El Modo de Hacer tiene un funcionamiento donde nuestra mente está buscando un objetivo, conseguir algo y para ello utiliza distintas estrategias y realiza pasos sucesivos. Lo que pretendemos es alcanzar un estado mejor al que tenemos en el presente.
Por ejemplo, pensá en una persona que está en el living de su casa y comienza a sentir calor: ése es su estado actual, pero su objetivo es sentirse más fresco, por lo que su modo de hacer lo va a llevar a pensar en activar el aire acondicionado, buscar el control, encenderlo y programar la temperatura que desea. La persona logra su objetivo de sentirse más fresco y aliviar su calor.
En este ejemplo, como en muchos otros, el modo de hacer nos permite cambiar una situación puntual y sentirnos mejor con esa modificación. Eso es grandioso, y así fue como, entre otras cosas, llegamos a la Luna.
Pero el Modo de Hacer tiene un problema: si bien es netamente humano y muy valioso (pues nos permite actuar sobre el entorno y modificarlo), cuando se hace muy intenso favorece el multitasking (varios modos de hacer simultáneos) y nos produce desconexión con lo que hacemos, insatisfacción y mucha ansiedad. Cuando llegamos a nuestro objetivo ya no lo valoramos verdaderamente.
El Modo de Ser tiene que ver con una capacidad complementaria a la mencionada, que es la de estar con la mente más calma, más conectada con lo que está ocurriendo, sin desear cambiar nada.
Quizás podés recordar un momento de contemplación de un bello paisaje en tus vacaciones donde tu mente reposaba en lo que observaba sin la necesidad de correr buscando un cambio; la profunda conexión con un niño, o hasta con una mascota, mientras juega y te deleitás apreciando sus movimientos.
En cualquiera de estos ejemplos, a la estabilidad mental la acompaña cierta placidez corporal, satisfacción con lo que me toca vivir y una preeminencia de la aceptación y la paciencia.
Hay ciertas actividades que estimulan esta “condición mental” del modo de ser, entre ellas la música, el arte y el contacto con la naturaleza. Por eso nos brindan tanta satisfacción y nos permiten “desconectar del Modo de Hacer” y sumergirnos en nuestra vivencia interna de la experiencia. Como paramos y observamos con más penetración, podemos acompañar la fluidez del presente con amabilidad, en lugar de interrumpirlo e intentar cambiarlo.
Nuestra cultura es básicamente de estrés, ansiedad y multitasking. El Modo de Hacer predomina impúdicamente, quien más hace tendrá éxito, quien estira su pellejo hasta el límite puede alcanzar su sueño. Por eso es tan importante balancear esta demanda social con cortes diarios y momentos de autoobservación, de reposo y ocio creativo.
Actividades como la natación, running, yoga, arquería y meditación nos permiten encontrar estos estados del Modo de Ser tan necesarios para encontrar el equilibrio y el bienestar que todo ser humano necesita alcanzar.
Teñir con el perfume de la contemplación que brinda el Modo de Ser a nuestra intensa dinámica cotidiana es una condición impostergable para cultivar nuestra salud mental.
Fuente: Martín Reynoso, psicólogo para Clarín
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