sábado, 22 de diciembre de 2012

¿Dónde están los bebés que se crían en los supermercados chinos?

En mis ratos de mayor lucidez me hago preguntas sobre cuestiones muy interesantes, que suelen aparecer producto de las mejores conversaciones que tengo con la gente más interesante que conozco. Bueno, sí, es una verdad de perogrullo: a conversaciones con gente interesante surgen preguntas interesantes. Así funciona la vida, titán (?). Resulta la esposa de Lí (o su compañera, ponele) fue madre de un niño hermoso, hace poco más de un año. Durante varios meses, a medida que su embarazo avanzaba y su panza iba creciendo, la mujer de Lí trabajó en el mercado como si no pasara nada. Recién paró un poco cuando estaba a punto de parir, y en los días posteriores al nacimiento del nene. A las dos semanas, ahí estaba otra vez, cortando salame y queso de máquina en la fiambrería, o en la caja cobrando y dándome caramelos cuando decía que no tenía monedas de cinco centavos para el vuelto. Mientras tanto, el bebé crecía y empezaba a dar sus primeros pasos entre las góndolas y las heladeras del local, hasta que un día no lo vi más. La semana pasada le pregunté a Lí por su hijo, y me contó que había vuelto a su país (al suyo, no al del niño, que es tan argentino como yo) con la mamá, para criarse con sus abuelas. Después de unos días en China, la compañera de Lí volvería para seguir trabajando junto a él, mientras el bebé se quedaría allá para pasar su infancia en la tierra de sus padres, aprendiendo el idioma y la cultura de ellos. Y ahí caí en la cuenta que en los supermercados de residentes chinos siempre vi bebés recién nacidos, pero muy rara vez me encontré con niños o niñas de dos años en adelante. Lí me contó que la mayoría de los supermercadistas de origen chino que viven en el conurbano hacen eso: tienen a los bebés hasta el año y pico de edad, y luego los mandan a criarse con las abuelas o alguna tía que quedó en su patria. Muy loco. De todas las cosas que aprendí de Lí en los años que lo conozco, esta es la que más me flasheó, porque si hay algo que sabemos todos los que somos nietos o hijos de inmigrantes, es que nuestros abuelos o padres se rompieron el lomo trabajando en este suelo para darle a su descendencia el futuro que en su país de origen no iban a tener. Todavía no me animé a preguntarle a Lí por qué trabaja a destajo los 365 días del año. Cuando tenga esa respuesta prometo compartirla con ustedes.

Fuente: Conurbanos

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