jueves, 9 de junio de 2011

La carta natal de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner

Esta carta astrológica la hizo Horacio Germán Tirigall, más conocido como Horangel y la publicó hace un tiempo la revista Gente.

–¿Cuál es el signo de la Presidenta?
–Piscis. Nació el 19 de febrero de 1953 a las doce y cuarto del mediodía. Ese año, el Sol entró en Piscis un día antes: el 18. Por eso no es de Acuario.
–¿Qué es lo más destacado de su carácter?
–Luna y Júpiter en Tauro, su ascendente, indican una desarrollada percepción, que favorece la capacidad de aprender, fijar conceptos, aprovechar su fantasía creadora y apuntar a grandes proyectos sociales, políticos y financieros.
–¿Un punto negativo?
–Su timidez. Pero la oculta. No le impide brillar con luz propia.
–¿Es dual en algún sentido?
–No para manifestar sus sentimientos: quiere o no quiere (tiene a Venus en Aries).
–¿Cómo actúa frente a los grandes problemas?
–Es de armas tomar (Marte en Aries).
–¿Flancos débiles?
–Los tiene, sí. Es muy susceptible a las críticas, las reconvenciones, los agravios (Venus y Urano en disonancia), y le cuesta controlar las emociones y dominar los impulsos juveniles.
–¿Flancos fuertes?
–Quiere alcanzar metas altas (Sol en la Casa Diez: el poder) y brillar por sus luchas y decisiones. Tiene el don de la palabra y la habilidad para persuadir. Pero…
–¿Otro escollo?
–Sí. El riesgo de dejarse llevar por las primeras impresiones.
–¿Qué debe hacer para impedirlo?
–Ser prudente, autocontrolarse, tener dominio de sí misma. Eso evitará que sus valores se diluyan frente a nimiedades.
–¿Relaciones familiares?
–Plutón en la Casa Cuatro (el hogar y la patria) en armonía con Neptuno, la inclina a un singular manejo del orden doméstico: su familia y sus allegados se someten a ella; una especie de caudillaje sobreprotector.
–¿En estos días qué momento atraviesa?
–Urano transita sobre Piscis, y eso genera sorpresas. Algunas muy buenas; otras, de entredichos e irritabilidad.
–¿Tiene condiciones astrales para su altísimo cargo?
–La armonía de Mercurio con Júpiter en el Ascendente (o Primera Casa) entronca disposición, intelecto, memoria y voluntad. Esos factores la han llevado hasta donde está.
–¿Salud?
–Debe prestar atención a los altibajos ligados a riñones, garganta y tiroides.
–¿Tiene todas las riendas del poder?
–No, y creo que tardará un poco en lograrlo. Por ahora, sus esfuerzos y su entusiasmo parten de una juventud fogosa, entusiasta y decidida… pero sin la profundidad que otorgan la reflexión y la estrategia.
–¿Peligros vinculados directamente con el ejercicio del poder?
–Es todo un tema. La carta natal del gobierno que preside muestra una excelente y triple armonía entre Marte, Saturno y Venus. No me refiero a su carta personal, pero también hay un preocupante stellium (cinco planetas dentro de Sagitario) reunidos en la Casa Ocho. En el Medioevo la Casa Ocho, junto con la Doce, estaban ligadas a las confabulaciones, los cambios, el fin de un ciclo.
–¿Algo inevitable?
–No. Si prevalece el criterio más justo y objetivo, neutralizará los desafíos y hasta el amago de una rebelión interna. Pero cuidado, porque la obstinación y la falta de flexibilidad pueden desembocar en enfrentamientos, y quién sabe con qué consecuencias.
–¿Qué debe hacer como contrapartida?
–Ordenar muy bien sus ideas, llamarse a silencio y detener las nuevas frustraciones colectivas. Eso puede llevar al país al apogeo económico y la estabilidad.
–¿De lo contrario?
–El momento más adverso podría presentarse alrededor de la segunda quincena de septiembre: acarrearía cortes abruptos de la libertad de prensa, la Justicia cayendo en un pozo ciego, la hiperinflación. Y en ese caso, con durísimas consecuencias.
–¿Por ejemplo?
–Caída brusca de la popularidad del Gobierno, hambruna ganando las calles, violencia, vandalismo, como ya ha ocurrido históricamente con esa conjunción planetaria…
–¿Antídotos?
–No es sencillo encontrarlos, pero existen. Cordura, sinceramiento, y sobre todo, pactos efectivos y novedosos (Venus en la Casa Siete es, justamente, “de los acuerdos”). Con eso es posible controlar situaciones muy extremas. Y en la carta de Cristina, Saturno está en Virgo…
–¿Qué significa eso?
–Es la clave pacificadora para este año astral, y está en un signo de Tierra: petróleo, cultivos, cosechas, alimentos, la ganadería, la minería. El campo, en definitiva. Si actúa con ponderación, sin discursos exaltados y con hechos justos, claros y rotundos, el país puede dar un giro de 180 grados casi instantáneo. Si no lo hace, las consecuencias pueden ser imprevisibles…
–¿En definitiva?
–Todo está en sus manos. Todo depende de su habilidad.
–¿Qué astro conspira contra ella?
–El astro más significativo en este caso es Saturno (el de la senectud y madurez), y ella llegó muy joven al poder.
–Suena fatalista…
–No. Puede encauzar su gobierno si lo divide en dos tiempos. El primero es el de la juventud, el boato, la vanidad, el lucimiento. El otro, el fundamental, es el de la renuncia a todo eso y la absoluta dedicación a los demás. Ya quemó mucho en la primera etapa, y va contra la corriente astral: cuidado, porque puede romper el motor del coche. Pero si pasa a la segunda etapa con suficiente anticipación, sorteará el peligro.
–Además de la segunda quincena de septiembre, ¿la carta natal del Gobierno señala otro momento muy difícil?
–Sí. Octubre y noviembre pueden ser duros y conflictivos. Carrera de precios y salarios muy aguda, tensión social, economía de Efecto Canguro (a los saltos…), alejamiento de los mejores amigos y permanencia de los peores, y consejos erróneos. Debe estar en guardia.
–¿Con qué fórmula?
–Sabiduría, autoconfianza, reflexión, serenidad, conducta moderada. Esas son algunas de sus cartas de triunfo. Con esas cartas puede producir los cambios esperados antes del cimbronazo.
–¿Ese momento puede exigirle una decisión extrema?
–Sin duda. Hasta un cambio total de gabinete. Lo más importante es evitar el colapso económico, los malos (e interesados) consejos, el abandono de sus impulsos juveniles, lograr la transformación que necesita el país y convertirse en una gran estadista.

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