Esta semana volvió la polémica sobre las plazas cercadas, luego de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires empezara con las obras para enrejar el Parque Lezama, y un grupo de vecinos que se opone a las mismas realizara un acampe para frenarla.
La medida, dicen los últimos, no estaba contemplada en un primer momento en el plan de revalorización del parque, sino que surgió como respuesta ante el robo que el gobierno porteño denunció de las estatuas de Rómulo y Remo mientras estaban trabajando, pero que los vecinos dicen fueron sustraídas mucho tiempo antes. El viernes, tras la mediación de la Defensoría del Pueblo porteña, las partes se comprometieron a no continuar con las obras ni con las medidas de fuerza hasta la próxima reunión el lunes 23.
Desde la gestión porteña sostienen que el enrejado surge ante las quejas de vecinos por el abandono y la inseguridad, y para preservar el lugar. En un primer momento se cercaría un 85% del parque, se renovarían las veredas y los solados del parque, así como los juegos e instalaciones. Pero la polémica no es nueva, ya que sucedió también cuando se enrejaron el Parque Centenario y el Parque Rivadavia, los cuales hoy según el gobierno porteo cuentan con la aprobación vecinal. En total ya son 92 las plazas con rejas, y desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público sostienen que los gastos por vandalismo en espacios públicos –que ascendían a $ 7 millones– se redujeron.
Experiencias. Hay algunos ejemplos de plazas con rejas en ciudades como Nueva York, Barcelona, Ciudad de México, Santiago de Chile, Medellín (ver aparte), pero no es un fenómeno que se generalice, según explica el arquitecto y doctor en urbanismo Guillermo Tella. Y si bien hay casos como el Parque del Retiro en Madrid, que está enrejado y lo abren y cierran en determinados horarios, “por lo general las grandes ciudades tienen espacios abiertos, no he visto que se encierre todo el espacio público como respuesta a problemas de vandalismo, creo que eso es más localizado”, dice.
A nivel local, entre las plazas y parques porteños que cuentan con rejas están el Rosedal, cuyas rejas fueron las primeras que se instalaron en 1995; el Parque Rivadavia, el Jardín Botánico y un sector del Parque Indoamericano, entre otros. El Parque Centenario, enrejado en 2013 con bastante polémica, es un ejemplo que el gobierno utiliza para demostrar mejoras.
“Es importante que se entienda que se hace porque ayudan muchísimo a dar orden a los horarios de uso y la circulación de gente; ayudan al mantenimiento y a delimitar la entrada y salida y brindar mayor seguridad”, explica Eduardo Macchiavelli, secretario de Atención Ciudadana, área que también maneja el enrejado como respuesta a las quejas en las distintas comunas.
Del otro lado, los que se oponen dicen que las rejas serían innecesarias si el cuidado fuera permanente. “El Parque Lezama hace 15 años que no tenía mantenimiento, se podría haber hecho antes con todos los parques, no ahora que están destruidos y requieren inversiones enormes, ponerles rejas y limitar el acceso público”, dice Daniela, vecina de Bolívar y San Juan y miembro de la Asamblea Parque Lezama.
Lo que ellos buscan es que se reconozca que las rejas no estaban en la licitación inicial, y que no cuentan con la autorización de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos. En ese contexto, Jaime Sorín, titular de la Comisión, llegó a decir que enviaría una carta documento a Mauricio Macri para frenar las obras.
Qué pasa en otras grandes ciudades. Si bien desde el gobierno porteño sostienen que la medida local no responde a una tendencia mundial, sino a una respuesta ante el vandalismo y la preservación, las rejas en las plazas pueden apreciarse también en otras ciudades del mundo.
Algunos ejemplos son la Plaza del Retiro en Madrid, La Sagrada Familia en Barcelona, los Jardines de Luxenburgo en París, los Bosques de Chapultepec y la Plaza Juárez en Ciudad de México. Londres y Nueva York también presentan casos.
“En Colombia, Medellín tiene varias de sus plazas cercadas, pero introducen dentro de ellas múltiples actividades programadas para jubilados, para niños, para jóvenes, para madres. Son muy vitales”, explica el arquitecto Guillermo Tella.
En países latinoamericanos también se extiende el fenómeno en ciudades de Paraguay (Plaza Italia, Plaza Uruguaya y Plaza Infante Rivarola), Costa Rica, Chile (Parque Araucano) y Perú.
Fuente: Perfil
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