viernes, 11 de febrero de 2022

Alberto Fernández sigue sin saber qué decisión tomará CFK sobre el acuerdo con el FMI

En Balcarce 50 persisten las dudas y las sospechas con respecto a cuál va a ser la decisión final del sector que responde a Cristina Kirchner con respecto a la aprobación (o no) del acuerdo con el FMI en el Parlamento.

Ocurre que salvo la decisión de Máximo Kirchner de abandonar la titularidad del bloque del Frente de Todos -en repudio a lo negociado por el tándem Fernández-Guzmán-, la Vicepresidenta sigue callada y ese silencio preocupa, aunque puertas afuera se demuestre lo contrario.

Sólo es hablada -e interpretada- por el jefe de Estado, quien lo hace a través de operaciones mediáticas, que van desde sus clásicos “off” con periodistas, a los que suele llamar por diminutivo, y en conferencias de prensa vía zoom. Extrañas ruedas que se mantienen en secreto hasta que las publican quienes son considerados -para la oficialidad- como “reporteros de confianza”.

Empleados que pertenecen a medios amigos y no tanto, evitando así, el acceso a la totalidad del grupo de acreditados que trabaja todos los días en Casa Rosada. Algo que -entienden los comunicadores de Presidencia- evita que las cosas se les vayan de madres. Una práctica que ataca directamente el acceso democrático a la información, y que esta administración regula de igual modo desde sus comienzos, allá por diciembre de 2019.

Una de ellas se hizo en una parada técnica del viaje internacional del Presidente Fernández, y tuvo como principal objetivo hacer circular esta frase: “Hablé con Cristina cuando estuve en Beijing”.

Cuando se le preguntó al titular del Ejecutivo si tocaron el tema del Fondo, explicó que hablaron de generalidades y señaló, a modo de pedido (para otros de advertencia), que “nuestra fuerza política nos va a acompañar mayoritariamente”.

Se nota que cada vez que el entorno presidencial huele, o percibe que las cosas no van por el camino que difunden, salen a meter presión e intentar enviar mensajes que lleguen, específicamente, al quinto piso del inmueble ubicado en la intersección de las calles Juncal y Uruguay, en la Recoleta.

La gira internacional del primer mandatario por Rusia, China y Barbados no dejó más que promesas que promueven intercambios bilaterales y ayuda económica, que según el mantra albertista, se seguirán negociando en el tiempo.

Los 23.000 millones de dólares provenientes de las arcas asiáticas, forman parte de micro inversiones quedaron registradas en papers diplomáticos que ya descansan en el escritorio del canciller Santiago Cafiero.

El esfuerzo comunicacional de las usinas del Gobierno por subirle el precio al raid del jefe de Estado y su comitiva de más de 20 personas fue eclipsado por la forzada -y para muchos sobreactuada- relación que se entabló con Vladimir Putin Xi Jinping. Algo que ocurrió en el contexto del intento desesperado del equipo de Martín Guzmán (Economía), por sellar un trato de reestructuración de deuda con el principal organismo multilateral del mundo, que está atado al poderío que los Estados Unidos conserva sobre él.

El Presidente llegó a Buenos Aires en la mañana del miércoles desde Barbados, donde participó de actividades relacionadas al Clima junto a la primera ministra local, Mia Mottley, por lo que se sumó al grupo el ministro de Ambiente, Juan Cabandié.

En ese destino también se decidió incorporar a la asesora Cecilia Nicolini como secretaria de Cambio Climático, otro ingreso que generó rispideces al interior de la coalición gobernante.

Muchos creyeron que después de semejante periplo, el mandatario permanecería en la Residencia de Olivos. Sin embargo, pasadas las 13 hs ingresó por explanada y raudamente se dirigió a su despacho en el primer piso de Gobierno, donde llevó adelante una agenda que no se hizo pública.

Se supo que tuvo encuentros con responsable del área económica, pero también que monitoreó cómo van los números para la aprobación de la carta de intención en el Congreso, de la que ni opositores ni kirchneristas, conocen la letra chica.

Algo que le siguen reclamando con urgencia al discípulo de Joseph Stiglitz que está al comando de Hacienda, y que no detiene su marcha en la acumulación de enemigos endogámicos. Otra cartera de la que surgen todo tipo de especulaciones para este año.

En el transcurso de esas reuniones reservadas, salió a la luz la pretensión de crear una cartera de Economía Social -o Popular-, que quedaría en manos del Movimiento Evita, que encabezan Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro.

Se trataría de un dispositivo netamente anti camporista, algo que vienen pidiendo estos dirigentes (que en rigor de verdad, perdieron gran parte del apoyo de sus militantes) con el fin de garantizarle “la calle” a los albertistas; en claro enfrentamiento con el cristinismo puro, con el que están enemistados desde que fueron a elecciones contra la propia CFK en 2017 junto a Florencio Randazzo, llevando como jefe de campaña, nada más y nada menos, que al mismísimo Alberto Fernández.

Lo cierto, es que un sector importante de las bases que dependen de los planes y bolsones de comida que otorga el Evita desde el Ministerio de Desarrollo Social, se han independizado por diferencias políticas y extorsiones, que han denunciado de parte de los ahora secretarios de Estado: Pérsico y Navarro. Vale decir que los que todavía se mantienen dentro de la organización simpatizan con Cristina, pero no con Alberto, y eso genera una gran paradoja.

La gente que compone esa fuerza, a la hora de movilizar, si es que se rompe la relación entre los compañeros de la fórmula que se alzó con el triunfo contra Mauricio Macri, apoyarán a la que consideran su jefa política. Ya ocurrió cuando la mayoría se negó a marchar a favor de una suerte de 17 de octubre “albertiano”, después de la derrota en las PASO del 12 de septiembre.

Se deduce entonces, que, en una hipotética interna, donde la dupla Kirchner-Fernández participara, en persona o con delfines, el brazo del conurbano del actual Presidente no sacaría más del 5 por ciento que obtuvo Randazzo cuando jugó contra la actual titular del Senado nacional en la Provincia de Buenos Aires.

Eso es lo que hace que hasta ahora, Alberto no haya seguido los consejos de emancipación que le sugieren actores del establishment, o como se lo define ahora, “El Círculo Rojo”.  

Con ánimo de achicar el déficit fiscal de la Nación a pedido del Fondo Monetario, otra de las ideas que salió del edificio de la calle Yrigoyen fue la de cortar los subsidios a unas 32 líneas de transporte públicas que recorren la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por valor de 14.600 millones de pesos.

Muchas de ellas también recorren la Provincia homónima que gobierna Axel Kicillof, quien, a través de su titular del área, Jorge D´Onofrio, subrayó que se hará cargo de las subvenciones en un 91% sin aumentar el boleto.

El ministro bonaerense aprovechó a pasar factura al gobierno porteño en medio de la polémica.

Algo contrario a lo que se consignó desde Capital Federal en la voz del ministro de Gobierno, Jorge Macri, que adelantó que el pasaje mínimo se iría de 18 a 40 pesos, si esto se concreta. Horacio Rodríguez Larreta, desde su jefatura porteña, ha pedido una ley y no un decreto a la hora de intentar concretar lo que para él es otro capítulo de la avanzada en detrimento de los intereses de la Ciudad, que es el corazón de la oposición.

El jueves fue un día complicado para la mujer que encabeza la Unidad de Comunicación de Gestión Presidencial. El clima con la mayoría de los periodistas que desarrollan su actividad en la Rosada ya venía caldeado por el ninguneo y discriminación a la que fueron sometidos a la hora de entrevistar al primer mandatario de manera virtual en su recorrido internacional, actividad a la que ni siquiera fueron invitados a escuchar.

Una decisión que erróneamente tomó la portavoz Gabriela Cerruti, que en un principio parecía diferenciarse del perfil controlador de Juan Pablo Biondi, ex Comunicación y Prensa de Presidencia, y su segundo, Marcelo Martín (hombre con varias denuncias que provienen de distintas dependencias de la sede del Poder Ejecutivo Nacional y que nadie entiende cómo sigue en su cargo).

Cuando la vocera retomó su actividad después de acompañar a Fernández en la gira, ya se habían acumulado varios temas en la agenda. De todos modos, el que exasperó a Cerruti fue el planteo de una colega de un diario porteño, que hizo mención al tema que había salido en la tapa del matutino ese día sobre el “malestar y preocupación del gobierno de EE.UU. por las críticas del Presidente”.

La portavoz interrumpió la consulta e intempestivamente cuestionó: “¿Qué funcionario dijo eso?”. Cuando la cronista explicó que se trataba de una fuente “en off” de un “alto funcionario del Departamento de Estado”, Cerruti exclamó: “Ajá, un funcionario que desconocemos”. “Es parte del ejercicio periodístico”, le expresó la periodista.

Otra vez fue interrumpida con visible enojo de la funcionaria, que le espetó: “No, parte del ejercicio periodístico es que los off dan información y que hay que chequearlo con otras dos fuentes independientes para saber si eso es verdad o no”, y cerró ofuscada: “Que una fuente periodística dé una opinión que después sea tomada como la opinión del Departamento de Estado, es toda una novedad en el ejercicio del periodismo”.

Con otros tópicos que se tocaron ocurrió lo mismo. Por ejemplo, cuando quien escribe esta nota la consultó sobre lo que más preocupa a los argentinos: la suba de combustibles, alimentos y tarifas.

Cerruti apuntó que no entendía qué tenía que ver la inflación con el acuerdo con el FMI, y seguido declaró que “una cosa es la lucha contra la inflación y otra el acuerdo con el FMI, no tiene que ver una cosa con la otra”.

En este sentido, precisó: “Con respecto a la lucha contra la inflación que es una de las prioridades de este Gobierno se lleva adelante de diferentes maneras, una tiene que ver con los acuerdos de precios, los acuerdos de alimentos que se llevaron adelante; el caso de la carne; la suba de la nafta, que ya estaba estipulada, lo mismo que la suba de las tarifas eléctricas que se iban a llevar adelante en este momento y de esa manera, con lo cual no entiendo la relación que se hace con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”.

La portavoz continuó su respuesta señanado que, en esta lucha “hay muchos factores que inciden, y todos esos factores tienen que ser atacados simultáneamente”.

En esa línea, explicó que “uno de esos son los acuerdos de precios, estamos trabajando en eso, y que el mismo Fondo Monetario reconoce que es una política que hay que seguir llevando adelante, y otros tienen que ver con la cantidad de divisas que hay en el país, con la situación del mercado financiero”.

La respuesta a una de las periodistas acreditadas.

Al respecto, concluyó: “Todos esos son temas que se están llevando adelante y que vamos a trabajar simultáneamente para combatir la inflación que es, sin duda, el gran problema que tienen los argentinos y las argentinas en este momento y la principal preocupación del Gobierno”.

El clima quedó muy caldeado en la Sala de Periodistas de Casa de Gobierno por la actitud de la portavoz, pero hubo algo que produjo más zozobra aún. Fue el retuiteo presidencial a un usuario anónimo que subió el vídeo del entredicho que rezaba: “Excelente Cerruti acá explicando técnicamente porque el periodismo mainstream argentino es una vergüenza nacional”.

Fue tal la cantidad de diatribas generalizadas que recibió el mandatario en las redes y en los medios masivos, que poco después decidió eliminarlo.

Estos hechos le quitaron relevancia a la reunión del Consejo Federal de Salud en el que se definieron los protocolos para el comienzo de clases. Carla Vizzotti (Salud) y Jaime Perczyk (Educación) anunciaron que se acordó cumplir los 190 días sin requerimientos como el esquema de vacunación completa y pases sanitarios. Eso sí, aclararon que cada distrito tiene la opción de tomar sus propias decisiones. Tal es el caso de Formosa y Santa Cruz.

Pese al descrédito oficial con respecto a los dichos críticos de funcionarios estadounidenses en referencia a la relación de la Argentina con la Federación Rusa y la República Popular China, no deja de ser cierto que el Gobierno de Fernández intenta atemperar la reprobación que llega desde el norte.

En la tarde del viernes, el primer mandatario mantuvo una extensa reunión con el embajador argentino en los Estados Unidos, Jorge Argüello, y aunque no se dio a conocer lo que se habló en el cónclave, está claro que las instrucciones al diplomático giran en torno a bajar las tensiones que puedan haber generado las declaraciones que hizo frente a Putin.

Declaraciones esgrimidas sin saber que estaba siendo siendo transmitido por el circuito interno del Kremlin, que en un vídeo que hizo circular una corresponsal en su red social fue cortado inesperadamente por personal de la sede gubernamental en Moscú.

Lo que se vio del encuentro con Xi Jinping, en cambio, fue de carácter público, y es posible que sea un asunto en el que hayan puesto los ojos responsables de la administración de Joe Biden, y el propio directorio de Kristalina Georgieva.   

Entre las especulaciones que persisten en los pasillos de palacio rosado, se potencia la de posibles cambios en el Gabinete nacional. Algunos las adjudican a operaciones internas que llegan desde la Secretaría de Legal y Técnica, a cargo de Vilma Ibarra, y además desde las de la propia oficina de Cerruti.

Lo que no se descarta es que la estrategia de ala kirchnerista del Frente de Todos sea forzar que el Presidente tenga que firmar por decreto el preacuerdo con el organismo multilateral y quede pegado a la oposición de Juntos por el Cambio, que insiste con que la responsabilidad pasa, en estos momentos, por evitar el default.

Ocurre que las revisiones trimestrales del FMI pueden ponerlos en aprietos, tanto como al equipo de Guzmán y su jefe, el Presidente, si es que no se cumplen las metas que exige la entidad financiera global.


Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política y Medios (PYM) @JuamPaPeralta

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