sábado, 2 de enero de 2016

Penetración y fuerza viril: algo más que una idea fija


La penetración es la conducta sexual masculina por excelencia. Un hombre puede disfrutar de diferentes estímulos y entregarse al juego erótico, pero el objetivo del encuentro será la penetración. Está "marcada a fuego" en el imperativo sexual masculino y aunque los sexólogos insistamos en la importancia de todo el encuentro, la regla es: tener sexo es penetrar.

Virilidad y confianza personal

La penetración representa la potencia, la fuerza y la actividad viril. Cuando falta por la disminución, o la pérdida de la erección, golpea en el corazón mismo de la subjetividad masculina. El hombre que penetra se siente seguro de sí mismo, y aunque tenga pocas experiencias sexuales, sabe que apenas la necesite estará presente brindándole confianza. Las bases de la conducta de penetración hay que buscarlas en los determinantes biológicos (procreación) y en las representaciones sociales y culturales que a lo largo de los siglos fueron construyendo la identidad sexual masculina (género). Sin embargo, el hombre fue favorecido por la libertad a tener contactos sexuales sin fines procreativos, lo cual determinó un reconocimiento precoz del cuerpo erógeno y la repetición de la conquista amorosa placentera. Los hombres gozaron de la permisividad social para conseguir ganancias emocionales para sí mismos y competir con otros machos por los logros obtenidos. Si en el principio de la historia el "buen macho" era el "mejor semental", la apertura al goce erótico permitió separarlos en "buenos" o "malos" amantes. Las mujeres, en cambio, tuvieron que luchar (y aún lo siguen haciendo) para salir de los lugares comunes esperables (pareja, maternidad, cuidado de los hijos) y empezar deuna vez por todas a disfrutar de su cuerpo, la autonomía y el poder del sexo.

Vigorosos y fuertes

El vigor es la energía de la fuerza física. El vigor varonil se nutre de la motivación y la búsqueda de objetivos. Es una palabra muy cara a lo masculino y a la potencia sexual. Perder el vigor es "ser impotente". Un varón debe nutrir constantemente la energía ya sea generando actividades y/o sintiéndose seguro en el sexo. La proyección futura y la potencia sexual son los alimentos más preciados para la reafirmación de Sí Mismos. El hombre que no puede cumplir con estas pautas se siente frustrado, "inútil" frente a la vida y el sexo. Y aunque los años limiten la fuerza y la energía muscular, la necesidad de encontrar refuerzos positivos en actividades de toda índole, incluyendo el sexo, serán prioridades a desarrollar.

La edad viril

La fuerza y el vigor en el sentido más riguroso del término no se mantienen de la misma manera durante toda la vida. Si nos atenemos a cuestiones estrictamente físicas las funciones orgánicas comienzan a depreciarse después de la cuarta década de la vida. Es sabido que los niveles de testosterona comienzan a bajar luego de los treinta, pero es un mito pensar que la depleción de esta hormona es causa de problemas en la erección en el adulto mayor. El varón puede seguir siendo tan vigoroso como en sus años mozos, sólo que va a espaciar sus encuentros porque el deseo se verá retardado para retomar un nuevo encuentro. Sin llegar a ser metrosexuales, la afluencia de público masculino de mediana edad, o mayores, a gimnasios, controles nutricionales y hasta alguna cirugía estética nos demuestran las ganas por mantenerse atractivos y fuertes a pesar del paso del tiempo. Además muchas mujeres jóvenes gustan de hombres maduros que han sabido "amasar" experiencia, cuidado personal y por qué no, un poco de dinero. Estas mujeres esperan que sus hombres se comporten en la cama como mixtura del caballero y del salvaje, razones válidas para que ellos se preparen con más ahínco que antes, cuando aún no existía el Viagra, ni los gimnasios, ni lo grupos de respiración, ni de running.

Cuidarse es la prioridad

La extensión en la expectativa de vida compromete a los varones a estar mejor con ellos mismos, a cuidarse para una mejor calidad de vida. Está plenamente aceptado por el encuadre social que un hombre que se cuida tiene más chance de conquista. Exhibir la decadencia es sinónimo de abandono: "Si no se cuida no voy a pretender que cuide de mí", "quiero estar con un hombre íntegro en todo sentido, no con pedazos que voy recogiendo después de cada cumpleaños", "es muy bueno, pero dentro de unos años en vez de la mujer, voy a ser la enfermera". Creo que de todos los paradigmas de la "nueva masculinidad" los de la prolongación en el tiempo de la fuerza, el vigor y actitud juvenil, son los que más aceptación han tenido en ambos géneros. Ya no hay rechazo al hombre que se tiñe, se cuida la piel, hace gimnasia, se controla periódicamente el colesterol y toma Viagra para lograr una buena y segura erección.

Fuente: Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, para Entre Mujeres.

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