lunes, 30 de septiembre de 2013

Banksy, el artista que pone en ridículo a Scotland Yard

Hace dos semanas, en una subasta londinense, alguien pagó más de 300.000 euros por el mural de un grafitero en el que unos monos con un cartel al cuello se ríen de los tontos seres humanos; días antes, alguien había pujado en Internet con 270.000 euros por un dibujo estampado por las buenas en una pared de Londres. El precio no incluía ni la extracción de la pintura del muro ni la reposición de la pared del (afortunado) dueño de la casa en cuestión. El autor de las dos obras era el mismo: Banksy, el grafitero enigmático, el más famoso del mundo, el más cotizado, criticado, admirado, perseguido y comentado. También el más misterioso, escurridizo y silencioso. Ha llenado de sus pinturas el muro de Gaza; ha entrado subrepticiamente -disfrazado con barbas postizas, sombrero y gabardina de exhibicionista de chiste- en los más grandes museos del mundo para colgar obras suyas llenas de un humor cachondo al lado de cuadros venerables; ha pintado sobre cerdos y elefantes de verdad; ha hecho exposiciones multitudinarias en Los Ángeles; ha vendido cuadros a Brad Pitt y Angelina Jolie… Pero nadie fuera de su círculo de amigos sabe con certeza su nombre verdadero, ni la forma de su cara, ni su estatura, ni su biografía, ni la cuantía de su fortuna (si es que tiene) ni su lugar de residencia o su número de teléfono o de fax. En Bristol, la ciudad en la que nació (aunque no se sabe en qué barrio), la mayoría de los jóvenes le adoran; la policía, en cambio, le considera un gamberro. Él se ha autodefinido como “vándalo profesional”. Los turistas hacen tantas fotografías de sus dibujos callejeros como de los barcos del puerto; su libro se encuentra entre las camisetas y las catedrales de miniatura en las tiendas de recuerdos; a los empleados de la limpieza de los vagones de los trenes de esta ciudad les entregaron el año pasado una guía de arte grafitero para que aprendieran a identificar sus pintadas y conservarlas. (Nota completa)

Fuente: Revista el puercoespín

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