martes, 11 de noviembre de 2008

Los hijos del medio

Imaginate, mi papá era director de cárceles, ¿qué gracia hubiese tenido trabajar con él?! ¡Bastante con que vivíamos juntos! Ahora, qué pasa con nosotros que somos de una generación en la que todos nos creemos padres piolas... Eso es lo que yo no sé. A veces me pregunto, ¿uno es un padre, entre comillas, joven?". De las dudas de Roberto Pettinato se desprenden, por lo menos, dos datos que replicarán en otras anécdotas a lo largo de esta nota: 1) Para los tipos de su generación, trabajar con el padre hubiera resultado una pesadilla. 2) Hoy en día, esa misma generación desdramatizó la paternidad para situar el vínculo en una perspectiva amigable.Por iniciativa de Roberto, Tamara Pettinato (22 años, estudiante de TEA Imagen) se sumó a la producción del programa que él conduce, El show de la noticia (de 6 a 9, por La 100), donde ella edita los mensajes de los oyentes. "Todos mis amigos trabajan con el padre —afirma Tamara—. En nuestro caso, lo mejor es que antes no nos veíamos mucho porque él trabajaba y yo hacía mis cosas. Ahora hay una relación más estrecha. Lo peor es que, a veces, me canso de verlo e, inevitablemente, los problemas familiares los traemos acá. Igual, él no es mi jefe. No me puede decir ''mañana no vengas''".Aunque Tamara sostiene que el de su padre es un caso único ("tiene mi misma edad"), el aludido quiere tomarse la cosa en serio: "A mí me pareció que darle la oportunidad estaba bien para que ella empiece. Porque si no, ¿sabés qué pasa? Los hijos se anquilosan, se quedan totalmente encerrados en el huevo materno'".En la misma sintonía, Martín Pigna (19 años, estudiante de TEA) asume que "estaba al pedo en casa, terminando el secundario, y mi viejo me dijo que tenía un laburito para mí. A veces lo acompañaba a la radio y me encantaba recorrer los pasillos. Entonces volvimos de las vacaciones y me mandó a hablar con Alejandra Medina (productora general de radio Mitre) y arreglé para hacer una pasantía. Cuando terminé el colegio, pregunté si había posibilidades de seguir y me dijeron que sí. Ahí empecé en Hoy por hoy (con Néstor Ibarra) y después pasé a Animados" (Mitre). El historiador Felipe Pigna (que cuenta la historia en Animados, en Mitre y en Cuál es?, por la Rock & Pop) es el padre del joven que, también, edita mensajes en el programa matutino de Lalo Mir. Como Petti, Felipe se limitó a dar el empujón inicial: "Yo le abrí una puerta y él se quedó por mérito propio. A mí me llegan comentarios y muy buenos, acerca de su capacidad y de la garra que pone en su laburo. La verdad es que me siento orgulloso'". Y tanto es así, que padre e hijo están madurando un proyecto periodístico en conjunto. "Para mí, por lo menos, estaría buenísimo", dice el papá.La misma voz, el mismo nombre"Empecé haciendo una cosa totalmente diferente a lo que hacen mi mamá y mi papá, que es conducción. Arranqué en informativos de AM, un trabajo que saqué de la carrera y de mi historia. El ambiente me resulta familiar desde chiquita: estoy en un estudio y me siento en casa. Fue Mario Portugal el que me dio la posibilidad de hacer suplencias, primero, en Del Plata, después en América", recuerda Lucila Pesoa (27 años, hija de Quique, y de la locutora Nora Kowalczyk), a cargo de la trasnoche en FM Blue y voz institucional de la Metro.Sin embargo, señala: "Nunca conseguí un trabajo por ser ''la hija de''. Es más, creo que, en ocasiones, nos remó en contra a mi hermana y a mí. Porque la gente suele pensar que si tiene a Pirulo Méndez que se recibió hace poco y no sé qué, y a Lucila Pesoa que es la hija de Quique y no sé qué, le dan laburo a Pirulo porque la hija de Quique, seguramente, va a conseguir un trabajo mejor. Y así se te va la vida'". Lucila, cuya voz posee una potencia diáfana y arrebatadora, se recibió de locutora en Cosal ("rendí primero en el Iser y reboté como un pelotín... En ese momento, las cosas no estaban bien entre la gente del Iser y mi papá. Los solía insultar públicamente a menudo"), después de abandonar la carrera de Historia del arte y fruto de sus entusiasmos interpretativos corales. En cambio, la "hermana" aludida más arriba, estudia Sociología e integra el equipo de realización de Docu.radio (De la Ciudad)."Mi laburo es integral. Con un equipo de productoras hacemos radiodocumentales —aclara Margarita (28 años)—. Investigamos un tema, elegimos los entrevistados, yo escribo los guiones y después editamos y musicalizamos". Margarita Pesoa debutó en el ciclo En la vereda, que conducía su padre: "Primero atendiendo teléfonos como todos los que empiezan a hacer radio. Después me fui metiendo en la producción. Hice música en vivo y aprendí todo el aspecto técnico. Luego comencé a hacer laburos de investigación, que salían en dúplex con alguna otra radio latinoamericana. Tenía que rastrear radios que, ideológicamente, fueran acordes con nuestro programa". Al igual que las Pesoa, durante su infancia Pablo Aliverti (24 años, locutor de Del Plata y FM UBA) paladeó el vagabundeo radial, en parte, cumpliendo un plan trazado por su padre, Eduardo (Marca de radio, por la Red, y Dos gardenias, en Nacional). "Más allá de que mi vida fuese la radio y él me tuviese que, naturalmente, acompañar —recapitula el progenitor—, de algún modo yo estimulé eso. Siempre me interesó que escuchase conversaciones de cierta estatura intelectual, de política, de cultura. Digamos que sí fue una preocupación para mí que no saliera un tilingo, un adolescente bobo".A Pablo también lo bocharon en el Iser ("el mismo foniatra, treinta años atrás me había bochado a mí", aporta Eduardo). Y si la voz es materia heredable, ése es su sino aunque la suya "suena" con una agradable elasticidad expresiva que, de ningún modo, menoscaba el rigor comunicacional. "Creo que le cumplí el objetivo en ese sentido. Me intereso por leer y no decir pavadas en la radio. Siento que tengo una responsabilidad con el apellido. Porque sé que a través de mí le pueden pegar a él", afirma el hijo Aliverti con amoroso respeto.Retrato de familiaAdemás de ser músico, actor, humorista y escritor, Mex Urtizberea tiene cierta propensión a trabajar en familia. Lo hizo en TV junto a su hija Violeta (que integró el elenco en miniatura de Magazine For Fai y de La Kermex) y, ahora, en la radio, junto a su padre, Raúl Urtizberea, en Lo que el aire se llevó (Mitre, donde su mujer —Carolina Santos— comparte la producción con Gerardo Delelisi). Al revés de los casos anteriores, fue el hijo el que convocó al padre: "Hace tiempo había hablado con Jorge Porta (gerente de Noticias de Mitre) para hacer la medianoche. Era un sueño. Y bueno, a fin del año pasado me ofrecieron la posibilidad. Había que armar un equipo y ellos me sugirieron poner al viejo. Y me pareció bárbaro... Como el programa está hecho desde un lugar humorístico, nos divertimos y todos participamos, más allá de que yo esté manejando el barco.""Eso a mí me ha favorecido mucho —admite Raúl—. Porque, así como en mi época los linotipistas terminaban intoxicados por aspirar plomo, el periodista termina intoxicado por el escepticismo. ¡Es tremendo! Soy casi nihilista. De manera que esto me refresca".Anécdota singular es la de Diego (Barajar y dar de nuevo, De la Ciudad) y Gonzalo Bonadeo (Hay equipo, Mitre). Aunque desde muy niño, el hijo "se infiltraba" en la rutina laboral del padre, ambos construyeron sus carreras de manera independiente. No obstante, tal como en la formación de Pablo Aliverti, en la de Gonzalo los encuentros con el padre ("una cuestión de doctrina diaria"), ayudaron a esculpir su espíritu encendido. "Entre nosotros hubo una ventaja: el deporte estaba en el medio y alrededor", manifiesta el hijo y el padre asiente: "El deporte, la política, la ideología, un poco de literatura también, y mucha música. Esas cosas fueron compartidas. De mis hijos recibí un montón de aportes, especialmente a través del vinilo". Gonzalo, que eligió ser periodista a los cinco años ("yo era referí de rugby de las divisiones inferiores y Gonzalo me acompañaba a ver cómo entrenaba a los chicos de quince años", dice Diego) reanuda la historia en común: "Hablo del 72, 73, 77, 78, años de una importantísima efervescencia ideológica. Inclusive de abanico: hasta el 87, en el momento de ''Semana Santa'', el espectro de laburo de mi viejo eran Araujo, Niembro, Paenza, Fabbri, Marcelo Manuele. Algo que, seguramente, no se repetirá. Y el nivel de discusión era, en general, muy elevado. Al menos, comparado con lo que yo consumo habitualmente. Aunque hubiera hipocresía, mentiras y patotas, era nutritivo en un tiempo en que, precisamente, resultaba muy difícil nutrirse. Porque lo más lógico en tiempos de la Triple A, de los Montos o de la dictadura era abstraerse. Era lo más fácil, lo más sencillo y, probablemente, lo más seguro". Intimidades a un costado, a las dos hipótesis iniciales habría que agregar una tercera: en el ámbito radial hay un marcado predominio de "padres" abridores de puertas o, al revés, una notable ausencia de "madres" guiando caminos a seguir. En todo caso, las mujeres de la radio merecen una nota aparte. Así que, esta historia, muy pronto puede continuar.
Por María Iribarren, Fuente: diario "Clarín"Más información: www.clarin.com.ar

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