jueves, 30 de abril de 2020

El olvido, una insistencia pandémica

Dicen que en lo que va de nuestra humanidad, nos han castigado seis grandes pandemias. La peste fue una enfermedad que infectó a Europa allá por el siglo XIV, aunque ya se la conocía. Dicen que a lo largo de la historia la peste se llevó a más de trescientos millones de personas. Tuvo otra aparición europea en el siglo XVIII y una tercera oleada en China en el siguiente siglo.
El cólera azotó a la humanidad por más de un siglo, fue una amenaza a la vida en todo el globo terráqueo. Parece que comenzó en un misterioso lugar llamado Bengala (India), donde hizo estragos sin parar, y se propagó a Rusia, China, Japón y el sudeste Asiático. Comenzó en 1817 y terminó en 1824, luego volvió en 1827, afectó a Europa y Estados Unidos y tuvo su tercera oleada hacia 1839, cuando llegó desde África hasta América de Sur, especialmente Brasil. Tuvo otras dos o tres epidemias más pero de modo más controlado.
El avance de los intercambios comerciales y de la navegación contribuyeron a su diseminación por China, Irán, Egipto y luego por la cuenca del mediterráneo. Sabemos lo que generan estas pandemias: temor a la transmisión y el contagio. Las plagas se llevaron poblados enteros y convirtieron ciudades en cementerios. En aquel entonces, la gente lo veía como una especie de castigo divino, enviado por una tormenta en la que la palabra de Dios se había transformado en un rugido infernal.
Luego de la peste y el cólera vinieron otras más, como una oleada pandémica de enfermedad y muerte. Algunas pandemias históricas han sido la viruela, la gripe, el Ebola, el VIH, entre otras. Teniendo en cuenta siglos de pandemias en nuestro haber, ¿por qué hoy nos sentimos viviendo esta situación como si fuera la primera vez?
El humano padece de un olvido fundamental. De un volver a empezar desde sí mismo, desde su propio narcisismo y eso lo empobrece. Todos hemos creído alguna vez que el mundo era nuestra comarca o que la vida había comenzado cuando por fin nacimos.
Los avances a nivel científico desde aquellas pandemias de antaño a hoy día han sido fenomenales, sin embargo nos volvió a tomar de improvisto, tenemos “todo” el saber científico a nuestra disposición y aun así nos encontró desprevenidos. ¿Por qué el ser humano es el único animal que tropieza mil veces con la misma piedra?
Uno podría preguntarse entonces si hay aprendizaje de lo vivido, o si más bien la represión actúa como una fuerza protectora de la vida, que nos permite volver a empezar cada vez como si fuese la primera. Y que luego de esta relación estrecha con la enfermedad y la muerte, volveremos a poner en marcha todo un aparato represivo para por fin distraernos de nuestra propia mortalidad y volver a planear, mientras nos sea posible, una vida ilimitada, una vida sin muerte.
Muchas preguntas iniciada la pandemia de la covid-19 apuntaron hacia un “final” posible del capitalismo tal como viene desarrollándose hasta hoy día de modo feroz.
Hay una posición subjetiva habitual que se acomoda adecuadamente frente al riesgo, de modo de salvaguardar la vida, el cuerpo propio. Sin embargo, una vez pasado el momento traumático y arrastrando alguna que otra secuela de cierta gravedad, la represión opera de modo que la vida vuelva a sus caudales. Y ese es el “carácter conservador” que Freud otorgaba al ser humano, al señalar que el hombre siempre quiere volver a un estadio anterior. Lo que hoy en día algunos se contentan en llamar “la zona de confort”.
Son los umbrales de la angustia que nos dirán hasta dónde podremos salir, serán los caudales de temor que nos indicarán hasta dónde arriesgar, todas ellas medidas éticas y subjetivas. El ser humano, a partir de las conceptualizaciones freudianas, cuenta en su haber con una pulsión de muerte que si bien se encuentra articulada con la vida, en ocasiones no nos lleva a cuidarnos, sino todo lo contrario. ¿Acaso no escuchamos a diario hablar de tal o cual amigo sobre cómo se boicotea? ¿De lo autodestructivo?
Pasado un momento inicial de gran riesgo, y aflojadas las medidas más severas de control y aislamiento, el gran desafío estará en cada uno de nosotros, en rescatarnos del olvido egocéntrico que nos hace creernos inmortales. El yo tiene una función primordial según Jacques Lacan, y es la del autodesconocimiento. Es gracias al psicoanálisis que sabemos que la realidad psíquica es la realidad del sujeto, y no tanto esa que llamamos “realidad objetiva”.
Quizá no esté demás recordar en este momento cómo la medicina, las ciencias en general y los gobiernos en particular podrían contribuir al olvido y la represión de nuestro propio ser mortales, en pos del entretenimiento y la distracción que tanto nos gusta a los sujetos devenidos hoy día consumidores en busca de la felicidad.
Cada uno de nosotros en particular puede tener sus olvidos, sus modos de negar la propia realidad mortal, así como sus formas de creerse invencible, pero el discurso de la ciencia, la medicina, los gobiernos serían un gran peligro si negaran la realidad, la mortalidad.
Freud sostuvo siempre la idea de que aquello que es olvidado, de alguna forma, siempre vuelve. Habrá que trabajar fuertemente, para encontrar vacunas nuevas, tratamientos eficaces a la hora de salvar vidas humanas, pero también habrá que recordar que el discurso macabro de la omnipotencia imperante en nuestros días, que nos manda a olvidarlo todo porque todo lo podemos, que nos envía a salvarnos solos porque nada necesitamos más que a nosotros mismos, terminará siendo nuestro propio infierno. El infierno de un yo que se creyó inmortal y no se conoce ni a sí mismo. Nadie se salva sólo, y para nada te sirve la autoayuda. La vida te la da y te la salva siempre otro humano, tan mortal como lo eres tú. No lo olvides.
Fuente: Página/12

miércoles, 29 de abril de 2020

Más de 4 millones de tarjetas de fintech y bancos digitales: por qué más personas salen del sistema tradicional

Mucho se habla sobre el "fin del efectivo", un concepto sobre el que avanzan gran parte de las entidades financieras a la hora de pensar productos que desalienten el uso de dinero físico en el día a día. 
No se trata de una cruzada arbitraria. Por el contrario, es una meta compartida ya que el uso de "cash" es uno de los grandes bastiones de la economía informal. En Argentina, por caso, el 50% de la población económicamente activa pertenece a este grupo.
Afortunadamente, esta cifra muestra tendencia a la baja, producto del crecimiento sostenido de las fintech en el mercado local y el reciente impulso de las operaciones digitales por la cuarentena. Así, se dinamizó el uso de tarjetas de la mano de actores digitales que, en apenas unos pocos pasos, permiten tramitar estos plásticos y "digitalizar" consumos.
Según el último relevamiento de la Cámara Argentina de Fintech, ya hay más de 230 empresas con operaciones en el país. Por supuesto, no todas se concentran en los negocios de pagos digitales ni forman parte del segmento de "neobancos".
- Dentro del primer grupo (plataformas digitalesMercado Pago y Ualá, que consolidaron su estrategia competitiva gracias a los millones de plásticos emitidos en el país. Si bien no operan como bancos, son los grandes impulsores de las tarjetas prepagas en el país y suman opciones para ganarle clientes a la banca tradicional, incluyendo atractivos fondos de inversión.
- El segundo pelotón lo conforman los "bancos 100% digitales", como Wilobank y Brubank. Se rigen bajo normativas del Banco Central y poseen las mismas regulaciones de sus contrapartes físicas. Operan con Mastercard y Visa, respectivamente.
En este último grupo asoma un tercer jugador, Rebanking (de Transatlántica), que ofrece cajas de ahorro y tarjetas American Express gracias a la licencia del BCRA que lo habilita como entidad financiera.
Como si esto fuese poco, se aguarda la llegada de Nubank, el gigante brasileño catalogado como "la fintech más grande de occidente". De la mano de su alianza con Mastercard, ya lleva más de 5 millones de tarjetas emitidas solo en su país de origen.
Prepagas, los "neobancos"Personal mínimo y sin dinero físico circulante. La llamada banca "4.0" permite operar con bajos costos, acceso inmediato al sistema financiero y con una tarjeta disponible en muy pocos pasos. A la espera de los datos de 2019, las estadísticas del BCRA no hacen más que confirmar este boom: durante 2018 se duplicaron las operaciones bancarias a través de medios digitales. 
El segmento de tarjetas prepagas está acaparado por dos "pesos pesados" en lo referido a volumen de emisión de plásticos.

- Por un lado, está Mercado Pago, la poderosa pata fintech de Mercado Libre que crece a paso acelerado en toda América Latina

- Por el otro, se encuentra Ualá, que de la mano de una fenomenal expansión en territorio local va camino a convertirse en el nuevo unicornio argentino.

La primera, que apuesta fuerte a la masificación de pagos QR, no desatiende a su negocio de tarjetas, que ya contabiliza más de 4 millones de prepagas emitidas en la región. Si bien la empresa no revela sus números por país, se estima que casi 2 millones fueron destinadas al mercado argentino.
"Hoy funciona espejando el saldo digital que las personas tienen en su cuenta. Uno puede ir al supermercado y hacer las compras usando la cuenta digital, ir a un cajero y retirar el saldo de manera física o, incluso, acceder a servicios como los de Cabify, Netflix y Spotify, para los cuales necesitás una tarjeta sí o sí", asegura Paula Arregui, VP de Producto de Mercado Pago.
El producto, lanzado en Argentina en febrero del año pasado y en Brasil a finales de 2017, se posicionó fuerte entre usuarios. A pesar del empuje del QR, no pierde aceptación y contribuye cada vez más al total de pagos realizados con la billetera virtual de la compañía (u$s1.300 millones en el último trimestre de 2019). 
El próximo paso de Mercado Pago será la incorporación de tecnología contactless en sus plásticos, gracias a asociación con Mastercard, que apuesta fuerte a la expansión de esta tecnología en América Latina.
Ualá, por su parte, sigue creciendo en tarjetas emitidas y pisa los talones a la firma de marcos Galperín. La empresa comandada por Pierpaolo Barbieri ya superó la marca de 1.500.000 plásticos.
Pese a que su principal objetivo es trabajar en la inclusión financiera, desde la empresa destacan que cada vez son más los bancarizados que eligen a la compañía.Asimismo, en noviembre actualizó su producto estrellas con el agregado de chip y tecnología contactless, dos características que no estaban incluidas en la versión que hasta el momento se enviaba a los usuarios.
Un dato importante de este tipo de tarjetas es que las procesadoras de pago las toman como una de crédito. Esto significa que los "no bancarizados" acceden a promociones y descuentos en comercios sin necesidad de contar con una cuenta bancaria.

Los bancos digitales, en alza

Los directivos de los bancos digitales lo repiten una y otra vez: si bien forman parte del ecosistema fintech -por su ADN 100% digital-, su estructura responde a la de un banco hecho y derecho.
A raíz de barreras de entrada más bajas, que permiten expandir sus productos no solo a clientes de banca tradicional, sino también a monotributistas y autónomos, estas entidades baten récords de activación de cuentas mes a mes.
Nacida en 2016 como Wanap y luego renombrada como Wilobank, la entidad bancaria de Eduardo Eurnekian fue la primera en debutar en este nicho. A casi dos años de su puesta en funcionamiento (debutó en junio de 2018), la empresa ya emitió 95.000 plásticos entre crédito y débito. Como dato adicional, se trata de tarjetas Mastercard Internacional con banda, chip y tecnología contactless.
El producto, además, se consolida de la mano del "público joven", más adepto a incorporar nuevas propuestas. "Un 70% de los usuarios tiene entre 20 y 45 años", subrayan a iProUP desde la compañía. Por lo pronto, el objetivo es superar la barrera de los 100.000 en la primera mitad de 2020.
La última apuesta de la firma en el segmento de plásticos es Wilocard, una tarjeta de crédito con bajo límite y recargable disponible incluso para quienes no tienen historial crediticio o no cuentan con datos de Veraz actualizados.Respecto del perfil de los usuarios, desde la entidad detallan que los consumos de los clientes de Wilobank son variados, pero similares a los de un banco tradicional. El grueso de transacciones ocurre en supermercados, en casas de electrodomésticosestaciones de servicios y en el rubro turismo.
El producto, que también posee el respaldo de Mastercard, permite realizar compras nacionales e internacionales y acceder a promos en cuotas (como Ahora 12), sin necesidad de disponer de una cuenta bancaria.
Rebanking, por su parte, apuesta a crecer fuerte en el segmento de banca digital de la mano de su alianza con American Express.

Para la firma estadounidense, la alianza con la plataforma de Transatlántica significó su desembarcó en el segmento fintech; a través de esta vía ofrece su cartera clásica de productos a un "clic" de distancia: Classic, Gold, Platinum y Black.

Desde la plataforma con sede en Rosario confirman a iProUP que, a la fecha, ya se emitieron 20.000 plásticos AMEX y se abrieron 100.000 cuentas en su primer año de operaciones.

En el caso de Brubank, la plataforma sigue trabajando en su consolidación dentro del mercado local. La empresa fundada por un ex City, Juan Brouchou, apuesta a funcionar como un verdadero hub innovador. Entre sus filas cuenta con Diego Pando, fundador de Bumeran y Digital House, y Pablo Sánchez, ex gerente de Producto de Mercado Libre.
Este background, 100% emprendedor, se refleja en el producto, que comenzó a operar en septiembre de 2018 a "modo de prueba" entre conocidos y allegados para ser lanzado en marzo de 2019 al mercado.
A la fecha Brubank acumula más de 65.000 plásticos emitidos, según lo datos aportados al BCRA, y apunta a duplicar esa cifra en 2020. La empresa, que ofrece tarjetas de crédito y débito, fue la primera en disponer de productos Visa Contactless en el mercado argentino. 
Ahora, con la venta del 15% de su paquete accionario al magnate canadiense David Thompson (presidente de la mesa directiva de Thompson Reuters), apuesta a una agresiva expansión gracias al espaldarazo que le otorga contar con dinero fresco en sus arcas.
"Con David compartimos los mismos valores y visión a largo plazo sobre la compañía: la apuesta en tecnología y la mejora continua en la experiencia del cliente. Esto nos permitirá posicionarnos como el mejor banco digital en Argentina y la región", se entusiasma Bruchou.
Los principales jugadores del sector no tienen dudas: la inclusión financiera es 100% digital, pero tiene su apoyo físico en las tarjetas. Son fundamentales en la cruzada por disminuir el uso de cash y, al mismo tiempo, fuente de beneficios para todos aquellos que hasta ahora no habían podido acceder a una solución de este tipo.
Crédito, débito o prepago, todo sirve para "torcer la cancha", ganarle al uso de efectivo y llevar al mercado argentino a una nueva etapa en su proceso de bancarización.
Fuente: iProfesional

martes, 28 de abril de 2020

Comer alimentos frescos y beber mucha agua para fortalecer las defensas, recomienda el Ministerio de Salud

El Ministerio de Salud recomendó hoy «aumentar el consumo de alimentos frescos», limitar la ingesta de «productos ultraprocesados» y «tomar agua» para «fortalecer las defensas y mantener el sistema inmune sano» en este contexto de pandemia.
Durante el habitual parte matutino diario de la cartera sobre el avance del coronavirus en el país, la coordinadora del Programa Nacional de alimentación saludable y prevención de la obesidad, Verónica Risso Patrón, destacó la «importancia de una alimentación saludable para fortalecer nuestras defensas y mantener nuestro sistema inmune sano», lo que adquiere aún más trascendencia «en este contexto que estamos viviendo».
«Tenemos que aumentar el consumo de alimentos frescos, disminuir el de ultraprocesados, cocinar en casa y en conjunto, probar nuevas recetas con verduras que a veces nos cuesta incorporar; porque eso va a hacer que tengamos adultos más sanos», dijo.
Risso Patrón explicó además de fortalecer el sistema inmune para hacer frente a virus respiratorios como el SARS CoV-2, «una alimentación saludable también es muy importante para enfermedades crónicas no transmisibles que en la población argentina son muy frecuentes» -tales como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares-, pero también para «la prevención del sobrepeso y obesidad, que son muy prevalentes tanto en adultos como en niños».
«Tenemos que consumir la mayor cantidad posibles de alimentos frescos, es decir, carnes de todo tipo, leche, queso, huevos, legumbres y particularmente frutas y verduras tanto crudas como cocidas», dijo.
«Por otro lado, tenemos que limitar la cantidad de productos ultra procesados que tienen altas cantidades de azúcar, grasas y sal que a mediano o largo plazo dañan nuestra salud y provocan las enfermedades crónicas no transmisibles», agregó.
Como ejemplos de estos alimentos cuyo consumo diario hay que reducir, la especialista mencionó «bebidas azucaradas, alimentos listos para consumir, golosinas, sopas, hamburguesas, salchichas y galletitas».
Además, recordó la importancia de «tomar al menos ocho vasos de agua segura al día», porque si la hidratación es muy importante, lo es aún más «en el contexto de cuarentena» y «aunque no tengamos sed».
Por último, la funcionaria pidió «aprovechar el tiempo en casa como una oportunidad para revalorizar la cocina casera y compartida con otros».
«Lo que venimos viendo los nutricionistas es que en general se cocina cada vez menos en Argentina y en el mundo, porque no tenemos tiempo y vamos perdiendo el hábito: por eso comemos alimentos ultra procesados», dijo
Es que además de resultar más saludable, la cocina casera tiene impacto en la forma de aprovechar el tiempo libre y en la creación de «tradiciones» que pasan de generación en generación, como «la comida de la abuela», agregó.
«La cocina es una buena actividad para hacer con las niñas y niños más pequeños, una actividad que puede ser lúdica, divertida, estimulante pero algo importante a tener en cuenta es que si los chicos y chicas toman el hábito de cocinar, de aprender nuevos sabores y, sobre todo si lo hacen ellos mismos, es muy probable que tengan hábitos que van a perdurar en la vida adulta, y vamos a tener adultos más sanos», concluyó.
Fuente: Diario Z

lunes, 27 de abril de 2020

Para después del Coronavirus, Argentina necesita un New Deal de reconstrucción

En crisis, pandemias y guerras los Estados Nacionales son actores fundamentales del nuevo orden
La actual depresión mundial es la oportunidad de implementar un programa nacional con algunos aspectos semejantes al New Deal de Roosevelt (Estados Unidos). Tomar medidas inmediatas y audaces en momentos en que las grandes potencias están ellas mismas altamente endeudadas y buscan soluciones para su salvataje propio.
La salida de la crisis del ’30 del siglo pasado en Estados Unidos fue con el New Deal (Nuevo Trato) impulsado por el presidente Franklin Delano Roosevelt.
Ante los lamentos de los economistas neoliberales que abogan por una salida rápida de la cuarentena para volver a retomar el rumbo de la economía, deberíamos preguntarnos de que rumbo se trata.
La pandemia esta estrechamente vinculada a la marcha de la globalización económica neoliberal que multiplicó rápidamente los efectos de la nueva enfermedad llevándola a todos los confines de la tierra.
Los cambios ecológicos y el calentamiento global producto de ello también habrán ayudado a la aparición del nuevo virus. Recordemos que muchos de esos economistas y políticos afines nos decían que si no tomábamos el carro de la globalización ibamos a quedar pronto fuera del mundo.
Desgraciadamente, y en forma casi simultánea en el tiempo histórico, el macrismo nos dejó comprometidos con una deuda impagable y el coronavirus nos ató a una enfermedad mundial, por lo que estamos bien sentados y de la peor manera, en el tan mentado carro de la globalización, que en vez de beneficiarnos nos hará retroceder hacia una refeudalización del país, una salida que tanto economistas europeos y norteamericanos no descartan incluso en los países centrales.
Refeudalización
De que se trata cuando se utiliza la palabra refeudalización. Sin duda, no constituye una vuelta a las características del antiguo feudalismo, sino que, como señala Sieghard Neckel (2013, citado por Kalmeiear en un reciente libro Refeudalización difundido por Clacso), “dado que la renta del propietario se basa en la parte apropiada del producto neto rural sin necesidad de esfuerzos propios, el modo de financiamiento actual del capitalismo se caracteriza por el hecho que la acumulación de capital ocurre sin inversión y el retorno de las ganancias por propietarios esta garantizada. En ella los propietarios sin riesgo se parecen mucho más a los patrones feudales que al empresario burgués”.
Si a esto le agregamos que el capital de los multimillonarios es cada vez más patrimonial, según lo demostrado por Piketty (El capital en el siglo XXI, 2014), y no pertenece ya los emprendedores originales sino a su hijos o nietos el panorama se completa: los amos del dinero son actualmente largas dinastías como en la época feudal.
La revista Fortune (representativa del establishment norteamericano) en un número especial de agosto de 1986, hace una descripción del poder que aun tenían los Rockefeller en esa época, en un artículo titulado «¿El fin de una dinastía?». El total de la fortuna familiar era entonces de 3,5 billones (miles de millones) de dólares, y el árbol genealógico mostraba 6 generaciones y 83 miembros vivos disfrutando de sus compañías, inversiones y fideicomisos.
La aristocracia argentina sigue siendo, en cambio, en su base, de terratenientes y el nombre de señores feudales les calza mejor todavía (a ellos se les debe agregar el capital extranjero invertido en tierras, como los Benetton). La soja, las actividades extractivas, los recursos naturales pertenecen a estas familias, la gran mayoría de la vieja oligaquía. Los Blanco Villegas (rama materna de Mauricio Macri), las familias de Patricia Bullrich y Marcos Peña y, por supuesto, los Martínez de Hoz, los Blaquier, son un ejemplo.
Multimillonarios
Desde el punto de vista jurídico, además, los multimillonarios, que constituyen el famoso 1 por ciento de la población del mundo, no se rigen por los principios de su ciudadanía nacional sino por derechos adquiridos individuales o dinásticos. Poseen la llamada “ciudadanía por inversión” basada en los paraísos fiscales, sin impuestos a los ingresos, bienes o herencia.
Su ideología central se fundamenta en el supuesto de que para garantizar la acumulación de capital es necesario la existencia de un número muy pequeño de individuos extremadamente ricos y políticamente poderosos. Sólo un efecto derrame del mismo crecimiento hará que los trabajadores y las clases medias reciban las sobras, un menú sumamente restringido para los que verdaderamente producen la riqueza.
Esto se puso en práctica con la paulatina liquidación del Estado de Bienestar que existió en los países desarrollados en el período de posguerra hasta los años ’70 del siglo pasado por el temor al avance del comunismo. En los ’80 y los ’90, con Ronald Reagan (Estados Unidos) y Margaret Thatcher (Gran Bretaña), los gobiernos tuvieron que hacer profundos recortes y ajustes en los servicios sociales, los programas de salud (que ahora tienen gran gravitación en la pandemia) y educación, las jubilaciones y la ayuda a los pobres y desempleados. Todo a beneficio de los mercados financieros que produjeron la crisis de 2008.
Globalización neoliberal
Como un tsumami, la globalización neoliberal destrozó también las barreras nacionales en los países llamados piadosamente emergentes con la complicidad de dirigencias locales que, debemos decirlo con claridad, son socias de intereses ajenos, y juegan para ellos y no para sus mismos países. La perdida de la identidad nacional ha sido su meta y ya esta lejos la época en que hablábamos de una industria argentina o poníamos el acento en nuestro propio camino de desarrollo, tironeados siempre de afuera por el capital internacional y de adentro por esas elites locales.
Hay que retomar cuando llegue el momento sanitario adecuado la marcha plena de la economía pero, al mismo tiempo, ganar de mano al neoliberalismo mientras la economía está todavía paralizada por la pandemia o la post pandemia.
Con la cuarentena preservamos mejor la salud del conjunto de la población y de nuestras fuerzas productivas, no sólo la de nuestros mayores, y se abre un espacio para lograr que el país pueda seguir respirando una vez que la pandemia se aplaque o se logre encontrar la vacuna o los remedios necesarios.
Una parte de las clases medias que todavía creen que el Estado es un cuco y que su mayor presencia estorba el funcionamiento de los mercados pueden ahora observar que un Estado reconstituido, no el que nos dejó Macri que respondía a los intereses de una ínfima minoria, viene en su ayuda, sanitaria y económicamente.
New Deal
Es necesario recurrir a la historia, y no sólo a la argentina, para conocer las salidas de otras crisis, pandemias y guerras, que forman un trío destacado en el orden mundial.
Comencemos por ver el espectáculo del siglo XX. En ese siglo tenemos en abundancia los tres factores y todos no siguieron el mismo camino. La gran depresión de los años treinta y la Segunda Guerra Mundial fueron sus mayores hitos. La salida de la crisis la dio, dentro de las potencias de la época, los Estados Unidos con el New Deal (Nuevo Trato) impulsado por el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt.
Desde 1929 a 1933, el PIB de Estados Unidos cayó cerca de la mitad, el consumo de bienes durables en un 70 por ciento, la inversión se redujo a su quinta parte y los precios al consumidor disminuyeron un 24 por ciento. Por su parte, lo que es más grave desde el punto de vista social, el número de desocupados pasó del 3,2 al 24,8 por ciento de la población activa.
En forma dramática, la revista Fortune, en un número de aquella época, se dirigía paternalmente en su editorial a los mismos desocupados: «Usted que antes fue un carpintero –decía–, no tiene ahora más trabajo ni dinero. Le han cortado el gas y también la electricidad, vuestra mujer languidece, vuestros hijos tiemblan». Y daba una serie de consejos para que esas personas pudieran comer y vestirse recurriendo a cantinas municipales o al Ejército de Salvación. El artículo terminaba con otro consejo a una franja distinta de trabajadores: «Y si usted es un intelectual que tiene mujer y niños, ¿qué hace?… debe hacer como el carpintero» (F. Gigon, Jeudi noir, Laffont, París, 1976).
El New Deal tomó forma en los primeros meses del gobierno de Roosevelt, en 1933. Las políticas económicas tuvieron tres ejes centrales:
1. El incremento del consumo.
2. La política agraria.
3. La búsqueda de una solución al problema del desempleo.

Etapas
En general se le reconocen dos etapas. En la primera, de 1933 a 1935, se tomaron medidas coyunturales para resolver los problemas más urgentes e impulsar la reactivación económica basada en la intervención del Estado ante el fracaso de los mercados.
En primer lugar se hizo una depuración del sistema bancario, eliminando a aquellos bancos que funcionaban mal o irregularmente y se inició un control directo de los precios por el gobierno. La ley de Recuperación Industrial Nacional (NIRA) de junio de 1933 concedió a los obreros la libertad de sindicarse y creó un organismo de regulación (NRA) sobre la producción industrial, que estableció horas máximas de trabajo y salarios mínimos que podían incrementarse.
La ley de Ajuste Agrícola (AAA) tenía como objetivo ayudar a los agricultores hundidos por la crisis. Otras tendían a resolver más directamente el problema de la desocupación como la Administración de Trabajo Civil, que proporcionó empleo o ayuda a 4 millones de estadounidenses. Pero en su mayoría fueron declaradas inconstitucionales por una Corte Suprema conservadora.
En la segunda etapa, que comenzó en 1935, se superó el problema de la Corte y fueron aprobadas medidas importantes como la Ley de Seguridad Social, que establecía niveles de sanidad y asistencia para toda la población y la Ley Wagner. Esta última reafirmó los derechos de sindicalización a los trabajadores (en esa época muchas empresas prohibían al presencia de cualquier tipo de sindicatos) y reguló los procedimientos de negociación colectiva.
Una amplia reforma impositiva dejó a un lado el impuesto a la herencia existente y se aprobó la elevación al 79 por ciento de los ingresos superiores a los cinco millones de dólares que en los gobiernos republicanos anteriores había sido de menos del 20 por ciento. También se sancionaron la Ley Bancaria y de Utilidades de Empresas Públicas, para aumentar el control sobre esas instituciones.
Roosevelt, en el discurso del 28 de Abril de 1935, en referencia a ese proyecto sobre empresas públicas, señalaba: “bajo el dominio de conglomerados económicos, la industria de los servicios de gas y electricidad se han mantenido en una guerra sin esperanzas entre ella y el sentimiento público. La administración ausente de una empresa innecesariamente controlada por un conglomerado ha perdido el contacto con la gente, y la solidaridad de las comunidades a las que pretende servir” (Franklin D. Roosevelt Speeches 1935).
En la ultima etapa del gobierno estalló la Segunda Guerra Mundial que produjo una nueva expansión productiva, y sacó definitivamente al país de la depresión. Para evitar ahora presiones inflacionarias el control de precios se acentuó, la lucha contra los monopolios tuvo sus frutos y en los años de guerra los precios crecieron sólo a un 2 por ciento anual.
Programa
Es un programa con cuestiones coyunturales en su inicio muy parecidas (caída del PIB, endeudamiento, un sistema financiero en quiebra, desocupación, hambre, problemas laborales agudos) y diferencias (allí existía una fuerte deflación y aquí vivimos procesos inflacionarios).
En el pasado y en aquella misma época de la guerra la sindicalización masiva, las primeras leyes sociales y otras similares al New Deal las puso en marcha Perón, que aludió a ese programa económico como modelo en los discursos de su primera campaña presidencial.
Ahora se repite, después de la experiencia macrista una coyuntura también similar con la depresión mundial actual y una herencia interna desfavorable en el gobierno de Alberto Fernández.
Las medidas para dar un ingreso mínimo a gran parte de la población, frenar la desocupación, aumentar salarios y jubilaciones con haberes mínimos, ayudar a las pequeñas y medianas empresas, establecer un más firme control de precios y congelar algunos, manejar empresas públicas esenciales, se inspiran en la experiencia norteamericana y argentina de esos años.
Se propone implementar también un impuesto a las grandes fortunas para costear estas políticas (en la época de Roosevelt fue equivalente el aumento de las alícuotas de los ricos en el sistema tributario). Quedan pendientes, entre otras cosas, un reordenamiento del sistema financiero que viene de la época de la dictadura militar y un mayor control del movimiento de capitales. No será sin duda fácil pero es necesario.
La meta esencial aquí y ahora es la reindustrialización del país y el fortalecimiento del mercado interno, impulsando la creación de nuevo polos tecnológicos, y reorientando el sector agropecuario hacia rubros de mayor valor agregado que cambien el perfil de nuestras exportaciones. Para ello hay que reforzar los organismos de ciencia y tecnología (algo que se ha comenzado a hacer).
En suma estamos hablando de implementar un programa con algunos aspectos semejantes al New Deal, una vez que la epidemia se aplaque, si es posible con un amplio consenso político como se dio entonces en Estados Unidos.
Salidas
En cuanto a la cuestión de la deuda externa, un nudo georgiano que nos apreta la garganta es preciso aplazar cualquier decisión de pago hasta que la economía del país se recobre. Pero hacer un análisis riguroso de su contenido y pagar lo que realmente corresponde: no lo que contribuyó a la fuga de capitales o al juego especulativo como se hizo con los fondos buitres.
Debemos recobrar los jirones de soberanía perdida y volver a los circuitos internacionales curados no sólo del coronavirus sino también de la pandemia económica internacional con políticas económicas propias.
Una de las salidas para el capitalismo neoliberal es la de la tierra arrasada, con una mayor disponibilidad de mano de obra y recursos naturales en todo el mundo, que las corporaciones podrían dominar a su gusto y paladar. Lo hicieron en el pasado y constituye el peor escenario.
Pero hay también otro, la resurgencia de los Estados Nacionales como actores fundamentales del nuevo orden mundial.
Ninguna ayuda vendrá de los organismos internacionales de crédito. Por eso, es necesario tomar medidas inmediatas en momentos en que las grandes potencias están ellas mismas altamente endeudadas y buscan soluciones para su salvataje propio. Esto tiene que llevar al abaratamiento de una deuda externa que nos esquilmó a cambio de nada.
Parecen tareas quijotescas para un país aislado en el extremo sur del mundo. Pero con la ventaja de tener una naturaleza pródiga como para alimentar a 300 millones de personas, contar con un capital humano que puede crear las tecnologías que nos faltan y mejorar con nuevos bienes de intercambio nuestro perfil internacional. No nos queda otra salida.
Fuente: El Ortiba, autor: Mario Rapoport, profesor emérito de la UBA y del ISEN.

domingo, 26 de abril de 2020

WhatsApp ya permite realizar videollamadas con 8 integrantes en Android y iPhone

Facebook anunció que el servicio de mensajería WhatsApp ya permite realizar videollamadas grupales con ocho integrantes desde un teléfono con Android o un iPhone. De esta forma, el chat móvil amplió el límite de personas que podían participar de una llamada por video.
Este cambio había sido reportado por el diario digital WABetaInfo en las aplicaciones beta de WhatsApp para iOS y Android, y ahora ya está disponible las versiones definitivas.
Facebook confirmó la implementación de esta nueva función durante el anuncio de Mesenger Rooms, el servicio de llamadas masivas que busca competir con Zoom y Google Meet.
"Estamos ampliando a ocho integrantes las llamadas grupales de video y audio de WhatsApp", informó Facebook en su cuenta oficial en Twitter, un nuevo límite que incluye al anfitrión y a siete participantes más.
"Estoy muy emocionado por este cambio. Estará disponible en Android y iPhone durante la última semana de abril", dijo Will Cathcart, el ejecutivo a cargo de WhatsApp desde su cuenta oficial en Twitter .
Mark Zuckerberg había revelado que las llamadas en Messenger y WhatsApp eran utilziadas por más de 700 millones de usuarios de forma diaria en todo el mundo, y que en muchos países su demanda se había duplicado debido a la pandemia de coronavirus. "Por este motivo decidimos incrementar el límite de integrantes de las videollamadas a 8 personas en WhatsApp", dijo el cofundador de Facebook.
Fuente: iProUP

viernes, 24 de abril de 2020

Programa completo "De Izquierda a Derecha". Claudio Lozano, López Murphy y Pablo Biró

Programa completo de De Izquierda A Derecha con definiciones sobresalientes en materia de Deuda Externa e Impuesto a la Riqueza por parte de Claudio Lozano, director del Banco Nación. En contraposición la opinión del economista Ricardo López Murphy, y una entrevista imperdible a Pablo Biró, uno de los pilotos que trajo insumos para luchar contra el Covid-19 desde China. Nos podés seguir y suscribirte en Face y nuestro canal de YouTube: https://bit.ly/2RIGNEM. Por Twitter: @deizqaderecha e Instagram: @deizquierdaderecha Podés participar escribiéndonos tus criticas y consultas👍

jueves, 23 de abril de 2020

¿Por qué hoy 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro?

El 23 de abril es una fecha significativa para la cultura humana, pues a instancias de la Oficina de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), dicha fecha se eligió como el Día Mundial del Libro para celebrar uno de los objetos decisivos de la civilización humana.
La UNESCO conmemoró el Día Mundial del Libro por primera vez en 1995. La fecha fue elegida a partir de una tradición que comenzó en España el escritor Vicente Clavel Andrés, quien pensó en celebrar al libro a partir de un figura emblemática de las letras españolas: Miguel de Cervantes, autor del Quijote, el libro cumbre del idioma español. 
Al principio, Clavel propuso que el Día del Libro se celebrara cada 7 de octubre, aniversario del nacimiento de Cervantes, pero después, mirando el calendario, se advirtió que la muerte del también autor de Los trabajos de Persiles y Sigismunda tenía una aparente coincidencia en fechas con la de otro titán de la literatura: William Shakespeare, quien, como Cervantes, falleció el 23 de abril de 1616. 
Parecía extraordinario que las dos grandes figuras de dos de los literatos más importantes de la historia humana hayan partido el mismo día y, en vista de este azar, se eligió el 23 de abril como la fecha para celebrar año con año a los libros.
Sin embargo, como decíamos, dicha coincidencia es sólo aparente, pues si bien Shakespeare murió el 23 de abril de 1616, en esa época Inglaterra seguía otro calendario, el “juliano”, elegido en un momento en que la corona inglesa (y, por extensión, la Iglesia anglicana) entró en diferencias con el Vaticano y el mundo católico. El calendario juliano tenía una diferencia de un par de semanas, por lo cual, desde un punto de vista estrictamente temporal, Cervantes y Shakespeare no murieron el mismo día.
Sea como fuere, dicha precisión fue ignorada en aras del amor por los libros, y fue así como el 23 de abril se eligió para conmemorar el Día Mundial del Libro.
Dicho como dato anecdótico, en este día se celebra también el Día de San Jorge, un santo especialmente importante en el imaginario medieval europeo. Especialmente en Cataluña, esta fecha se conoce a nivel popular como el “día del libro y de la rosa”, pues es costumbre que junto a un libro, o luego de una lectura pública, se regala también dicha flor. El símbolo hace referencia a la historia de San Jorge (o Sant Jordi, en catalán), santo patrono de Cataluña, quien, según la leyenda, mató a un dragón que asolaba la región del Montblanc, en Tarragona, salvando de paso a una princesa que había sido elegida y enviada en sacrificio para apaciguar a la bestia. Al matar al dragón, de la sangre nació un rosal con las flores más hermosas y más coloridas jamás vistas, una de las cuales tomó Sant Jordi para regalársela a la princesa rescatada. De la unión de ambas festividades nació en Cataluña la tradición de reglar libros y rosas.
¿A ti qué libro te cambió la vida? Comparte tus títulos favoritos en la sección de comentarios de esta nota, o a través de nuestros perfiles en redes sociales.

Fuente: The Dreamers

miércoles, 22 de abril de 2020

Helado: por sus cualidades, el mejor remedio para la ansiedad y el estrés

Seguro te has sentido un poco ansioso durante este periodo en el que la pandemia de la COVID-19 asola al mundo. Es normal, pues estamos ajustándonos a un nuevo ritmo de vida y a asimilar nuestras condiciones actuales. 
Si eres de las personas que padecen de ansiedad por esta o cualquier otra situación, te contamos que comer helado es una gran opción para reducir ese sentimiento.
Como seguramente sabes, el helado se diferencia de la nieve en que se hace con leche (mientras que la nieve se hace con agua). Como proteína animal, la leche es fundamental en la elaboración del helado, pues es la que se encarga de llenarlo de nutrientes que son necesarios para nuestra salud, como el calcio, que fortalece los huesos y contribuye a la producción de glóbulos rojos que aportan vitamina B12. Durante esta época, además de ser una gran forma de quitarnos el calor, el helado es el postre perfecto en una dieta balanceada. 
Comer helado ayuda a que tengamos mejor humor, porque contiene un aminoácido que aumenta la producción de serotonina, mejor conocida como la hormona de la felicidad. La serotonina está involucrada en la relajación y la disminución del estrés, y ayuda a dormir mejor. 
Independientemente de los beneficios que nos ofrece el helado a nivel fisiológico, sabemos que los pequeños rituales alrededor de comerlo también nos provocan felicidad, relajación, tranquilidad y consuelo.

Fuente: PIJAMASURF

martes, 21 de abril de 2020

Noam Chomsky: "cuando no parás de decir mentiras, el concepto de verdad simplemente desaparece"

Noam Chomsky nos atendió el miércoles 8 de abril desde su casa de Tucson (Arizona), donde se refugia con su esposa Valeria. Mantuvimos esta entrevista justo antes de que el senador Bernie Sanders anunciara la suspensión de su campaña para la candidatura del Partido Demócrata, lo que convertía al antiguo vicepresidente Joe Biden en el candidato al que se habrá de enfrentar Donald Trump en las elecciones de noviembre. Empecé preguntándole al profesor Chomsky acerca de lo que está ocurriendo ahora mismo en el contexto de las elecciones de 2020 y de lo que cree que va a ocurrir en noviembre.
Noam Chomsky: Si Trump resulta reelegido, el desastre es indescriptible. Significa que las políticas de estos últimos cuatro años, que han sido sumamente destructivas para la población estadounidense, para el mundo, se seguirán aplicando y probablemente se acelerarán. Lo que esto supondrá sólo para la salud es tremendamente grave. Ya mencioné los datos publicados por The Lancet. Irá a peor. Lo que supone para el medioambiente o la amenaza de una guerra nuclear, algo de lo que nadie habla, pero que es sumamente grave, es indescriptible.
Supongamos que Biden sale elegido. Diría que básicamente sería una continuación de Obama: nada espectacular, pero al menos no totalmente destructivo, y ofrecería oportunidades para que una sociedad organizada cambie lo que se está haciendo, ejerza presión.
Actualmente, con frecuencia se afirma que la campaña de Sanders ha sido un fracaso. Creo que es un error. Creo que ha sido un éxito extraordinario porque ha modificado por completo el escenario de debate y discusión. Cuestiones que eran inconcebibles hace un par de años ahora están en el foco de atención.
El peor delito que ha cometido, a ojos de las clases dirigentes, no es la política que propone, sino el hecho de que ha sido capaz de estimular movimientos populares que ya habían empezado a desarrollarse –Occupy, Black Lives Matter y muchos otros– y convertirlos en una corriente activista que no solo aparece cada dos años para presionar a un dirigente y se da media vuelta, sino que ejerce una presión constante, un activismo constante. Esto podría afectar a un gobierno de Biden. También significa, aunque solo se trate de una acción defensiva preventiva, que ha llegado el momento de lidiar con una crisis de gran magnitud.
Analicemos Medicare for All o la otra pieza principal del programa de Sanders, la educación universitaria gratuita. En todo el espectro de las corrientes ideológicas principales, incluso lo que llaman la izquierda dentro de dichas corrientes, las desaprueban porque las consideran demasiado radical para los estadounidenses. Pensemos en lo que esto significa. Es un ataque a la cultura y la sociedad estadounidenses, algo que se esperaría de un enemigo hostil. Esto significa que afirmar que deberíamos estar a la altura de países similares resulta demasiado radical. Todos tienen algún tipo de sistema nacional de salud, en la mayoría la educación superior es gratuita: los países con mejores resultados, como Finlandia, gratuita; Alemania, gratuita; nuestro vecino del sur, México, un país pobre, posee una educación superior de gran calidad, gratuita. Así que, para los estadounidenses, decir que deberíamos estar a la altura del resto del mundo se considera demasiado radical. Es un comentario asombroso. Como he dicho, es una crítica a Estados Unidos que se esperaría de un enemigo muy hostil.
Esta es la izquierda del espectro político. Lo cual indica que tenemos problemas sumamente graves. No es solo Trump. Él lo ha agravado todo aún más, pero los problemas son mucho más graves, como, por ejemplo, la catástrofe de los respiradores, que describí en su momento, basada en la lógica capitalista y con el mazazo extra de un gobierno ineficaz a la hora de lidiar con cualquier asunto. Esto va mucho más allá de Trump. Y tenemos que enfrentarnos a los hechos. Algunas personas lo hacen. Seguro que informaste –no lo recuerdo–, probablemente informaste de que había que poner en marcha el Reloj del Apocalipsis en enero. ¿No?
Sí.
Fíjate en lo que ocurrió. Durante todo el mandato de Trump, el minutero del Reloj del Apocalipsis, el mejor indicador general de la situación del mundo, se acercó a la medianoche –el final–, alcanzó el punto más alto de su historia. El pasado mes de enero, lo sobrepasó. Los analistas pasaron de los minutos a los segundos: cien segundos para alcanzar la medianoche, gracias a Donald Trump.
Y el Partido Republicano, que es monstruoso, ya no se puede calificar de partido político. Se limita a repetir, con vergüenza, todo lo que dice el amo. Carece absolutamente de integridad. Observarlo es increíble. Se ha rodeado de una colección de psicópatas que se limita a repetir con sumisión todo lo que dice. Un verdadero ataque a la democracia, junto con el ataque a la supervivencia de la humanidad… La guerra nuclear, aumentar la amenaza de una guerra nuclear, desmantelar el sistema de control de armas que, en cierto modo, nos ha protegido del desastre total… Observarlo es asombroso.
El mismo memorando que cité sobre el modo en que las políticas que estamos adoptando están arriesgando la supervivencia de la humanidad concluía argumentando que los bancos debían reducir su apoyo a los combustibles fósiles, en parte por las consecuencias para su reputación. La reputación de los bancos se está viendo perjudicada. ¿Y eso qué significa? Significa que los activistas los están presionando y tienen que conservar cierta reputación. Esa es una buena lección.
Y funciona. Hemos visto varios ejemplos muy llamativos. Por ejemplo, el Green New Deal. Hace un par de años era objeto de burla, si es que se llegaba a mencionar. Algún tipo de Green New Deal es esencial para la supervivencia de la humanidad. Ahora forma parte de todas las agendas. ¿A qué se debe? Al compromiso del activismo. Especialmente del Sunrise Movement, un grupo de jóvenes que llevaron a cabo acciones relevantes hasta el punto de llegar a los despachos del congreso. Recibieron el apoyo de Alexandria Ocasio-Cortez y otros jóvenes legisladores que llegaron a su cargo como parte de la oleada popular que se inspiró en Sanders: otro gran éxito. Ed Markey, senador por Massachusetts, se sumó a la causa. Ahora forma parte de la agenda legislativa. El siguiente paso es hacerlo viable para forzar su aprobación. Hay muy buenas ideas para lograrlo. Y esa es la forma de cambiar las cosas.
Si Biden alcanzara la presidencia, no sé si habría un gobierno absolutamente comprensivo, pero al menos sería abordable, se podría ejercer cierta presión. Y eso es muy importante. Si echamos un vistazo al estupendo historiador especializado en asuntos laborales –seguro que conoce a Erik Loomis, que ha estudiado los esfuerzos de la clase trabajadora para introducir cambios en la sociedad, en ocasiones en beneficio de los trabajadores, en ocasiones en beneficio de la sociedad en general–, presentó una idea muy interesante. Esos esfuerzos tenían éxito cuando había un gobierno tolerante o comprensivo, no cuando no lo había. Hay una gran diferencia –una de las muchas diferencias enormes entre Trump, el sociópata, y Biden, que es un poco vacuo– en poder presionar de un modo u otro. Es la elección más crucial de la historia de la humanidad, literalmente. Cuatro años más de Trump nos expondría a un grave problema.
¿Cómo es posible que Estados Unidos, el país más rico del mundo, se haya convertido en el epicentro de la pandemia?
Los países han reaccionado de formas muy diversas, algunos con notable éxito, otros con más o menos éxito. Hay uno que ha tocado fondo. Nosotros. Estados Unidos es el único país importante que ni siquiera puede proporcionar datos a la Organización Mundial de la Salud porque es sumamente disfuncional.
Esto tiene un origen. Parte de dicho origen es un sistema sanitario vergonzoso, que sencillamente no está preparado para nada que se salga de lo normal. Simplemente no funciona. Esto se ha visto agravado por la presencia de una extraña colección de gánsteres de Washington que pareciera como si, de forma sistemática, hubieran adoptado todas las medidas posibles para hacerlo lo peor posible. Durante el mandato de Trump, estos últimos cuatro años, se han recortado sistemáticamente en todos los aspectos relacionados con la salud. El Pentágono progresa. La construcción de su muro progresa. Pero cualquier otra cosa –de hecho, cualquier cosa que pudiera beneficiar a la población en general– empeora, y en particular la sanidad.
Algunos casos son casi surrealistas. Por ejemplo, en octubre, en un momento tremendamente oportuno, [Trump] canceló por completo un proyecto de la agencia para el Desarrollo de EE. UU. –se llamaba Predict– que trabajaba con países del Tercer Mundo y también en China, para tratar de detectar virus nuevos que podían convertirse en la pandemia prevista. Y de hecho desde entonces se preveía –al menos a partir de la epidemia del SARS en 2003–. De modo que tenemos una combinación de factores, algunos de ellos específicos de Estados Unidos.
Si queremos asegurarnos, o al menos tener la esperanza, de poder evitar nuevas pandemias –que es muy probable que lleguen y más graves que esta, en parte debido a la enorme y creciente amenaza del calentamiento global– tenemos que estudiar el origen de esta. Y es muy importante analizarlo detenidamente. De modo que, si echamos la vista atrás, los científicos llevan años prediciendo pandemias. La epidemia del SARS fue bastante grave. Se logró contener, fue el comienzo del desarrollo de las vacunas, pero nunca llegaron a la fase de prueba. Entonces ya se sabía que iba a ocurrir algo más y hubo otras epidemias.
Pero no basta con saberlo. Alguien tiene que coger el testigo y entregarse a ello. ¿Y quién puede hacerlo? Lo lógico sería que fueran las empresas farmacéuticas, pero no están interesadas. Siguen la buena lógica capitalista: las señales del mercado indican que prepararse para una catástrofe anticipada y prevista no genera beneficios. De modo que no les interesaba.
En ese momento, otra posibilidad es que el gobierno tome cartas en el asunto. Tengo edad suficiente para recordar que se puso fin al horror de la polio gracias a un proyecto que puso en marcha y financió el gobierno y que derivó en la vacuna de Salk, que era gratis, carecía de derechos de propiedad intelectual. Jonas Salk dijo que debía ser libre como el viento. Muy bien, se logró acabar con el horror de la polio, el horror del sarampión y otros. Pero el gobierno no ha podido tomar cartas en este asunto a causa de otro aspecto particular de la época moderna: la plaga neoliberal. Recordemos la alegre sonrisa de Ronald Reagan y su frasecilla que afirmaba que el gobierno es el problema, no la solución. De modo que el gobierno no puede intervenir.
Se han hecho esfuerzos, no obstante, para intentar prepararse para esto. Ahora mismo en Nueva York y otros lugares, médicos y enfermeras se ven obligados a tomar decisiones angustiosas sobre a quién matar –una decisión nada agradable– simplemente porque no tienen suficiente equipamiento. Y el obstáculo principal es la falta de respiradores, una enorme escasez de respiradores. Ahora bien, el gobierno de Obama se esforzó en intentar prepararse para esto. Y esto revela, de forma radical, el tipo de factores que nos conducen a la catástrofe. Contrataron a una pequeña empresa que estaba fabricando respiradores de gran calidad a bajo coste. La empresa fue adquirida por una más grande, Covidien, que fabrica respiradores sofisticados y caros. Y dejaron de lado el proyecto. Presumiblemente no querían que compitieran con los suyos, más costosos. Poco después, comunicaron al gobierno que querían rescindir el contrato. La razón era que no era suficientemente rentable, por lo que no se hicieron más respiradores.
Lo mismo ocurre con los hospitales. Los hospitales, según los programas neoliberales, se supone que tienen que ser rentables, es decir, no pueden tener capacidad de más, solo el suficiente número de camas para arreglárselas. Y de hecho, mucha gente, yo incluido, puede testificar que incluso los mejores hospitales han causado gran dolor y sufrimiento a los pacientes, ya antes de que estallara esta pandemia, debido a este concepto de eficiencia bajo mínimos que maneja nuestro sistema sanitario privatizado con ánimo de lucro. Cuando algo se sale de lo normal, mala suerte. Y así funciona todo el sistema.
De modo que tenemos una combinación de la lógica capitalista, que es letal pero controlable, pero que es incontrolable siguiendo los programas neoliberales, que además dictan que el gobierno no puede intervenir y coger el testigo cuando el sector privado no lo hace.
Para más inri –y esto atañe específicamente a Estados Unidos– tenemos un espectáculo circense en Washington, un gobierno totalmente disfuncional, que está causando graves problemas. Y no es que no se supiera nada. Durante todo el mandato de Trump, incluso antes, se sabía que se avecinaba una pandemia. Su reacción fue reducir su prevención. Sorprendentemente, esta actitud continuó incluso después de que se manifestara la pandemia.
De modo que, el 10 de febrero, cuando ya era grave, Trump publicó sus presupuestos para el próximo año. Échenle un vistazo. El presupuesto mantiene el recorte de fondos del Centro para el Control de Enfermedades y demás instituciones gubernamentales responsables de la salud, sigue recortándolas. Aumenta la financiación de algunas cosas, como la producción de combustibles fósiles, concede nuevas subvenciones a las industrias de combustibles fósiles. Es decir, es como si el país sencillamente estuviera… Mejor dicho, el país sencillamente está gobernado por sociópatas.
Y la consecuencia, por tanto, es que reducimos los esfuerzos para lidiar con la pandemia que está tomando forma y aumentamos los esfuerzos por destruir el medioambiente –los esfuerzos en los que Estados Unidos, bajo el mandato de Trump, va a la cabeza en la carrera hacia el abismo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que eso –obviamente– es muchísimo más grave que la amenaza del coronavirus. Y es nocivo y grave, en particular en Estados Unidos, pero de algún modo nos recuperaremos, a un precio muy alto. No nos recuperaremos del derretimiento de las placas de hielo polar, que está derivando en un efecto retroactivo, bien conocido, que va en aumento: a medida que se derriten, disminuye la superficie reflectante y aumenta la absorción en los mares oscuros. El calentamiento que provoca el derretimiento aumenta. Y solo es uno de los factores que nos lleva a la destrucción, a menos que hagamos algo al respecto.
Y no es ningún secreto. Recientemente, por ejemplo, hace un par de semanas, se filtró algo muy interesante, un memorando de JPMorgan Chase, el banco más importante de Estados Unidos, que advertía de que, según sus propias palabras, “la supervivencia de la humanidad está en peligro si continuamos nuestro camino actual”, que incluía la financiación de las industrias de combustibles fósiles por parte del propio banco; es decir, estamos poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad. Cualquiera que tenga los ojos abiertos en el gobierno de Trump es perfectamente consciente de ello. Es difícil encontrar palabras para calificarlo.
(…) Trump está desesperado por encontrar un chivo expiatorio al que culpar por sus espeluznantes errores e incompetencia. El más reciente es la Organización Mundial de la Salud, el ataque a China. El responsable siempre es otro.
Sin embargo, es sencillo, los hechos son muy claros. El pasado mes de diciembre China informó rápidamente a la Organización Mundial de la Salud de que se encontraban con pacientes con síntomas similares a la neumonía de etiología desconocida. No sabían qué era. Aproximadamente una semana después, el 7 de enero, comunicaron a la Organización Mundial de la Salud, la comunidad científica internacional, que los científicos chinos habían descubierto el origen: un coronavirus parecido al virus del SARS. Habían identificado la secuencia, el genoma. Estaban proporcionando la información al mundo.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos eran perfectamente conscientes de ello. Durante los meses de enero y febrero intentaron que alguien en la Casa Blanca prestara atención a la llegada de una grave pandemia. Sencillamente, nadie les escuchaba. Trump estaba fuera jugando al golf o tal vez escuchando o comprobando sus índices de audiencia en televisión. Ayer supimos que a finales de enero, un funcionario de alto nivel, muy cercano al gobierno, Peter Navarro, había enviado un mensaje muy contundente a la Casa Blanca afirmando que se trataba de un peligro real. Pero ni siquiera él tuvo éxito.
Noam, usted menciona a Peter Navarro, delegado de comercio, que envió un memorando –acaba de publicarse en The New York Times– a finales de enero advirtiendo de que con el coronavirus podían morir aproximadamente un millón de personas. Y la reacción de Trump en ese contexto fue prohibir los viajes desde China, no actuar en consecuencia, que era asegurarse de que Estados Unidos tenía los test adecuados y los EPIs, el equipo de protección individual, que los médicos, enfermeras, el personal de limpieza de los hospitales necesitaban para sobrevivir, tratar a los pacientes y ayudarles a ellos a sobrevivir. Y ha salido a la luz que las agencias de inteligencia, en ese momento, incluso antes que Navarro, estaban advirtiendo a Trump. Si pudiéramos retroceder a hace dos años, cuando disolvió la unidad para pandemias dentro del Consejo Nacional de Seguridad, pongamos cuando estaba en China departiendo acerca de gastar dinero en bombas o un muro, que le dijeran: “Señor, también tiene que fijarse en lo que está ocurriendo aquí”. Y esa unidad, la unidad para pandemias, no solo se ocupa de cómo procedemos en Estados Unidos, sino que también se asegura –tal y como hace el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y otros organismos del gobierno de Estados Unidos– de enviar científicos a otros países, como China, para investigar y ayudar a otros países, porque cuando se trata de una pandemia tenemos que ir todos a una. De modo que, ¿podría hablarnos de estas advertencias y por qué los test y los equipos de protección individual son tan importantes?
Hay que recordar que esa actitud continuó incluso después de que la pandemia estuviera presente. Ahora bien, la propuesta presupuestaria es asombrosa. Se hace el 10 de febrero, con la pandemia muy avanzada. Trump recorta aún más los materiales gubernamentales relativos a la salud para seguir atacando. Estaban en el patíbulo, al igual que durante todo su mandato.
De hecho, las imágenes que has mostrado antes son parte de una estrategia muy inteligente. Independientemente de que sea algo planeado a conciencia o simplemente intuitivo, eso no lo sé. Pero seguir la pauta de hacer una afirmación, contradecirla mañana y salir con algo nuevo al día siguiente es realmente brillante. Significa que lo van a justificar. Pase lo que pase, lo habrá dicho. Si disparas flechas al azar, alguna dará en el blanco. Y la técnica que emplea con el altavoz de Fox y una base de admiradores que solo sintonizan la Fox, Limbaugh, etc., simplemente van a escoger lo que resultó ser cierto y dirán: “Miren a nuestro maravilloso presidente, el mejor presidente de la historia, nuestro salvador, lo supo desde el principio como muestran sus declaraciones”. No falla.
Se asemeja mucho a la técnica de fabricar mentiras constantemente. Ya sabemos cómo funcionan, no hace falta insistir en el tema. Los diligentes verificadores de informaciones llevan la cuenta. Creo que hasta ahora hay detectadas unas 20.000. Y mientras Trump se muere de la risa. Es perfecto. No paras de decir mentiras y lo que ocurre es que el concepto de verdad simplemente desaparece.
En un fragmento del The Daily Show, de Trevor Noah, que se llama “Homenaje a los estúpidos heroescépticos de la pandemia del coronavirus”, aparecen varios miembros de los medios de comunicación de derechas, como Sean Hannity, Rush Limbaugh, Tomi Lahren y otros, así como congresistas republicanos y miembros del gobierno de Trump, minimizando o burlándose de la pandemia del coronavirus. Empieza el 24 de febrero y termina con Donald Trump el 17 de marzo y Hannity el 18 de marzo diciendo que ellos siempre se habían tomado la pandemia en serio. De modo que, cuando usted escucha las noticias de Fox News –que no es un canal cualquiera, es la gente con la que se comunica el presidente Trump. Tal vez sean sus consejeros, porque continuamente le quitaron hierro a la situación–, ¿considera que el presidente Trump es responsable? ¿Diría que tiene las manos manchadas de sangre?
No hay duda. Trump hace una declaración disparatada. Después es amplificada por el altavoz de Fox News. Al día siguiente dice lo contrario. Se hacen eco; el altavoz lo amplifica. Hay que fijarse en el tono, el tono del reportaje es interesante. Es de una confianza absoluta, no lo que cualquier persona sensata y en su sano juicio diría: “No lo sabemos con certeza. Hay mucha incertidumbre. Hoy las cosas están así”. Nada por el estilo. Confianza absoluta. Independientemente de lo que nuestro querido líder diga, lo amplificamos. Y es un diálogo interesante. Amplifican lo que dice. Sean Hannity dice: “Es la mejor maniobra que se ha hecho en la historia universal”. Y a la mañana siguiente, Trump sintoniza Fox & Friends y escucha lo que se ha dicho. Se convierte en su reflexión del día. Es una interacción, Murdoch y Trump se preparan literalmente para intentar destrozar el país y destrozar el mundo, porque en el fondo, no debemos olvidarlo, hay una amenaza muchísimo mayor, que cada vez está más cerca, mientras Trump se abre camino hacia la destrucción.
Recibe ayuda. Así, en el hemisferio sur, bien abajo, hay otro loco, Jair Bolsonaro, que rivaliza con Trump para ver quién puede ser el peor criminal del planeta. Le está diciendo a los brasileños: “Esto no es nada. Solo es un resfriado. Los brasileños no contraemos virus. Somos inmunes”. Su ministro de Sanidad y otros funcionarios están intentando intervenir y decir: “Esto es muy serio”. Muchos gobernadores, afortunadamente, están ignorando lo que dice. Pero Brasil se enfrenta a una terrible crisis. De hecho ha llegado hasta el punto de que en las favelas, los barrios pobres de Río, donde el gobierno no hace nada por la gente, otros han intervenido para, en la medida de lo posible, imponer restricciones sensatas bajo esas miserables condiciones. ¿Quién? Las bandas criminales. Las bandas criminales que torturan a la población han intervenido para intentar imponer normas sanitarias. La población indígena se enfrenta prácticamente a un genocidio, lo cual no le importaría a Bolsonaro porque, en cualquier caso, cree que no deberían estar allí. Entretanto, mientras todo esto ocurre, se publican artículos científicos advirtiendo de que en 15 años el Amazonas pasará de ser un sumidero neto de carbono a un emisor neto de CO2. Algo devastador para Brasil –de hecho, para el mundo entero.
De modo que tenemos al llamado Coloso del Norte en manos de unos sociópatas, que están haciendo todo lo que pueden para perjudicar al país y al mundo. Y al llamado Coloso del Sur que, a su manera, está haciendo lo mismo. Sigo la situación de cerca porque mi esposa Valeria es brasileña y me mantiene al día con las noticias que están apareciendo en Brasil. Y, sencillamente, es asombroso.
Sin embargo, mientras tanto, hay países que están reaccionando con sensatez. De modo que, en cuanto empezaron a llegar las noticias de China –y hubo muchas enseguida, al contrario de lo que se está diciendo– los países de la periferia de China empezaron a reaccionar –Taiwán, Corea del Sur, Singapur– de una manera bastante efectiva. Algunos de ellos lo tienen básicamente bajo control. Nueva Zelanda aparentemente ha contenido el coronavirus, tal vez casi por completo, con un confinamiento inmediato durante un par de semanas, y parece que está a punto de eliminarlo. En Europa, la mayor parte de los países vacilaron, pero algunos, los mejor organizados, actuaron enseguida. Es muy llamativo. Sería muy útil para los estadounidenses que compararan los desvaríos de Trump con las informaciones y declaraciones sobrias y objetivas de la canciller alemana Angela Merkel dirigidas a la población alemana, describiendo exactamente lo que está ocurriendo y lo que hay que hacer.
Quería preguntarte, mientras conversas con nosotros desde tu casa de Tucson, Arizona, donde estás confinado porque estamos en medio de esta pandemia para evitar la propagación y para protegerte a ti mismo y a tu familia: ¿Qué te da esperanza?
He de decir que sigo un régimen estricto porque mi esposa Valeria está al mando y yo sigo sus órdenes. De modo que Valeria y yo estamos aislados.
Pero lo que me da esperanza son las iniciativas que están adoptando sectores populares por todo el mundo, muchos de ellos. Algunas cosas que están pasando son verdaderamente motivadoras. Por ejemplo los médicos y enfermeros que están trabajando sin descanso bajo unas condiciones sumamente peligrosas, carentes –especialmente en Estados Unidos– del mínimo apoyo, viéndose obligados a tomar unas decisiones angustiosas sobre a quién matar mañana. Pero lo están haciendo. Se trata de un tributo ejemplar a los recursos del espíritu humano, un modelo de lo que se puede hacer, junto con los movimientos populares, los pasos para crear una Internacional Progresista. Son señales muy positivas.
Sin embargo, si nos remontamos a la historia reciente, ha habido épocas en que la situación parecía verdaderamente imposible y desesperada. Pienso en mi infancia, a finales de la década de 1930 y comienzo de la de 1940. Parecía que el ascenso del azote nazi era inexorable, victoria tras victoria. Parecía que era imparable. Fue la invención más espeluznante de la historia de la humanidad. Resulta que –entonces yo lo desconocía– los estrategas de EE. UU. esperaban que durante la posguerra el mundo se dividiera entre un mundo controlado por EE. UU. y otro controlado por Alemania, incluida toda Eurasia: una idea horripilante. Y se superó. Ha habido otros movimientos en defensa de los derechos civiles: el joven movimiento Freedom Riders que se manifestó en Alabama para animar a los granjeros negros a que fueran a votar, a pesar de la grave amenaza de muerte que se cernía sobre ellos y sobre los propios manifestantes. Son algunos ejemplos de lo que los humanos son capaces de hacer y han hecho. Y hoy en día vemos muchas señales: esa es la base de la esperanza.
Fuente: El ortiba