pesar de que los salarios están cayendo -ya no sólo en términos
reales (contra la inflación)- sino, más grave aún, en valores nominales, los
precios pugnan por subir. Empezando por el dólar, claro está, pero también
sobre bienes y servicios claves de la economía.
Los alimentos tuvieron una primera oleada de subas en los
precios, luego de tensas negociaciones entre las principales fabricantes y los
funcionarios de Comercio Interior. Esas alzas, de hasta 9% en el caso de la
lista de Precios Cuidados, y de hasta 4,5% en la nómina de 2.300 productos de
"Precios Máximos", se quedaron por detrás de los incrementos por
afuera de esas selecciones puntuales.
En las últimas semanas, las fábricas de alimentos aumentaron
los precios en torno al 10% promedio. Incluso hubo empresas que quitaron sus
marcas más baratas de harinas o aceites para reemplazarlas por otras hasta 17%
más costosas.
Estos aumentos incluyen a todos los productos de la canasta
básica alimentaria. Es muy probable que los artículos de mayor elaboración o
destinados a determinados mercados de consumidores tengan alzas por encima de
aquella tendencia.
Tal como informó iProfesional, los distintos cortes de carne
vacuna registraron aumentos del 10% promedio en la última semana.
La suba de precios incluyó a insumos básicos. Desde cartón a
aluminio. Ambos productos tienen impacto en distintos rubros y actividades.
Influyen sobre el costo de la construcción, pero también afectan a cualquier
productos envasado: desde medicamentos al reparto del delivery que lleva comida
preparada, empanadas o pizzas a los hogares.
Los productos de la canasta alimenticia están en pleno
proceso de remarcación, tras el análisis de suba de costos en las empresas
fabricantes
Los productos de la canasta alimenticia están en pleno
proceso de remarcación, tras el análisis de suba de costos en las empresas
fabricantes
Las subas llegan a los servicios
Otros precios se moverán en las próximas semanas. Ya lo
avisaron las principales compañías que manejan el mercado de la televisión por
cable y el servicio de internet. Lo mismo harán las empresas telefónicas.
Los servicios de TV paga y de internet se incrementarán
entre 10% y 13% a partir del primer día de septiembre, cuando vence el acuerdo
de congelamiento entre esas compañías y el Gobierno.
El Gobierno -según supo iProfesional- ya tomó la decisión de
no renovar ese congelamiento y negocia que los incrementos ya anunciados se
hagan de manera escalonada. Algo que, por ahora, las empresas rechazan.
Hoy en día, en plena pandemia, esos servicios se han
convertido en esenciales y formar parte de los costos básicos de empresas y
trabajadores, que vienen operando de manera remota para evitar trasladarse y
así cuidarse de los contagios.
Pero esta tendencia alcista en los precios demuestra que la
presión aparece como incontenible. Aun en medio de la pandemia. Y con costos
salariales que van hacia abajo. El escenario es inédito. De acuerdo a los
últimos datos del Indec, hay un efecto devastador de la crisis sobre los
salarios del sector privado: una caída nominal del 0,2% entre los
"registrados" y del 0,5% en el "no registrado" durante
mayo.
Es decir: los salarios ya no sólo pierden en términos reales
(contra la inflación) sino que ya se anotan una caída nominal (rebajas) en
medio de la crisis.
Las empresas no lo admiten en público, pero algunos
ejecutivos lo aceptan en charlas privadas. Las compañías empezaron a tomar como
base de sus costos la cotización de un dólar que ya no está transparentado en
el "oficial" de 76 pesos.
El "blue" no es una opción ya que existe un
consenso en que el valor de $136 refleja la gran incertidumbre sobre la
economía. Y no es referencia respecto de lo que debería aceptarse como un
"tipo de cambio competitivo".
Al contrario, en términos reales, el dólar
"oficial" no se encuentra atrasado si se toma en cuenta la historia.
Ocurre que, dadas las inconsistencias de la economía, hoy la cotización más
aceptada por los empresarios se encuentra reflejada en los "dólares
alternativos" (contado con liqui y Bolsa), más cerca de los 120 pesos.
Entonces, los precios apuntan a esa referencia. Economistas
de distintos ámbitos -como Carlos Melconian, Ricardo López Murphy o Marina dal
Poggetto- hablan de la necesidad de una aceleración en el ritmo de
devaluaciones diarias, para evitar una mega devaluación más adelante.
Esa presión cambiaria, reflejada en toda su potencia por la
oleada récord de compradores de dólares billetes en la "ventanilla" del
Banco Central ya se traduce en mayores expectativas inflacionarias adelante.
Y no solamente por la cuestión cambiaria. Se sabe: el Banco
Central deberá emitir al menos $2 billones hasta finales de año, y con esa
perspectiva la propia autoridad monetaria viene ampliando el stock de Leliq,
que ya superó 1,7 billón.
En medio de una furiosa demanda por dólares, el Banco
Central se aferra al uso del tipo de cambio como ancla de los precios
En medio de una furiosa demanda por dólares, el Banco
Central se aferra al uso del tipo de cambio como ancla de los precios
Pronóstico: inflación acelera
Bajo esa perspectiva, algunas consultoras económicas ya advierten
que habrá una aceleración inflacionaria en el corto plazo.
"Nosotros estimamos una inflación anual del 45% y la
aceleración la vemos a partir de septiembre, porque a partir de ese mes vemos
que podría estar en torno al 5% mensual", sostuvo Orlando Ferreres durante
una conferencia realizada por Zoom y convocada por la Fundación Mediterránea.
Pablo Goldín, economista jefe de la consultora MacroView,
también enciende las luces amarillas. "El camino hacia adelante -sabiendo
que la brecha actual es insostenible y que el dólar a $130 es caro- es
encontrar algún sendero de corregir el tipo de cambio oficial sin que se genere
un salto muy fuerte. Es inevitable que en los próximos meses que el BCRA tenga
una corrección cambiaria, y que de ahí haya un salto inflacionario".
Luego agrega, en diálogo con iProfesional: "Este
Gobierno apuntaba a volver -a partir de 2021- a la inflación del 25% anual que
en su época tenía Cristina Kirchner. La pandemia cambió todo. No podremos
salvarnos de tener una inflación mensual del 4%. Incluso del 5% por mes. Y que
los precios que ahora están adormecidos o congelados se muevan. Yo no puedo
descartar que la Argentina entre en un nuevo régimen inflacionario, donde la
inflación no pueda bajar del 4% o 5% mensual para siempre. La crisis es
tremenda".
La expectativa de una aceleración inflacionaria para los
próximos meses estuvo presente en la decisión del Banco Central de elevar la
tasa de interés de los plazos fijos minoristas, que pasó del 30% al 33% anual.
Ese movimiento, linkeado directamente con la fiebre
dolarizadora de los argentinos -en julio fueron cuatro millones las personas
que compraron dólares en los bancos- tuvo también un motivo puesto en el temor
a una escalada de la inflación, a medida de que se levanten las restricciones
por la pandemia.
Dentro de la cantidad de desbalances que muestra la
economía, la inflación (sobre todo en alimentos) y la pérdida de poder
adquisitivo de la mayoría de la población figuran al tope de la agenda de los
funcionarios.
Las próximas semanas -a partir de que se vayan relajando aun
más los controles de la cuarentena y quede claro la situación de la deuda
externa- serán claves para tener más claro el próximo destino de la economía
argentina.
Fuente: iProfesional
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