miércoles, 7 de marzo de 2012

¿Con la Tragedia del Sarmiento la sociedad se puso a la izquierda del Gobierno?

Vidas truncadas por la desidia y el negociado. Historia breve de las 51 víctimas fatales acá (PDF I, PDF II, PDF III)

En 2003, el gobierno se situó a la izquierda de la sociedad. Una Corte de Justicia en serio, junto con el restablecimiento de la punición legal para los crímenes de lesa humanidad, reconstruyeron el Estado de Derecho. La política empezó a recuperar su aptitud transformadora. Los muy jóvenes, de a poco, se fueron sumando. Desde que la megaminería fue ubicada en una agenda pública, que no es la gubernamental, desde que la observación popular focalizó los métodos de las mineras, desde la aplicación de la Ley Antiterrorista para militantes ambientales, desde que se desoyó la ley que protegía los derechos de una violada de once años –ante la indignación unánime de las fuerzas progresistas– las cosas cambiaron: la sociedad está a la izquierda del gobierno.
Las exigencias son otras y las respuestas deberán acompañarlas, o el caudal político del gobierno pagará las consecuencias. Una cosa es la imagen positiva del Ejecutivo y otra su aptitud para conservar la iniciativa política. La “teoría del accidente” para explicar la masacre de Once contiene un grave error de cálculo, la sociedad argentina, las víctimas obreras, no la toleran. Es un insulto a su inteligencia. No importa cómo es este hecho puntual, no interesa si el motorman de 28 años hizo o no hizo todo lo que humanamente se podía hacer para evitar la catástrofe. Las condiciones que la posibilitaron tienen otro rango, y sobre todo, la percepción colectiva pone en foco la política de transporte público. Sin cambiar drásticamente esa política, que ya atrasa demasiado, el gobierno no remontará la crisis.
El tiempo no juega a su favor. Si algo caracterizó la respuesta oficial frente a la muerte de Ferreyra fue la celeridad que evidenció la voluntad política de que los culpables paguen. En este caso operan las mismas reglas. O la bandera de un transporte público que no asesine trabajadores se enarbola en la Casa Rosada, y se actúa en consecuencia haciendo tronar el escarmiento, o un nuevo actor colectivo que hasta ayer votaba K se verá obligado a buscar otro camino.
No es por cierto la oposición la que debe preocupar al gobierno. De ella no surge absolutamente nada. Repite más de lo mismo todo el tiempo. Reducir la política nacional a las posibilidades de esa oposición es minimizar el problema; para capturar las corrientes subterráneas de esta historia es preciso no despreciar a los humildes. En el ADN del gobierno late esa posibilidad, no está escrito en las estrellas cuál será en definitiva el rumbo. Mientras tanto, la sociedad vela la respuesta. (nota completa)

Fuente: Blog Puede Colaborar y Tiempo Argentino por Alejandro Horowicz

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