sábado, 28 de octubre de 2023

La posible llegada de Massa a Casa Rosada deja heridos entre los ex albertistas

Pasaron las elecciones generales. Sergio Massa se recuperó de la derrota en las PASO, pero Casa Rosada se mantuvo en un ruidoso silencio. Un sosiego sólo roto por la llegada y salida del helicóptero oficial que lleva y trae a Alberto Fernández desde Olivos a Balcarce 50 –y viceversa- cuando acude hasta su despacho para estar allí sin que se sepa qué es lo que hace. Es que, a menos de dos meses de que venza su mandato, ya no se dan agendas del presidente, casi ninguna de los ministerios, y menos aún de la Jefatura de Gabinete.

La contenida euforia que se percibía al cruzar Hipólito Yrigoyen, en el Palacio de Hacienda, no se replicaba en las galerías, pasillos, patios y salones de la sede del Poder Ejecutivo. Unos tuits –con olor a poco compromiso- del jefe de Estado, felicitaron tanto al candidato oficialista como a Rogelio Frigerio –que se impuso en Entre Ríos- y a Jorge Macri, nuevo alcalde porteño electo, entre otros ganadores.

Los desplantes del hombre que desarrolla las funciones que él debería cumplir, arrastraron a Fernández a no demostrar ninguna algarabía ante la remontada de siete puntos sobre Javier Milei, a quien siguen operando desde las usinas massistas para que se baje.

Hace más de un año que Cristina Kirchner intervino la administración a través de Massa y éste lo ocultó en la campaña, llegando a responsabilizar a Fernández, junto a muchos de sus funcionarios -en particular a Martín Guzmán- como únicos responsables del fracaso del gobierno que acaba y con el que toma distancia, aunque haya estado en la coalición desde el principio.

Ese tipo de actitudes eran las que más enojaban a los “albertistas”, hasta que, en medio de la coyuntura, decidieron cruzar al quinto piso de Yrigoyen 250 y ofrecer sus servicios al tigrense empoderado por la mandamás del Senado. La deslealtad de varios exintegrantes de la mesa chica del primer mandatario se nota en las oficinas vacías cuando él está en la Casa. De todos modos, el ministro-candidato despachó a más de uno. Para deducir nombres, basta con observar a quiénes pasaron de una exposición mediática desorbitada al inevitable limbo del despoder.

Mientras que en Economía miraban con sigilo el acuerdo entre el indirecto ex pupilo del massismo con Mauricio Macri y Patricia Bullrich, en Rosada hubo algunos que se dieron el gusto de brindar con agua. Es que como decía Al Pacino en el Abogado del Diablo: “La vanidad, es sin dudas, mi pecado favorito”. En el seno del palacio gubernamental no se puede disimular que quedan muchas cuentas pendientes luego de estos cuatro años de desencuentros. Los pases de factura están a la espera de que empiecen los problemas al sucesor de Alberto.

Así como hay una gran mayoría que en Casa de Gobierno entiende que la posible llegada de Sergio M. al poder es garantía de sostenimiento a intereses particulares, no son pocos los que desconfían y cuentan -en la más absoluta reserva- que, si el Bastón de Mando queda en manos del líder del Frente Renovador, van a entender más temprano que tarde la frase que alguna vez Néstor Kirchner le dijo a un joven Massa: “Vos sos igual que yo, pero más hijo de puta”.

Hay un único lugar donde al último delfín de CFK no se lo trata como si ya fuera presidente. Se trata de la Casa Rosada, pero por una sola razón, el ministro no la pisa desde que empezó a no tener empachos en cumplir sus ambiciones.

En Hacienda a Fernández lo califican -sin anestesia- como un “piantavotos”, y aunque lo piensen, pero no lo digan, lo mismo creen de la jefa del kirchnerismo, por lo menos hasta el 19 de noviembre, confiesa un administrativo de planta permanente del área financiera del ministerio, que además infiere que económicamente, con las estratagemas de Massa y (Gabriel) Rubinstein “lo peor todavía no llegó”. La imparable suba de precios, la falta de insumos médicos en el sector de salud, como cardiología, oncología y terapias intensivas (entre otras), más la escasez de combustibles, parecen formar parte de esas advertencias.

El jueves fue un día muy extraño en Gobierno. A la mañana circulaba el rumor de que la portavoz Gabriela Cerruti retornaba al ruedo con sus conferencias de prensa. Su celular y el de su segunda, Roxana Barone, estallaban. “Es fake” contestaban. Pero la bola seguía y el corrillo llegó a los oídos del mandamás de la campaña de Massa, es decir, el propio Massa. A la vocera no le quedó otra que citar el tuit -que se reproducía sin parar en las redes- y ponerle un sintético “Falso”.

En esa misma jornada, otra vez Alberto F. llegó a la Rosada al mediodía en la nave oficial (que dicho sea de paso tiene un costo de más de $400 mil por trayecto). El presidente estuvo nuevamente sin actividad, pero se quedó mirando por TV el encuentro del titular de Hacienda con los 18 gobernadores del PJ en el Consejo Federal de Inversiones. Aquellos que alguna vez esbozaron la posibilidad de su reelección, hacían lo que mejor saben hacer, peronismo. Así sellaron la foto de unidad con quien hábilmente supo desgastarlo -vale decirlo- gracias a sus constantes desaciertos e impericias.

Cuando ya ni los cronistas de exteriores estaban en lo que había sido el cónclave con posterior rueda de prensa -en la que Massa aprovechó para resaltar las medidas que la oposición le minimiza bajo el descrédito de otro “Plan Platita”- el Sikorsky S-70A-30 levantó vuelo con un Fernández etéreo desde el helipuerto de Balcarce 50 rumbo a la Residencia de Olivos, en la que ya están por empezar a retirar las pertenencias de quien en pocas semanas volverá al llano.

Así y todo, el mandatario aprovechó el viernes para hacer lo que más le gusta, viajar y escapar de la coyuntura que tanto lo agobia, y de la que tampoco lo dejan participar. Esta vez el destino fue Montevideo con la finalidad de participar de la organización de los primeros tres partidos del Mundial de Fútbol 2030 que se jugarán en tres países sudamericanos y el resto en España, Portugal y Marruecos.

En el amplio espectro de Unión por la Patria están los que deducen que el peronismo se sostendrá en el Poder porque en el transcurso de este proceso pueden convivir en su interior dos ideas. La primera es la que lleva tranquilidad al kirchnerismo, y es que CFK seguirá manteniendo su cuota de autoridad en una potencial administración massista. La segunda genera ríos de calma en los pejotistas cansados de la intransigencia cristinista. En ella anida el axioma de que Sergio Massa será quien jubile a la ex presidenta, ambas improbables.

Del otro lado del mostrador, el que más fuerza hace para volver a ser el líder de la oposición ante un eventual Gobierno del tigrense –con o sin Cristina- es Mauricio Macri, que hace foco en una sola cosa, el 63,9 por ciento de personas que no votó al oficialismo.

Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (P&M). Más información exclusiva de Balcarce 50 a través de X en @JuamPaPeralta y en IG: @juanpabloperaltaperiodista

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