Hay un fenómeno que se está dando en Casa Rosada que resulta llamativamente extravagante. En su ocaso, el denominado “albertismo” intenta radicalizarse. Esa mesa chica, conformada por el propio Fernández, Julio Vitobello (Secretario de la Presidencia), Santiago Cafiero (Canciller), Juan Manuel Olmos (vicejefe de Gabinete y asesor), Vilma Ibarra (Legal y Técnica) y Gabriela Cerruti (Portavoz), tiene sólo tres ministros leales. En primer lugar, Victoria Tolosa Paz -que junto a su esposo José Albistur siempre apostaron en favor de su amigo Alberto-, Aníbal Fernández (Seguridad), y el flamante titular de la Jefatura de Gabinete, Agustín Rossi. Ambos ex cristinistas, que más que lealtad, agradecen que el Mandatario les haya dado la posibilidad de volver a altos cargos ejecutivos, algo que el kirchnerismo nunca más les hubiera concedido.
“Perdido por perdido, Alberto sale a jugar con lo que tiene”, opina una tercera línea que deambula por los pasillos de Balcarce 50 mientras espera los sacudones del final de mandato.
La semana arrancó con una reunión del Presidente con Pablo Moyano (CGT-Camioneros) en Olivos. Una leve llovizna fue la excusa que utilizó su equipo para que Fernández no cumpliera su única actividad en agenda. Se trataba de inaugurar una clínica veterinaria en Ituzaingó, donde lo esperaba el intendente local, Alberto Descalzo, quien con algunos otros ediles -que se iban a reunir con él- vituperaron en privado.
Es que el titular del Poder Ejecutivo tenía como prioridad tratar que la mesa electoral no se le fuera de las manos y terminara siendo lo que fue, una mesa netamente política, en la que los popes de La Cámpora le coparon la parada en la sede del PJ Nacional de la calle Matheu 130. Para algunos fue “una emboscada”. Pero ya llegaremos a eso.
Por la tarde de ese lunes, el presidente Fernández recibió en su despacho a Daniel Filmus (Ciencia y Tecnología) y al investigador del CONICET, Gabriel Rabinovich. La finalidad de la reunión fue ponerlo al tanto de una investigación que gira en torno a un fármaco que combatirá el Cáncer. Ese respiro duró poco. El adelanto del número de la inflación de enero, que le entregaron en mano, volvía a ser negativo. El dato generó en él y en su entorno un doble sentimiento. Por un lado –analizaron- golpea al albertismo, pero en esa lectura radicalizada que los viene caracterizando, para ellos el impacto recae más que a nadie, en la figura de Sergio Massa y su coyuntural socia, Cristina Kirchner. Ambos potenciales adversarios en una posible primaria, o como electores en una definición de candidatos a dedo.
El martes, el Presidente voló a Catamarca, donde junto al gobernador local, Raúl Jalil, entregó 32 viviendas, y a la hora de los discursos pidió “no volver al pasado”. Una frase que tuvo dos destinatarios: CFK y el macrismo.
El viaje, como los demás que realiza el Presidente permanentemente al interior, resultan ser un bálsamo que calma por unas horas las presiones que recaen en la Ciudad de Buenos Aires, sobre él y sus acólitos. Ese día, el bello paisaje de la capital provincial (San Fernando del Valle) los distanció por un rato del 6 por ciento de inflación de enero -y el 98,8% interanual- que hizo público el INDEC.
Faltaba poco para que se diera una actividad que pretendía descomprimir un poco la tensión que habita en los despachos de la sede gubernamental. Hablamos del acto de asunción del nuevo ministro coordinador. Ese mismo miércoles llegó temprano a Rosada el titular de Hacienda, Massa, y quien horas después juraría como flamante jefe de Gabinete, Agustín Rossi.
Los dos fueron al primer piso, hacia el despacho de Fernández. La excusa, en primer lugar, fue reunirse con productores vitivinícolas, y después, obviamente tratar lo realmente importante: debatir sobre cómo se van a encarar los anuncios de nuevas medidas macroeconómicas para frenar el costo de vida y analizar el cuadro de situación antes del cónclave peronista.
En las galerías rosadas, las usinas comunicacionales del Presidente hacían correr la versión sobre una posible intervención a Edesur, debido a los más de 200 mil cortes de luz de los últimos días en medio de la ola de calor. La cosa fue mutando con las horas, y de eso se pasó a nada más que un envío de veedores, sin complicarle mucho las cosas a la concesionaria italiana ENEL. De hecho, todo quedó en una multa de 1.000 millones de pesos. Una cifra irrisoria para la poderosa firma, otra de esas sanciones que nunca se sabe si se hacen efectivas.
Por la tarde, el escenario elegido para la asunción oficial del “Chivo” Rossi fue el Museo del Bicentenario. Se descartó el histórico Salón Blanco debido a la gran cantidad de invitados que tenía el santafecino. No hubo gobernadores -aunque se les agradeció su fantasmal presencia por altoparlantes- vinieron algunos intendentes como Fernando Espinoza, que no falta a ningún evento donde pueda obtener una foto que acompañe el eslogan “Matanza avanza”. En las primeras filas se vio a los principales funcionarios del Gobierno, entre los que estaba el saliente Manzur, que vuelve a Tucumán para encabezar la campaña a vicegobernador junto a Osvaldo Jaldo.
Es la primera vez que quien presenta la renuncia se muestra más sonriente que el recién llegado. Mientras se observaba el extraño rictus en el rostro de Rossi y los dientes blancos del tucumano que saludaba a todos y a todas, un colaborador del hombre que promueve una posible fórmula con Wado de Pedro, decía por lo bajo: “que grande este Juan! siempre supo irse a tiempo de todos lados.”
Antes de la jura, bajo el rigor de la solemnidad del Escribano General de Gobierno, Fernández rompió el protocolo y agradeció a Manzur por haber estado en momentos difíciles para su administración, situación que sonó a pretérito perfecto, aunque en rigor de verdad, continúa.
Después elogió a Rossi, celebró tenerlo a partir de ahora –y por diez meses- a una puerta de su escritorio. Luego de firmar con su propia Bic negra (en honor a Néstor dijo el Presidente), se escuchó de fondo un cántico: “Oleeé, olé olé, oleeeeé, Chivoo, Chivoo!!" Que se mezclaba con la marcha peronista que entonaba la Corriente Nacional de la Militancia que lidera el ex AFI, que dejó en su lugar al frente de los espías, a su segunda, Ana Clara Alberdi.
El hombre que en sus épocas de jefe de bloque kirchnerista hablaba siempre con la prensa en el Parlamento, empezó con el pie izquierdo en su relación con los periodistas acreditados en Casa de Gobierno. “Prefiero ser feliz un rato más”, dijo a los que le pedimos una pequeña rueda de prensa, o al menos unas palabras. A las pocas horas se los vio y escuchó hablando con medios oficialistas.
Sin dudas, Rossi ya fue cooptado por la impronta incomunicacional que impera en la Rosada hacia la prensa, a la que se considera “gorila” y “de derecha” si no se atiene a los cánones de la militancia. Esto implica que todo aquel que esboza una crítica, o no arroja centros al entrevistado oficialista de turno, es el enemigo.
A esa radicalización a la que hicimos referencia en el principio del artículo, se suma algo que pasará en pocos días. La Secretaría de Comunicación y Prensa de la Presidencia, ahora a cargo de Gabriela Cerruti, emitirá una resolución que, por lo que supimos hasta ahora, promoverá la lógica de objetar acreditaciones a quienes no tengan la impronta que prefiere el “albertismo”.
Ya ampliaremos la información, que seguramente producirá otro escándalo de censura en una Casa de Gobierno que erróneamente fomenta la caza de brujas que no llevó adelante ninguna otra administración, sea en tiempos de democracia, e inclusive, en otras enfrascadas en golpes de Estado y dictadores.
Esta semana hubo conferencia de prensa de la vocera presidencial y una catarata de títulos que persisten en la línea de negar lo que ocurre en la Argentina. Cerruti aseguró que no hay una crisis económica en el país, sino que se trata de una construcción de los medios y la oposición. A Política&Medios le ratificó los dichos de su jefe, quien días atrás había afirmado, en un acto en Berazategui, que somos la nación que más crece en el mundo después de China.
Sin reparos, Cerruti señaló que esos datos: “son las estadísticas del Banco Mundial de nivel de crecimiento de los países. Argentina ha sido de los países que más ha crecido en porcentaje del Producto Bruto”, aseguró, y agregó que según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional y del BM, nuestro país será el que más crecimiento tendrá en Latinoamérica para el próximo año.
Por la tarde-noche, todo quedó centralizado en la dependencia nacional del Partido Justicialista en la zona de Once, donde ocurrió todo lo que en off negó el entorno de Fernández durante semanas. Inesperadamente, pasadas las 19 hs, arribó al lugar la plana mayor del Cristinismo. Máximo Kirchner (Diputado FdT) llegó acompañado de Wado de Pedro y más tarde lo hizo otra camporista de la línea dura, Mayra Mendoza (intendenta de Quilmes).
Las cartas se iban echando, y en la discusión caliente que intentó encabezar el presidente del PJ -y de la Nación- se impuso el lema “democracia sin proscripción”. También surgieron los temidos cuestionamientos a la gestión albertista, a la que se le dejó en claro que no puede seguir cometiendo el error de negar las dificultades y resolverlas en base al contrato electoral sellado en 2019. Sergio Palazzo (Diputado FdT y titular de La Bancaria) propuso que una comisión le pida a la Vicepresidenta que revea su posición con respecto a no participar como la principal candidata del Peronismo.
Fernández no relegó su ambición reeleccionista, pero ante ese cuadro, dijo que si CFK jugaba él se bajaba. La manzana de la sede pejotista había sido previamente adornada con cientos de carteles que mostraban el rostro de la -dos veces- ex presidenta de la Nación con el pedido “Cristina 2023” y la consigna: “Proscripción un carajo”. Esta vez, los principales referentes de la actual Senadora le dijeron a Fernández en la cara que nadie, especialmente él, estaría hoy en el Poder si no fuera por ella.
La falta de una foto que confirmara lo que se planteaba en el discurso público previo al encuentro: “Unidad en la Diversidad”, dejó en claro que las diferencias son insalvables, pero que tal vez, si se deponen algunas actitudes y operaciones de los sectores en pugna, al menos se podría abrir la posibilidad de enfrentar las próximas elecciones con mayor dignidad y mejores resultados.
La idea es alejar el espectro de una derrota catastrófica, esa que frente a la grave situación económica, avizoran actores de la política oficialista, y por supuesto, con mayor énfasis y deseos, la opositora, de la que vale decir, tampoco está exenta de las ambiciones individuales y esas internas que el electorado, cada vez, observa con mayor apatía y desencanto.
Fuente: Juan Pablo Peralta desde Casa Rosada para Política&Medios (PyM). Más información exclusiva de Balcarce 50 a través de Twitter en @JuamPaPeralta y en IG: @juanpabloperaltaperiodista
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