viernes, 15 de noviembre de 2019

Fernández debe negociar cargos en su gabinete y Macri aceptar un liderazgo compartido en la oposición

Desde el triunfo en las Primarias del 11 de agosto diversos operadores partidarios, del empresariado, sector financiero, rural, político, gremial y mediático, empezaron a intentar colar posibles nombres que podrían formar parte del gabinete de Alberto Fernández. Debido a la lejanía del triunfo en primera vuelta, y luego, apenas obtenido el mismo, circularon listados de los clásicos analistas de fotografías y observadores de los entornos. 
En rigor de verdad, los hechos objetivos no califican para tanta simpleza, y lo cierto es que el armado ministerial en un frente conformado por más de 100 fuerzas no se da sólo por simpatías, confianzas y/o amistades, sino a través de intensas negociaciones, donde también solicitan participación aquellos que quedaron afuera de cargos legislativos después del 27 de octubre con el 8 por ciento de diferencia sobre Juntos por el Cambio. 
Es obvio que el presidente electo tiene un pequeño margen para nombrar a algunos de sus dirigentes más cercanos en cargos claves, pero también va de suyo que todo lo demás es a definir en intensas reuniones que se están desarrollando todos los días, tanto a nivel nacional como provincial, especialmente en el caso de las figuras que acompañarán en la gobernación bonaerense a Axel Kicillof.
Uno de los casos que certifican lo que ocurre está vinculado en particular a aquellos referentes de las organizaciones sociales que apoyaron a los Fernández y a los que se les bajó el dedo para ocupar mejores posiciones más en las listas y que quedaron afuera.
Algunos de los nombres que circulan desde el día cero van a estar en las primeras líneas, otro no, y serán muchas las sorpresas. Habrá que prestar especial atención en las segundas y terceras líneas que se definan en las diferentes carteras. No van a faltar nombres de referentes de los principales Movimientos sociales que respaldan a los Fernández pero exigen lugares decisorios en las grandes ligas de Balcarce 50. "Los Cayetanos", de excelente relación con el Papa Francisco, deberán tener su lugar, más allá de la figura de Felipe Solá, hoy ligado al Movimiento Evita pero integrante vitalicio de la corporación política.
El aforismo que adjudican al Albertismo: “nombre que suena, suena” es la mejor prueba de este tiempo de acuerdos contrareloj no puede ni debe salir a la luz. Antes de las últimas elecciones resonaba en los pasillos de la calle México 337 (ahora ex búnker del FdT ya mudado al lujoso barrio de Puerto Madero) el nombre de Martín Redrado para ir al Ministerio de Economía.
Pese a que los nombres de Matías Kulfas, Cecilia Todesca y Guillermo Nielsen siguen sonando en la posible “fija” de una imaginaria carrera en el hipódromo nacional, no son pocos los que repiten el mismo axioma que llevó a Nicolás Dujovne al principal cargo en Hacienda: “Es el hombre con mejores vínculos y contactos en Whashington y Wall Street”. 
Todos saben cómo terminó la gestión del ex ministro de Macri y sus relaciones con los Estados Unidos.. Es en ese punto en el que hacen foco quienes no lo quieren volver a ver en funciones, recordando especialmente cuando se opuso a dejar la presidencia del Banco Central, algo que le había ordenado la ex jefa de Estado y hoy vicepresidente electa, Cristina Kirchner. 
En el peronismo se cobijan idealistas del discurso y pragmáticos en los hechos, estos últimos reflotan la frase de Néstor Kirchner cuando justificó tener como titular del BCRA al economista liberal Alfonso Prat Gay. El santacruceño dijo en una emisión especial de 678, y sin eufemismos: “estábamos negociando la deuda en EE.UU., ¿a quién iba a tener en el Central?.. ¿al flaco Kunkel? (ex diputado kirchnerista de izquierda).
Un país simbólicamente presidencialista como la Argentina necesita creer que Alberto Fernández hace y deshace, inclusive ocurre lo mismo con el mandatario que concluye su mandato el 10 de diciembre. Sus seguidores prefieren, casi en un acto de fe, creer que seguirá liderando a gusto y piacere la alianza que lo llevó a la Casa Rosada en 2015. Sin embargo lejos de ese deseo está la realidad.
Las derrotas implican perder poder, se trate de quien se trate, y a la pruebas nos remitimos. En esta coyuntura los radicales que integran Cambiemos se le animan a Mauricio Macri y le imponen una jefatura de la futura oposición de carácter colegiada, es decir compartida. También desde su partido hacen lo mismo el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y la saliente gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
El presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, esperó este momento para disputar fuerzas en su propio partido y en la coalición que perdió a nivel nacional, pero no en provincias radicales como la de él, Mendoza. Su oponente interno, Mario Negri, no corrió la misma suerte en Córdoba y eso envalentona al mendocino para salir a decir en los medios que desde que murió Raúl Alfonsín, ninguna oposición al oficialismo de turno fue conducida por una sola persona. 
El plan “vamos a volver” en versión macrista, y que impulsa el todavía jefe de Gabinete, Marcos Peña junto al asesor ecuatoriano Durán Barba, corre peligro sin este alineamiento tras la figura de MM. Sin embargo el dúo de sobrevivientes de la mesa chica presidencial guardan esperanzas apostando a un rápido fracaso de Alberto y Cristina Fernández debido a la gravísima situación económica que dejan estos cuatro años de ajuste y endeudamiento. Período reinterpretado bajo los principios del buen marketing PRO con una idea matriz que se utilizará en la futura campaña: "sentamos las bases para el crecimiento pero el Frente de Todos no las supo aprovechar.
Ambos adversarios están claramente condicionados de cara al futuro, pero no sólo con respecto a lo que suceda en sus Frente políticos y en nuestro país, sino también por lo que acontezca en la región con los generados conflictos en Ecuador, Chile, Bolivia y Brasil, así como en Estados Unidos con un presidente Trump al borde de un Juicio Político, y una Europa que no termina de definir si vuelve a las políticas del Estado de Bienestar o va camino al avance de grupos reaccionarios de derecha que quieren cerrar sus mercados y fronteras. 

Fuente: Juan Pablo Peralta para Globatium.es

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