Las relaciones son distintas hoy a como eran antes. Por un lado las redacciones están pobladas por pibes que salen de academias y se ve en ellos una educación un tanto sistematizada. Aparte la estructura misma de las redacciones te impide tener un contacto directo con la calle. Antes los diarios se hacían en los bares. Acá a unas cuadras estaba la redacción del diario “Crítica” donde ahora, lamentablemente, hay una dependencia policial. ¡Pensar que donde estaba el directorio de Botana ahora hay un comisario! Había tipos como González Muñón o Arlt que escribían muy bien, que venían del campo de la literatura.Yo diría que las coberturas son más asépticas por un lado y menos especializadas por otro. No son nichos periodísticos; el tipo que hace policiales al tiempo puede estar cubriendo notas de otras cosas. Me gustan algunas notas de Marta Dillon sobre las mujeres en la cárcel. Cristian Alarcón -periodista de Página 12- escribió un libro llamado “Cuando me muera quiero que me toquen Cumbia”. Él es uno de los mejores investigadores sobre el tema de la delincuencia marginal.
Este es un segmento de la nota rescatada por el blog Escritos imprudentes. Aquí la pueden disfrutar completa.
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