viernes, 28 de octubre de 2022

Alberto entiende que Cristina está debilitada y llega la hora de desafiarla

Hacía rato que Jorge Ferraresi (Desarrollo Territorial y Hábitat) quería dejar el Gabinete nacional, donde tuvo casi inasistencia perfecta en las reuniones convocadas en Casa Rosada por otro que parte en breve a su provincia de Tucumán: Juan Manzur. Es que una cuarta fuga en el entorno presidencial era mucho para una semana, por eso se le solicitó al referente del Instituto Patria si podía esperar hasta el Mundial.

El hombre, electoralmente deseoso por volver a su terruño en Avellaneda, no accedió al pedido y negoció irse el penúltimo domingo de octubre. Quizás buscando la piedad mediática que otorgan los aletargados fines de semana. Algo de eso consiguió el núcleo albertista, de hecho casi nadie tomó nota de que en su lugar -quedará a partir del 1 de noviembre- el cafierista Santiago Maggiotti, secretario del área e intendente (en uso de licencia) de la localidad bonaerense de Navarro.

El lunes, algunos medios escritos pusieron la novedad en tapa, pero como reza la canción: ya eran “noticias de ayer”. En la sede del Poder Ejecutivo el tema fue obviado por los funcionarios consultados. Por su parte, el Jefe de Estado se dedicó a una jornada con tres actividades en agenda. Un récord comparado con las rutinas promedio del mandatario. Primero inauguró el 39° período de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en el CCK, luego recibió en su despacho a directivos de una firma ferroviaria, y por la tarde viajó a Mar del Plata con el fin de inaugurar los Juegos Nacionales Evita 2022.

En esa secuencia, hubo otra salida del entorno de Fernández. Aunque fue acordada -para la tribuna- como una renuncia indeclinable, el polémico subsecretario de Comunicación y Prensa de la Presidencia, Marcelo Martín -hasta el lunes ex segundo de Gabriela Cerruti- fue relegado de la delegación que voló a la “ciudad feliz” e invitado a dejar el cargo por decisión presidencial.

El fueguino había llegado a Balcarce 50 de la mano de Juan Pablo Biondi, quien fue su superior hasta que Cristina Kirchner denunció que el amigo del Presidente era el promotor de las operaciones que se hacían contra ella y su espacio político. Vale decir que la Vicepresidenta no se equivocada al respecto. Esas fueron las primeras intentonas del Presidente de diferenciarse de su segunda, luego de la derrota en las elecciones legislativas del 2021.

Lo cierto, es que el polémico personaje de pelos parados y anaranjados, al mejor estilo Rod Stewart (de quien se declaró varias veces admirador), acumulaba numerosas denuncias hechas por periodistas acreditados en Gobierno, a quienes persiguió por no seguir el manual del “buen albertista”, pero también de otros sectores de la Casa, ya sea por malos tratos, violencia laboral, y otros abusos que llegaron al escritorio de la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, donde terminaron durmiendo el sueño de los justos.

En este flamante contexto, la portavoz Cerruti y su segunda, Roxana Barone, se autoperciben empoderadas y con la capacidad de fuego suficiente como para tomar el toro por las astas a la hora de encarar -ellas mismas- el adoctrinamiento periodístico de cara al sueño del segundo mandato de su jefe.

El denominado albertismo, que cuenta con la ventaja de (usar o no) la lapicera para enfurecer al cristinismo, también tiene a favor la multimillonaria pauta oficial que compra voluntades de medios propios y ajenos, a lo que suma un esquema de premios y castigos direccionado a los acreditados en Rosada, y que consiste, entre otras cosas, en invitar (o no) a las coberturas locales y viajes oficiales al exterior; dar acceso a offs the records con ministros propios, incluyendo al mismísimo Fernández; dar información -o negarla- a los catalogados como "descarriados", o como dijo una funcionaria de la comunicación oficial: “poco profesionales”, y que deben ser discriminados y ninguneados por hacer preguntas, que por ir a contramano del libreto oficialista, son calificadas arbitrariamente como parte del “discurso de odio”.

Ingresa en ese antidemocrático criterio, por ejemplo, señalar en conferencias de prensa la cantidad de pobres e indigentes que genera el modelo que se proclama “del campo nacional y popular” pero que tiene pésimos resultados en las clases más bajas, y todo tipo de planteo -o cuestionamiento- a la desigualdad que existe entre los privilegios que se otorga el funcionariado y las penurias que atraviesa la mayoría de la ciudadanía. Un arsenal de perjuicios que pretende dividir a la prensa aprovechando un poder temporal que inexorablemente terminará, como todos sabemos, el próximo 10 de diciembre de 2023.

En los pasillos del palacio Rosado se supo que Alberto siguió con atención los dichos de Máximo Kirchner en un canal oficialista, donde el diputado hizo gestos de desaprobación a sus intenciones de jugar a estar otros cuatro años en el sillón de Rivadavia. Aunque el jefe de La Cámpora puso en duda la posibilidad de que su madre se presente como candidata, se sabe que el clamor en las filas kirchneristas persiste, y es la militancia -junto a sus dirigentes- los que están expectantes a lo que ocurra entre Lula Bolsonaro en Brasil. Ese resultado definirá mucho del futuro de la ex presidenta, afirman desde Rodríguez Peña 80, donde un referente aseguró: “Si el PT hace una buena elección, vamos con todo”.

En ese clima que potencia la interna en el Frente de Todos, los operadores albertistas iniciaron un plan que aspira a instalar la idea de que "Cristina está muy debilitada y no podrá armar las listas en 2023". Palabras que salen del más alto comando rosado. La mujer que ungió a Fernández como su compañero de fórmula en 2019 está al tanto de esta guerra de guerrillas mediáticas que le declara la mesa chica del albertismo, y devuelve las gentilezas repudiando las medidas que toma el Ejecutivo.

El miércoles, mediante su cuenta de Twitter, la Senadora publicó: “Resulta francamente inaceptable el nuevo aumento, esta vez de dos dígitos (13,8%), que el Gobierno autorizó a las empresas de medicina prepaga, y que de esta manera suman el 114% anual de aumento otorgado. O sea, más de un 20% sobre la inflación anualizada”. Un leal al mandatario espetó: “Si está tan en contra, ahora cuando Alberto viaje y ella quede a cargo del Ejecutivo, que dé marcha atrás con la medida, a ver si tanto le interesa el tema”.

Está claro que cuando Cristina dice “el Gobierno”, dice Alberto Fernández, y cuando le responde a través de Wado de Pedro (Interior) -desde el mismo ciclo de TV afín donde estuvo su hijo y pidió asistir el Presidente- que el 100% de los gobernadores no quiere las PASO, va por el camino de terminar de neutralizar al delfín fallido que sigue observando como un “ocupa”, un traidor, y un obstáculo en los diez meses que quedan de administración.

“El cinismo de Alberto es descomunal”, apuntó con sonrisa sarcástica un inveterado camporista -en las inmediaciones del Cabildo- que repudia (ante este periodista) las apariciones públicas del Presidente, donde según él, “nombra a Néstor y Cristina como si los estuviera emulando!”, vociferó quejoso.

En el barro de las luchas intestinas, la discusión -Primaria sí, Primaria no- se exacerba mientras Sergio Massa (Economía) consigue que el Presupuesto 2023 avance en el Parlamento, donde ya obtuvo media sanción en la Cámara baja. Una Ley de leyes que llega con metas imposibles de cumplir y recortes en la Educación que fueron cuestionados hasta por el ex ministro de esa cartera, Nicolás Trotta. Los gremios docentes integrados al FdT los minimizan o ignoran, y el Gobierno directamente los niega. El tigrense igual continúa con su lógica de "una de cal y una de arena" y salió a vanagloriarse desde sus redes virtuales por haber alcanzado un "exitoso acuerdo" con el Club de París. al que se le deben 2.000 millones de dólares. Hacia allí partió junto a otra gran delegación para sumar millas de viajes al erario público.   

A mitad de semana, Fernández volvió a una agenda de múltiples actividades. Fue al parque industrial de Florencio Varela; recibió la réplica de una obra pictórica mexicana en el Museo del Bicentenario, y participó de una cena entre representantes de la CELAC y la Unión Europea. En el evento con representantes de su par Andrés Manuel López Obrador, y después de recibir el cuadro del pintor Roberto Montenegro, el jefe de Estado improvisó una frase que no sonó bien, siquiera a los oídos de sus colaboradores: "Que un pueblo pueda acceder al arte es tan importante como que pueda acceder a la comida. La comida claramente la necesitamos para sobrevivir, porque es el alimento que necesita nuestro cuerpo, pero es el arte lo que alimenta el alma de los pueblos”.

Lo que ocurre, es que el Presidente dice estas palabras mientras se agolpan en sedes de la ANSES de todo el país, miles y miles de personas que necesitan acceder al bono denominado “Refuerzo Alimentario”, que otorgará $45 mil (en dos pagos de $22.500 en noviembre y diciembre) a quienes cumplan el requisito de no tener absolutamente nada, es decir estar en la indigencia absoluta. El INDEC contabilizó 4,2 millones de argentinos en esa situación, sin embargo, el pedido es rechazado a la mayoría, y es posible que no llegue a 2 millones de personas en una fase de vulnerabilidad que marca el rumbo incierto de los meses por venir. La gente entrevistada en las interminables filas, graficó con testimonios desgarradores el grave cuadro de situación que atraviesa la población que no tiene acceso, tan sólo, a una alimentación nutricionalmente digna.

El jueves, Fernández aprovechó la inauguración de la sesión plenaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea para responder al kirchnerismo sobre el proyecto que ya ingresó en el Congreso -a través de legisladores aliados al kirchnerismo- con la finalidad de derogar las PASO. Bajo la elipsis de referirse al bolsonarismo, el jefe de Estado aseveró: “No quiero que en ningún lado no se respete la democracia ni el veredicto popular ni se tergiversen los procesos electorales que están en marcha".

En el microclima del edificio gubernamental, totalmente disociado de la dura realidad argentina que lo circunda, la prioridad vuelve a ser salir a recorrer el mundo, con los costos que eso implica. El equipo de Alberto Fernández está muy metido y movilizado en definir quiénes viajarán el 10 de noviembre a París, donde el jefe de Estado participará de la Cumbre por la Paz que organiza Emmanuel Macron en Francia. De ahí, y sin solución de continuidad, la numerosa comitiva volará a Indonesia para sumarse al G20 en Bali que durará hasta el 16/11.

Con la idea de promover mediáticamente esa recorrida internacional, que nuevamente tendrá un alto gasto en dólares del Banco Central, y que colisionará con la creación de empleo -como planteó en su momento Silvina Batakis- el albertismo invita a subir al avión a medios pauta dependientes, oficialistas y no oficialistas, y hasta se da el lujo de devolver gentilezas a gente que disfrazada de periodista coopera en labores poco transparentes, que tarde o temprano, saldrán a la luz, como pasó siempre en Casa de Gobierno.

La discusión por concretar una bonificación a fin de año, dirigida a quienes tengan un salario formal y ganen por debajo de la inflación, se está dando en la alianza de gobierno. Una ayuda –no fija- que se podría otorgar a los empleados estatales, pero que se ve difícil de concretar en el sector privado, que ni siquiera acuerda con Massa congelar unos 1500 o 2000 productos durante el verano a pedido de la senadora Kirchner, que teme estallidos en la última etapa de la coalición que conformó y se le fue de las manos. También las tiene difícil Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social), quien tendrá más movilizaciones de la Unidad Piquetera Nacional que reclama también un bono para quienes perciben asignaciones del fisco.

La mayoría de los políticos que pasan por Rosada concuerda en que apaciguar los ánimos en el último mes del 2022 debe ser prioridad para toda la clase política, que siempre teme el “que se vayan todos” del 2001. De todos modos, los sueldos de esa corporación resultan obscenos en comparación con el ingreso de los trabajadores, y ni que hablar con lo que percibe un desocupado que tiene nada más que una asistencia estatal que apenas le permite sobrevivir.

El último día de la semana, Fernández no pudo evitar su furcio semanal, y en el marco del acto de lanzamiento del plan de conectividad satelital en centros de atención en el CCK manifestó: “La verdad, la Argentina dice ser un país federal pero no parece serlo. La miro a mi querida Alicia (Kirchner) que está sentada en primera fila, gobernadora de la última provincia del continente americano, allí donde se termina el continente”. Claro, el Presidente olvidó que la última provincia de Sudamérica es Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, ya que en 1990 dejó de ser considerada Territorio Nacional.

Más allá de la anécdota, el titular del Poder Ejecutivo siempre da pie a las burlas de quienes (ahora más que nunca) están parados en la vereda de enfrente en lo que en algún momento fue su espacio. Para sus asesores, el tono desafiante a Cristina y sus seguidores que vertió los últimos días lo beneficia, el problema surge cuando ven los datos de consultoras que lo posicionan muy por debajo de su mentora, inclusive del propio Massa. Igualmente, Alberto Fernández no quiere entregar el poco poder que le queda como inquilino en la Rosada y Olivos. El kirchnerismo lo sabe y no desperdiciará ninguna oportunidad para desacreditarlo.

Lo que ningún cristinista obvia es que el enfrentamiento se da en un contexto de crisis peligrosa, y esa es la batalla principal que debe encarar.

Las prioridades electoralistas de los principales actores en el Gobierno quedan de lado cuando el malhumor social se impone frente a las disputas endógenas en el universo oficialista y opositor, ya que los fantasmas del descrédito de lo que ahora muchos llaman “casta” podría generar una anomalía inesperada en el plebiscito que los votantes tendremos el año próximo.     


Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (PyM). Más data exclusiva de Balcarce 50 a través de @JuamPaPeralta vía Twitter

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