domingo, 22 de junio de 2014

La muerte de un genocida a manos de un anarquista en el barrio de Palermo

Enero de 1923, Kurt Wilckens ejecuta al teniente coronel Varela, responsable de los fusilamientos de la Patagonia en nuestro barrio, en la calle Fitz Roy a pocos metros de Santa Fe... El 25 de enero de 1923 --algunas fuentes citan erróneamente el 27 de enero--, el militante anarquista y pacifista alemán Kurt Gustav Wilckens ejecuta al teniente coronel Héctor Benigno Varela, responsable directo del asesinato de 1.500 obreros agrícolas en huelga en Santa Cruz (Patagònia) a finales de 1921, perpetrado por el Regimiento 10 de Caballería de Línea de Húsares de Pueyrredón que comandaba. A las 7 de la mañana de aquel día, cuando Wilckens está a punto de lanzar una bomba de mano --que le había proporcionado Andrés Vázquez Tabicas, vinculado con los grupos «expropiadores»-- contra Varela, una niña de 10 años, María Antonia Palazzo, atraviesa la calle y Wilckens frena la acción y asusta a la niña para que huya («Alerta el coche!»), hecho que alerta Varela y obliga Wilckens a echar la bomba sin protegerse, resultando herido en una pierna. Varela, con 12 heridas producidas por la explosión, intenta desenvainar su sable y Wilckens le dispara cinco disparos con su colt matando al verdugo. Moribundo con las heridas de la metralla en la pierna, el anarquista intentó llegar a la avenida Santa Fe, a pocos metros del lugar. Los curiosos y vecinos no osaban detenerlo puesto que todavía traía el revólver, hasta que dos vigilantes (Díaz y Serrano) le apuntaron con sus armas reglamentarias. Wilckens les entregó el colt mientras decía: «He vengado mis hermanos.» El agente Nicasio C. Serrano le arrió unos golpes, mientras que un regimiento situado casi delante, se acercaron oficiales y soldados con la intención de linchar al anarquista. Un oficial de escribanía de la policía frenó la embestida y con firmeza señaló que el detenido era responsabilidad suya. Detenido, Wilckens sólo dijo: «Yo no soy necesario en la vida, he cumplido con mi deber, pueden matarme.»

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