Hace meses que los automóviles que se estacionan en la zona de ingreso por explanada a Casa de Gobierno son cada vez menos. La actividad presidencial local siguió su senda descendente, más allá de los últimos viajes a Caribe dominicano, Nueva York, Washington y Chile.
Mientras el equipo que rodea al presidente Fernández se entretenía armando la lista de la numerosa comitiva que viajaría a Cancún (México) para participar de la Cumbre Regional Contra la Inflación (el 6 y 7 de mayo), llegó a Balcarce 50 la novedad de que Andrés Manuel López Obrador, el anfitrión del país azteca, la posponía por problemas de Salud.
El 3 y 4 de julio habrá un encuentro del MerCoSur en Brasil para traspasar la presidencia pro témpore y para definir puntos del acuerdo que se tratará en Bruselas (Bélgica) el próximo 17 y 18 de julio, en referencia al acuerdo Mercosur-Unión Europea, donde el titular del Ejecutivo argentino estará de manera presencial estrenando el nuevo avión que le costó al Estado argentino 25 millones de dólares.
El inicio de la semana tuvo como primera actividad (fuera de agenda), ir hasta la vivienda de un animador de la Radio Pública para brindarle una entrevista en su cocina. Para ello movilizó el helicóptero oficial hasta el campo de juego del Estadio de Ferro. Algo que produjo reproches internos y externos.
Del reportaje casero quedaron algunos conceptos, como el de afirmar que a partir de ahora –sin ir por la reelección- se va a dedicar a gobernar “porque hace falta sobrellevar todo lo que está pasando”. Volvió sobre la idea de que no haya dedo elector en el peronismo, del que afirmó que no fue democrático a la hora de elegir candidatos. Algo que ocurrió cuando Cristina Kirchner lo ungió a través de un tuit como compañero de fórmula en 2019.
A su vez, el jefe de Estado defendió las PASO y nombró a algunos de los precandidatos que preferiría en esa elección, entre ellos, se refirió al actual jefe de Gabinete, Agustín Rossi, a Daniel Scioli (embajador en Brasil) y a Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social). A Eduardo “Wado” de Pedro, lo reconoció como un posible representante del “otro sector”, en referencia al ala cristinista, y hasta dijo que Massa podría participar al igual que su Vicepresidenta. Todo esto ocurría en el momento en que la city porteña empezaba a arder.
Alberto F. tenía una sola reunión en agenda, iba a recibir por la tarde en su despacho al presidente de la Asamblea Nacional de la República Socialista de Vietnam, Vuong Dinh Hue, junto a su canciller, Santiago Cafiero.
Balcarce 50 estaba muy tranquila y el lugar que se recalentaba por la corrida cambiaria era el Palacio de Hacienda. La escalada de la moneda estadounidense trepaba sin freno y Sergio Massa no tenía capacidad de reacción, más que enojarse en el quinto piso de Yrigoyen 250, pese a que públicamente tuiteara sobre la templanza.
A poco de anunciarse otro aumento en el Transporte, con una suba promedio del 8% a partir del Día del Trabajador (1 de mayo), sin poder controlar el Blue, llegaba a la Rosada el titular del Banco Central, Miguel Ángel Pesce.
Estuvo dos horas con el Primer Mandatario, y a las pocas horas se supo que no se le había pedido la renuncia, pero sí que dejara a un hombre de Massa, Lisandro Cleri -vicepresidente de la entidad- a cargo de la crisis. Algo que se leyó como una intervención desde el ministerio de Economía.
El martes, con el frente de tormenta financiero aún muy caliente, Alberto Fernández se dedicó a recibir a su par rumano Klaus Iohannis, con quien mantuvo una reunión bilateral, donde se firmaron acuerdos, y luego dieron una declaración conjunta en el histórico Salón Blanco de la sede gubernamental.
Antes, la segunda de Gabriela Cerruti, la subsecretaria de Comunicación y Prensa de la Presidencia, Roxana Barone, le advirtió a los dos colegas sorteados para preguntar que no consultaran “sobre el chiquitaje de acá”, pidiendo algo insólito: “¡No hagamos papelones!”.
Pese al nuevo intento de atacar la libertad de prensa, el periodista Pablo Gagliano de Radio Continental, hizo su trabajo igual a las colegas rumanas, que indagaron a su presidente sobre el cónclave, pero también sobre temas internos de su país.
El colega le preguntó a Fernández si era cierto que el FMI se negaba a adelantar dinero a la Argentina en medio de la crisis, y también, por qué se había ratificado en su cargo en el BCRA a Pesce (en el contexto de la imparable alza del blue).
“Qué pregunta rara”, se quejó el Mandatario, que negó ambas cosas, pero hizo foco en la defensa de su único ladero en el equipo económico, al manifestar que no lo tenía que ratificar “en ningún lugar”, dando a entender que su continuidad nunca estuvo en dudas.
Seguido, y después de que el presidente rumano, Iohannis, contara que, pese a estar cerca del conflicto entre Rusia y Ucrania, la economía de su país no tiene problemas, Alberto Fernández culpó a la derecha argentina por la suba del dólar, que seguía escalando a los $497.
Con el correr de las horas, la situación se fue agravando y el jefe de Hacienda salió a través de un tuit a amenazar al mercado con usar la Justicia Penal Económica, la Unidad de Información Financiera (UIF), y a la Comisión Nacional de Valores (CNV), para calmar la situación. La titular de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, que pertenece a su Frente Renovador, publicó que algunos jugadores del mercado iban a conocer al Massa que “se cansa de que lo quieran boludear”. Entretanto, la Rosada se mantenía sin movimientos ni declaraciones.
Recién el miércoles, Alberto Fernández, que iba a inaugurar junto a su ministra Tolosa Paz, un Espacio de Primera Infancia en la localidad bonaerense de Florencio Varela, decidió quedarse en la Rosada, según fuentes oficiales, para monitorear el curso de la jornada. Según se supo después, el presidente se bajó del evento porque la nave presidencial no podía volar por la neblina que había en el trayecto.
Una vez fuera de la contienda electoral directa, el denominado albertismo volvió a esa suerte de radicalización que oculta tras operaciones en off contra integrantes de la coalición de gobierno, y en particular en detrimento de la prensa.
Todavía portavoces presidenciales hacen circular la versión de que en breve saldrá una resolución que exigirá requisitos especiales, que son considerados proscriptivos, para renovar la acreditación permanente en Casa de Gobierno.
En materia política, la intención es mantener algo de influencia en el impulso de una fórmula afín al saliente jefe de Estado. En lo que hace al intento de bloquear la labor periodística, lo que se busca es evitar que salga de Rosada información que desgaste aún más la figura del hombre que, salvo en pandemia, nunca dio una conferencia a los acreditados.
A través de allanamientos de cuevas mediante, sumados a la venta de las flacas reservas del Banco Central junto a otras estrategias en el mundo de los bonos, Economía consiguió que de los 33 pesos de incremento del billete verde se lograra una reducción promedio de $20, por debajo de los $470, igual con bastante volatilidad.
El principal problema es que en esos días las remarcaciones de productos y servicios siguieron in crescendo. Muchos comerciantes adelantan que además de los aumentos de estas 72 horas, los proveedores ya les adelantaron que las listas de precios les llegarán con subas de hasta el 20 por ciento. También se paralizaron varias actividades debido a que muchos prefirieron esperar para vender y comprar en medio del cuadro de inestabilidad.
No salió de la lógica del último tiempo la labor del primer mandatario, cuando el jueves, según su agenda oficial, mantuvo una conversación telefónica con su par de Brasil, Lula da Silva, para analizar temas de los acuerdos comerciales de orden bilateral. Por la tarde, se comunicó que Fernández recibió al gobernador catamarqueño, Raúl Jalil, con la finalidad de revisar obras públicas adjudicadas a su provincia.
Ya se había adelantado que la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, estaba engripada, pero que iba a hacer un esfuerzo para dar su conferencia de prensa a las 17hs, aunque pese a que estuvo en Rosada, eso nunca ocurrió.
Al que se vio salir por el Salón de los Bustos -con cara de muy pocos amigos- fue al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien sobre el acto en el que Cristina Kirchner hablaría en La Plata recordando los 20 años de la llegada de su esposo al poder -y el lanzamiento de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner- prefirió no opinar. Sólo expresó: “No sé nada sobre el tema”, y agregó “nunca me invitaron a ningún acto ¿por qué me van a invitar ahora?”.
Seguida desde los despachos rosados, la jefa política del FdT avaló a su coyuntural protegido, Sergio Tomás Massa, y cuestionó a los que quieren dolarizar la economía. En especial apuntó sus dardos contra el precandidato presidencial por La Libertad Avanza, Javier Milei, a quien no nombró, pero banalizó muy exaltada, al compararlo con las persecuciones que ella manifestó sufrir por parte de la Justicia y de quienes intentaron asesinarla.
A su vez, hizo algunas críticas al FMI, intentando no interferir en las negociaciones que lleva adelante Massa con el organismo, con el cual procura obtener una flexibilización a las metas que sellaron Guzmán y Fernández.
Al finalizar la semana, Massa iba a encabezar con gobernadores el Plan Integral Argentina Irrigada en el CCK, y allí estuvo. Inesperadamente se hizo presente el presidente Fernández, que por protocolo cerró la actividad. El ministro recordó que este viernes 28/04 era su cumpleaños y señaló que entonces iba a aprovechar para hablar más.
Así como defendió el proyecto que tiene por finalidad aumentar la superficie cultivable, hizo lo mismo con los acuerdos con China para pagar en yuanes productos intermedios (bienes y servicios para manufactura). Se resguardó en las palabras de CFK, cuando habló de estar “con cabeza nueva en un mundo nuevo”, y reiteró sus diatribas contra “los cuatro vivos que generan incertidumbre”, en referencia a los que él y la Vicepresidenta ven como un proceso especulativo que motoriza la oposición.
Fernández se limitó a saludar al “cumpleañero” y a destacar la «necesidad de abroquelarnos en América Latina» para ser «proveedores del mundo». Desde el Palacio de Hacienda explicaron que la presencia del jefe de Estado no estaba prevista. En Casa Rosada lo desmintieron.
Como se observa, las diferencias en la alianza gubernamental persisten en temas menores, como la organización de una actividad, hasta en las cuestiones de Estado más graves.
Nadie se hizo cargo del pedido del ministro de Obras públicas, Gabriel Katopodis, que reclamó que CFK, Massa y AF se junten como un gesto contra el ataque que recibe el país. Algo que de suceder, dijo implícitamente, tendría respaldo del peronismo. En especial de los intendentes bonaerenses, que ven con temor lo que pueda ocurrir en sus territorios en las próximas elecciones.
Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (PyM) y Globatium. Más información exclusiva de Balcarce 50 a través de Twitter en @JuamPaPeralta y en IG: @juanpabloperaltaperiodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario