La última encuesta bimensual de Bank of America (BofA) entre
inversores apalancados (que usan crédito en sus estrategias) como bancos,
aseguradoras y hedge funds llegó a una conclusión devastadora: "La
represión financiera es demasiado poderosa para luchar contra ella".
¿No hay otra opción o camino ajeno a la bolsa? Es el riesgo
que comienza a cobrar presencia debido a que el escenario de tipos cero lleva a
perder dinero con la renta fija de todo tipo, las cuentas y los depósitos, de
ahí la represión.
De hecho, un 62% de los encuestados se declaró
sobreponderado hacia la renta variable, una porción récord desde que se elabora
el sondeo dentro del dueño de Merrill Lynch. La encuesta distingue las
respuestas entre inversores con perfil conservador (investment grade) y de riesgo
(high yield), pero en ambos casos aparece el Nasdaq como foco de preocupación
por su nivel de valoración actual, según señala La Información.
El índice de referencia del mercado tecnológico acumula una
revalorización superior al 25% pese a la recesión del Covid-19, aunque esa
subida está concentrada en un puñado de valores que agrupan la mitad del
índice: los FAMAG (Facebook, Apple, Microsoft, Amazon y Google).
El 50% de los inversores de riesgo considera al Nasdaq como
su principal preocupación, por delante de las rentabilidades negativas de la
deuda (10%). Entre los conservadores, la proporción es del 23% y el 25% para
ambos activos.
Con 14 billones de euros de deuda global cotizando en
rentabilidades negativas y los tipos de interés mundiales promedio en el 0,9%,
la búsqueda de rentabilidad está obligando a los grandes inversores a
sobreexponerse a la renta variable.
"En el corto plazo, creemos que la sed de rendimiento
es demasiado poderosa para provocar un ‘tiempo de corrección’. Hay que tener en
cuenta que las entradas de inversores han aumentado últimamente, pero creemos
que el posicionamiento súper-alcista hace que los mercados sean vulnerables en
el cuarto trimestre al conjunto de riesgos crecientes: los
"acantilados" fiscales de Europa, el aumento del desempleo, la
cautela del consumidor", señalan Barnaby Martin, Ioannis Angelakis y Elyas
Galou, analistas de crédito y derivados en Merrill Lynch (BofA).
Casi el 60% de los inversores considera que el Banco Central
Europeo (BCE) continuará con su apoyo durante "muchos años" porque no
queda otro remedio. "Y las expectativas están aumentando de que el BCE
compre acciones a continuación (...) Impulsando la arrogancia de los inversores
está la creencia de que los bancos centrales no tienen otra opción que seguir
adelante... ya sea para monetizar la tremenda expansión de la deuda pública en
curso, o simplemente porque detener el estímulo se ha vuelto muy difícil",
apunta el sondeo entre medio centenar de grandes inversores.
En el lado contrario, hay un 22% que expresan su temor a que
el consejo de gobernadores que dirigen Christine Lagarde y Luis de Guindos esté
buscando una salida a su política ultra-expansiva que une tipos negativos,
liquidez ilimitada y compras masivas de activos. "El más mínimo soplo de
inflación podría provocar un mensaje de política monetaria más duro
(hawkish)", advierten los analistas de BofA en su informe.
La actividad de los bancos centrales ha cortado de forma
radical los ciclos de impagos de las empresas europeas, aunque un 29% de los
inversores considera que no será suficiente debido a que muchos sectores han
quedado dañados de forma permanente por el Covid-19 y los cambios acelerados en
el comportamiento de los consumidores. La encuesta destaca el alto volumen de
liquidez que tienen las compañías tras las emisiones del segundo trimestre y
los bancos, que han recargado sus balances con los TLTROs (subastas de liquidez
ilimitada) del BCE desde marzo.
Fuera de los factores propios del mercado, el gran temor
exógeno ahora para los inversores es la persistencia del Covid-19. Un 42% dice
que su preocupación es mayor ahora que hace dos meses y sitúa en la evolución
de la vacuna gran parte de sus esperanzas de normalización y consistencia del
ciclo económico de recuperación. Las amenazas en este frente son los
"acantilados fiscales" de los Estados, que deberán buscan un recambio
a la profunda caída de ingresos tributarios que afrontan en los próximos meses.
Fuente: iProfesional
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