Una guerra comercial que tiene lugar a miles de kilómetros de la City porteña le está metiendo presión al tipo de cambio y, en paralelo, le está pegando de lleno a la soja, uno de los grandes pilares de la estrategia oficial para mantener contenido al dólar, de cara a las elecciones.
La pulseada por aranceles e importaciones que están librando Estados Unidos y China, junto con una grave crisis sanitaria en la industria porcina del gigante asiático -que a su vez está provocando un desplome de sus importaciones de granos-, configuraron un cóctel que le está pegando de lleno a la cotización de las materias primas y también a las monedas de los países emergentes.
Y este cuadro llega en un mal momento para el Gobierno, dado que está en plena cuenta regresiva de cara a los comicios, intentando controlar el tipo de cambio y con un Banco Central que busca mostrarle al mercado que tiene poder de fuego, pero sin intenciones de tener que sacrificar reservas.
Tal como diera cuenta iProfesional, el titular de la entidad monetaria, Guido Sandleris, apuesta a contener las expectativas demostrando que tiene los dólares suficientes para intervenir, pero esperando no tener que salir a vender divisas, evitando mostrar una señal de debilidad que empuje al mercado a testear al BCRA, un escenario que podría gatillar una mayor sangría verde.
Sin embargo, en este complejo juego de estrategia que viene desarrollando el Central, el mercado internacional viene a complicar el plan oficial: el anuncio por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, que anticipó que podría imponer fuertes aranceles a los productos chinos, reavivó una pelea comercial que parecía saldada y alteró a los mercados.
La reacción fue inmediata: ante el temor de una escalada entre dos de las más grandes potencias del mundo, los mercados cayeron y las monedas de los emergentes se devaluaron. Y el dólar en la Argentina volvió a avanzar, hasta acercarse a los $46. Y si bien la entrada de divisas por parte de los exportadores aquietó un poco las aguas y le puso un techo a la suba del billete verde, el escenario que se abre genera incertidumbre entre los analistas.
Sucede que el impacto de la contienda entre EE.UU. y el gigante asiático tiene un lado B: están sufriendo –y mucho-, las materias primas, comenzando por la soja. No solo es el primer producto exportado por la Argentina, sino que el campo tiene la pesada mochila de asegurar la provisión de dólares "genuinos" en plena carrera hacia los comicios.
Y el escenario no es alentador para el Gobierno: este lunes, en Chicago, la oleaginosa llegó a tocar el precio más bajo en una década, si bien luego recortó pérdidas.
El problema que enfrenta el macrismo, en plena "temporada alta" de liquidación de agrodólares, es múltiple: al bajar el precio también se reduce el valor proyectado de la cosecha.
Así, en plena volatilidad del tipo de cambio y un precio de la oleaginosa en caída, el contexto empuja a más productores a apostar por una estrategia del tipo "wait and see"; o, dicho en criollo, a "sentarse" sobre la cosecha.
El director de la consultora Agritrend, Gustavo López, una de las voces más escuchadas del sector, lanzó un mensaje contundente: "El Gobierno debería estar preocupado: está bajando el precio de la oleaginosa y con esto se va a reducir un poco el ingreso fiscal. Pero lo más importante es que está provocando que haya mucha más cautela por parte de los productores, que ahora están menos apurados por desprenderse de mercadería".
El mercado internacional "complota" contra el BCRA
Este lunes, los precios futuros de la soja concluyeron la sesión en baja, alcanzando su nivel mínimo de los últimos siete meses, tras haber tocado el peor registro en una década.
Lo que gatilló esta caída fue el mensaje de Trump vía Twitter de que elevaría los aranceles a importaciones de origen Chino por u$s200.000 millones.
"A la amenaza de los Estados Unidos, que provocó una liquidación masiva en los mercados de acciones y commodities, se sumó la reciente presión vinculada a las expectativas de que los agricultores estadounidenses cambiarán parte del área del maíz por soja", agregaron desde la Bolsa de Rosario.
Así las cosas, el mundo podría asistir a una nueva megacampaña de granos a nivel mundial, lo que elevaría los stocks.
Esto, en un contexto en el que la economía china se viene desacelerando y que, más preocupante aún, enfrenta una crisis sanitaria en su industria porcina que hace prever una abrupta caída de sus necesidades de granos.
Según el economista Gustavo Garzón, del IERAL, en China se desató una crisis por un brote de Peste Porcina Africana (PPA). Esto generó que estén cayendo con fuerza las importaciones de harina de soja para alimentación animal.
En concreto, las compras del gigante asiático del complejo oleaginoso se desplomaron un 26% entre noviembre y marzo respecto del mismo período anterior, lo que equivale a unas 10 millones de toneladas menos.
"Si este motor desacelera o, peor aún, se apaga, como está sucediendo este año, es una mala noticia para los proveedores mundiales de proteínas vegetales, entre los que se encuentra Argentina", alerta Garzón
"Esta combinación de oferta abundante con ralentización de las compras de granos por parte del gigante asiático se siente en los precios internacionales de este año. Y para Argentina no es un tema menor, dado que se trata de su principal complejo exportador", agrega el experto.
La cotización sufre el impacto
El tuit de Trump fue suficiente para darle una estocada final a la soja, que en Chicago llegó a rozar los u$s295 por tonelada, el peor nivel en una década, si bien luego recortó pérdidas.
Y la realidad es que en el plano doméstico el cultivo estrella hace tiempo que está dejando de brillar: el año pasado, cuando se estaba iniciando la campaña en la Argentina, la tonelada en el recinto de Rosario cotizaba a u$s280. Sin embargo, en enero, el precio para entrega en mayo ya se pactaba a u$s250, según detalla López.
"Lo peor es que ahora se están pagando poco menos de u$s210 por tonelada. Es una caída muy importante, con un valor actual que está muy por debajo de las expectativas iniciales. Por eso hay más productores esperando a que mejore el precio o a que aumente el dólar", apunta.
En este contexto, el consultor Salvador Di Stéfano, con fuerte prédica en el sector rural del área del Gran Rosario, también alerta que "la soja no para de bajar y no sabemos si se trata del piso".
Muchos granos por vender
El problema es que esta contracción está operando cuando todavía queda la mayor parte de la producción por comercializar y en un contexto en el que las estadísticas todavía no dan tranquilidad al mercado, incluso cuando este lunes ingresaron divisas que calmaron un poco las intranquilas aguas de la City:
-Según CIARA, en abril se liquidaron u$s1.915 millones. Si bien se trata de una cifra un 39% superior al mismo mes de 2018, este nivel se encuentra casi 13% por debajo del promedio de los últimos cinco años.
-Si se considera el acumulado desde enero, las cerealeras llevan liquidados u$s6.100 millones. Es un buen dato, pero que no se corresponde con la megacosecha que se logró este año, dado que implica una caída de casi 1% respecto al mismo período de 2018 y una contracción de más del 10% en relación con el promedio de los últimos cinco años.
"Esto es consecuencia de que los productores optaron por desprenderse primero del maíz y del trigo y están aguantando lo más que puedan la soja", agrega López.
Y estas declaraciones encuentran sustento en los datos oficiales, brindados por la Secretaría de Agroindustria, que confirman la lentitud con la que el sector rural se está desprendiendo de la mercadería:
-En concreto, según el último dato publicado, los exportadores y la industria llevan compradas 16,9 millones de toneladas de soja, frente a una producción de 56 millones.
-De este modo, la relación compra sobre producto es del 30%, unos dos puntos por debajo del promedio del último lustro.
-No solo eso: con casi 20 millones de toneladas más que la campaña anterior, el volumen vendido por los productores es casi exactamente igual que el del año pasado.
Así las cosas, en la actualidad quedan más de 32 millones de toneladas de soja para comercializar en el mercado doméstico, a lo que se suman casi 27 millones de maíz.
"El hombre de campo ve un precio muy bajo y espera un rebote que es difícil que diga presente. No quiere usar los mercados de futuro, y teme que el Gobierno no controle al dólar. Esto inmoviliza y hace que se posterguen decisiones", alerta Di Stéfano.
Se abarata la cosecha
Según estimaciones del IERAL, cada 10 dólares que cae la oleaginosa en el mercado internacional el valor de la cosecha se achica a razón de u$s550 millones.
Considerando el precio que se pactaba a comienzos de año, esto implica que en el lapso de los últimos cuatro meses, el complejo exportador ya estaría resignando más de u$s1.600 millones.
Es verdad que existe un respaldo concreto de una mega cosecha por detrás y que los productores tienen ciertas urgencias financieras que hacen prever que en breve se podrá acelerar el ritmo de liquidación. Sin embargo, para los expertos, son varios los factores que deben preocupar al Gobierno.
La foto al día de hoy muestra que los dólares que han ingresado hasta el momento están por debajo del promedio de los últimos años; que las ventas por parte de productores también están retrasadas y que el precio internacional viene en baja, abaratando el valor estimado de la cosecha.
Como marcan algunos analistas, la tensión no surge tanto por el flujo concreto de divisas, sino por las expectativas y el temor a que el Banco Central tenga que salir a intervenir para contener al tipo de cambio y que esto dispare las luces de alerta sobre el verdadero poder de fuego de la entidad.
Fuente: iProfesional
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