miércoles, 18 de septiembre de 2013

Nota a Miguel Graziano, autor del libro sobre Jorge Julio López

Jorge Julio López estuvo detenido desaparecido en 1976 y lo está ahora, desde 2006, luego de declarar en contra de su torturador durante la dictadura. Un libro reconstruye la historia de este militante solitario por la Memoria, Verdad y Justicia. 

Julio Mayor le recomendó mojarse con orina las heridas provocadas por la picana para evitar que se infectaran. El albañil Jorge Julio López había sido secuestrado de su casa el 27 de octubre de 1976 y compartía encierro en la comisaría 5ª de La Plata con el joven estudiante de medicina. En la noche del 20 o 21 de diciembre escuchó la orden de un oficial: “Julio Mayor, levántese. Jorge López, levántese”. Pensando que los iban a matar, su compañero de celda atinó a decirle “cagamos, viejo, en el cielo nos vemos”. Pero sobrevivieron. Luego de años de silencio, López narró el infierno al que fue sometido por la patota del comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz. Miguel Graziano, autor de En el cielo nos vemos, la historia de Jorge Julio López (Peña Lillo/Ediciones Continente), prologado por la periodista de Página/12 Adriana Meyer y presentado en la Feria del Libro por Osvaldo Bayer, cuenta la historia de ese hombre que desapareció dos veces. 

 --¿Por qué la necesidad de contar la vida de Jorge Julio López?

--Empieza con una entrevista a Nilda Eloy (Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos de La Plata) donde menciona las desapariciones de López en 1976 y en 2006. Ella dice que luego desapareció de los medios de comunicación tradicionales. También habla de la desaparición judicial, cuando la causa andaba en un carrito de supermercados, por los pasillos de los tribunales federales de La Plata, sin que nadie quisiera hacerse cargo. Podemos agregar que hay una desaparición de la agenda política, que queda en evidencia con la ausencia de menciones a López en la última campaña presidencial. No solamente del oficialismo. La oposición tampoco toma este tema para plantear un debate. Me pareció que el libro era una herramienta que valía la pena porque el tema estaba quedando tapado, en el olvido; podía ser un primer paso para comenzar a hablar de López y ver qué cosas se hicieron mal para que no vuelvan a repetirse.

--¿Qué se hizo mal, políticamente?

--No se llegó a los juicios lo suficientemente preparados. Faltó hacer inteligencia sobre las personas que podían tener interés en que los juicios no se realizaran o avanzaran. Evidentemente, los represores podían cometer ese tipo de hechos y las fuerzas de seguridad todavía son muy sospechadas de tener lazos directos con personas que participaron en centros clandestinos y permanecen en las fuerzas. También la falta de voluntad política en esas primeras horas para ser claros y contundentes, como ocurrió luego con Luis Gerez.

--Desde la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos de La Plata se relaciona la desaparición de López con su declaración en el juicio a Etchecolatz.

--Después sobrevino, por parte del Estado, la situación de no querer tener un desaparecido y trabar el paso de la causa al fuero federal, para que quedara en el fuero penal bonaerense. Sobre todo en las primeras 36 horas. Esa situación siguió hasta diciembre de 2006, cuando la Corte decidió que la causa pasara a la justicia federal.

--Otro elemento que empantanó la investigación fue la actuación descoordinada de las diferentes fuerzas.

--La Policía Federal, la Policía Bonaerense, Gendarmería y la Side siguieron la investigación por su propia cuenta, sin compartir información, con una gran pérdida de tiempo, energía y material. La Bonaerense, además, está sospechada de haber participado en el hecho. Está claro que la declaración de López alcanzaba a muchas personas relacionadas con esa fuerza.

--En el libro hay un seguimiento al tratamiento mediático del caso.

--Contar a través de los medios era dejar en evidencia a los funcionarios en lo que dijeron públicamente. Por eso no están entrevistados en el libro. Algunos medios muestran cómo jugaron a favor o en contra de la situación, en particular, del gobierno, y cómo quisieron tratar el tema. Que haya entrevistas a los fiscales de la justicia penal bonaerense cuando el caso ya pasó al fuero federal parece un despropósito.

--Y reconstruye una reunión con Felipe Solá, por entonces gobernador de la provincia, donde los organismos de derechos humanos le exigen depurar a la Policía Bonaerense.

--Los organismos enseguida comienzan a pedirle eso a Solá y a León Arslanián (ministro de Seguridad), que ya tenían una lista de efectivos en actividad que habían pasado por centros clandestinos. En privado hay dos reconocimientos: Solá diciendo que el hecho tuvo participación policial y Arslanian reconociendo que sólo tenía injerencia sobre el 20 por ciento de la fuerza, que la policía era una fuerza autónoma, lo cual es gravísimo, porque lo dice el ministro bonaerense. Pese a que fue quien más intentó reformar la policía para tener una fuerza democrática, en este caso (Arslanian) actuó entregado a que no iba a poder resolverlo porque no tenía la posibilidad de manejar la policía.

--La figura de Adriana Calvo, entonces titular de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos, cobra importancia en ese encuentro.

--Arslanian menciona que se trata de sesenta policías, que el resto era muy joven, reconociendo ya que había más policías. Ella le dice que esos jóvenes eran los peores porque violaban y torturaban por placer. Con esa realidad había que trabajar.

--¿Sufrió amenazas o intimidaciones mientras escribía el libro?

--Todo el proceso fue abierto y público. Usé las redes sociales. En La Plata aparecían personas que decían que lo habían conocido (a López), que habían estado con él. Me parece que la libertad de prensa la tenemos que construir los periodistas y que este libro era una oportunidad para dar un paso en ese sentido. Tengo más problemas por pedirle a algunos medios en La Plata, donde la situación es muy grave, que tengan a su personal registrado y en blanco.

--En la causa judicial no faltaron omisiones, puestas en escena. La policía llegó a Atalaya, por orden del comisario Eduardo Zaffino, secuestró un jogging negro, un buzo gris y una gorra negra.

--Cuando Rubén (uno de los hijos de López) fue a oler la ropa, se dio cuenta de que estaba lavada. Los policías volvieron a rastrillar el terreno para que un grupo de periodistas, que había llegado tarde, pudiera filmar y tomar fotografías. En la búsqueda también se usó a Kintín, un perro sin entrenamiento. En algunos rastrillajes se llegó hasta la casa de una secretaria de Etchecolatz. Esa línea no se profundizó. A Oscar Raúl Chicano (ex secretario privado del represor) lo fotografiaron en un acto detrás de López, pocos días antes de su desaparición. El único interrogatorio fue realizado por Chicha Mariani, en el Juicio por la Verdad, que le preguntó por qué había ido ese día a la marcha y por qué estaba tan cerca de López en todas las fotos. Él se excusó diciendo que pasaba por ahí de casualidad, que venía de la casa de un compañero.

--Zaffino, titular de la Comisaría 3ª de Los Hornos, recibió la denuncia por la desaparición de López.

--Fue condenado por encubrir el crimen de Darián Barzabal, de 16 años, ejecutado de un disparo en la cabeza mientras era trasladado en un patrullero con las manos esposadas a la espalda. ¿Qué posibilidades había de que esa persona pudiera resolver el caso? Esa es la policía que hay que cambiar.

--¿Por qué es necesario leer En el cielo nos vemos, la historia de Jorge Julio López?

--López no sólo encarnó la consigna de Memoria, Verdad y Justicia. Gracias a él se descubrió el primer enterramiento de cuerpos en un centro clandestino de detención, en el Pozo de Arana. Fue un tipo igual a las Madres, a las Abuelas, nada más que no fue orgánico, estuvo sólo, era pobre. Pese a eso mantuvo la memoria y, cuando pudo, fue muy valiente. “Estos hijos de puta me van a matar, pero yo soy peronista y me los voy a llevar conmigo”, le dijo Tito a un compañero de militancia, luego de declarar en el juicio contra Etchecolatz. El albañil era consciente de la importancia de testimoniar el horror vivido durante la dictadura cívico-militar en La Plata. Su desaparición es una de las deudas más importantes de nuestra democracia. Jorge Julio López nos sigue faltando a todos.

Fuente: Nota e Adrián Pérez extraída del blog La Ciencia del Reggae

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