lunes, 16 de junio de 2014

Son algo más de 90 mil megamillonarios en el mundo quienes tienen un tercio de la riqueza generada y la mitad de los activos de los refugios fiscales

Las personas más ricas del planeta, las que tienen un tercio de la riqueza generada y la mitad de los activos de los refugios fiscales entran en un estadio de fútbol. En plena fiebre mundialista, podría pensarse que los 91 mil megamillonarios como los únicos asistentes a la final del fútbol mundial que "los otros" (es decir, los 7.168.480.816 de habitantes del planeta, al momento de escribir estas líneas según sólo puedan ver por televisión. La fantasía está originada en las páginas del libro de James Henry, The price of offshore revisited (que fue traducido al español como El precio real de las guaridas fiscales). Henry no cultiva la ciencia ficción pero The price podría servir para pensar el futuro del planeta en términos similares a los que utilizó Ray Bradbury para desafiar la mente del mundo que nos espera. O, quizá, del que ya estamos viviendo. Henry no se dedica a la literatura de imaginación. Es un académico norteamericano miembro de Tax Justice Network (Red de Justicia Fiscal). Para tomar dimensión de que un futuro bastante oscuro ya está entre nosotros, Henry afirma que entre 21 y 32 trillones de dólares están resguardados en refugios fiscales de 80 países. Las operaciones no se hicieron transportando caudales sino a través de circuitos virtuales, lo que solemos llamar banca electrónica. Presidentes de bancos, traficantes de armas, deportistas de elite, cantantes famosos, todos ellos cuentan con asesores financieros que se ocupan de resguardar sus riquezas de las agencias de impuestos. Es probable, incluso, que mientras estas personas están ocupadas el saquear el planeta no tengan tiempo de reparar en cómo son los mecanismos usados para convertir ganancias generadas en países centrales o periféricos que se igualan a la hora de no contener esta fuga impresionante. Quizá la primera imagen que llegue a la mente de algunos ilusos cuando se habla de refugios fiscales sea la de paraísos. Eso se debe a que heaven (paraíso) suena bastante parecido a haven (refugio). Claro, cuando los refugios de los ochentas y noventas eran islas paradisíacas, eso sonaba bonito. De algún modo, era un descaro que las tropicales Bahamas tengan 300 mil habitantes, muchos de los cuales se dedican a la pesca y estén inscriptas unas 100 mil compañías cuyos dueños no se sabe quiénes son pero que están en cualquier lugar del planeta menos en esas islas. Las Bahamas son parte del Commonwealth, la comunidad de ex colonias asociadas el imperio británico y que el también académico y miembro de Tax Justice Network, Nicholas Shaxson, subraya que la city de Londres es la cabeza de una red de paraísos extraterritoriales que están precisamente en ex colonias británicas como las islas Caimán, las Bermudas, las De Man y las Vírgenes o de territorios continentales como Dubai, Hong Kong o Gibraltar. Quizá hayan pensado en las Malvinas pero sería sumar un punto más a la indefendible posición británica para justificar la usurpación ante los foros internacionales. Desde Londres se canaliza la mitad de los depósitos off shore del mundo según cuenta Shaxson en Las islas del Tesoro. Shaxson vive en Londres pero nació en Malawi, un pequeño país africano que formaba parte de territorios bajo protección británica. Interesante y elegante modismo –protección– para denominar a las comunidades sometidas y explotadas, cuyas actuales autoridades –protegidas– se prestan a legislar para el establecimiento de refugios fiscales. EN CASA. Pero Estados Unidos, donde están las casas matrices de nueve de cada diez de las principales 500 empresas multinacionales, no quiso quedarse detrás en este tema. El estado de Delaware superó ampliamente al coeficiente de compañías fantasma por habitante. En efecto, Henry afirma que en Delaware tiene 917 mil habitantes y están registradas 945 mil compañías. Desde ya, ese estado tiene una legislación que guarda secreto de la identidad de los accionistas de esas firmas. Así como durante décadas se culpó a la sinarquía internacional por los males planetarios, en la actualidad se podría pensar en que esa entelequia mutó en una trama de ingleses y norteamericanos, donde hay prestigiosos apellidos sajones y judíos, pero también otros de origen polaco católico que podrían llevar por inútiles caminos por origen de raza o religión para explicar cuestiones propias de las estructuras de poder económico y político más allá de que por las venas de los accionistas, CEO o presidentes circule sangre pura o mestiza. Sin embargo, es preciso tener presente que hoy en el Vaticano hay un jesuita. Los sacerdotes de la Compañía de Jesús practican la austeridad y la disciplina de modo estricto. Eso les da una estructura mundial de cuadros dirigentes como para intentar reconducir al catolicismo de la corrupción y los desmanejos de la banca vaticana. Los viajes del Papa Francisco dan muestras de diálogo interreligioso y de búsqueda de mediación de conflictos nacionales. Ambos asuntos están palmariamente presentes en la actual gira por Israel, Palestina y Jordania con presencia y reuniones con líderes religiosos judíos, cristianos ortodoxos y musulmanes. La gran pregunta que asoma es si la retórica del diálogo y la conciliación de las religiones monoteístas se animará a dar un paso sobre el descalabro del capitalismo financiero, que no es una anomalía del sistema capitalista sino la cara dominante. Una cara que lleva a los gobiernos de Europa a aplicar los llamados rescates financieros al tiempo que aplican recortes a los programas sociales y a echar empleados públicos. Y ese mismo capitalismo financiero conduce a Estados Unidos a profundizar el déficit fiscal mientras sostiene el presupuesto militar más elevado de la historia de la humanidad. Al respecto, Francisco no sólo asume gestos políticos sino que se apoya en una teoría que cuestiona las raíces del sistema. La exhortación Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio, de noviembre de 2013) es una muestra palmaria de ello. Un texto medular en el que se encuentran párrafos muy directos como el siguiente: "Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites." LA CRISIS Y LAS DERECHAS. Basta mirar el panorama de la oferta política en el llamado primer mundo para interrogarse hasta dónde puede llegar el diálogo interreligioso. Barack Obama fue reelecto en 2013 hasta 2017 y en dos años su partido tendrá que medir fuerza con los republicanos, liderados por el ultraconservador Tea Party. En los países de la Unión Europea, la oferta electoral para renovar las bancas del Parlamento Europeo muestra el peso de los partidos conservadores con un crecimiento sostenido de fuerzas xenófobas que replican los sentimientos del Tea Party. Obama logró consenso en el Senado norteamericano para parir una reforma migratoria bipartidista que permita legalizar a más de 10 millones de inmigrantes indocumentados, la mayoría mexicanos y por lo tanto de origen católico. De allí la importancia que tuvo el tema en el pasado encuentro de Obama con Francisco en el Vaticano en marzo pasado. Sin embargo, la Cámara de Representantes retrasa el tratamiento al tiempo que muchos empresarios y trabajadores de origen blanco, anglosajón y protestante redoblan sus quejas por el miedo a perder sus privilegios, tener que pagar salarios más altos o directamente sentir competencia por sus actuales puestos de trabajo. En las golpeadas economías europeas se producen conductas similares. Los trabajos manuales menos calificados, durante los años de prosperidad, fueron ocupados por migrantes, siempre con la prioridad de habitantes de las ex colonias. Eso se fue cortando a la par que la pobreza extrema crecía en el centro y el norte de África. La crisis migratoria, con la persecución a quienes se animan a cruzar o morir en el Mediterráneo, empujó a las derechas más extremas a ganar posiciones en el electorado. Los megamillonarios, mientras tanto, logran cada vez más concesiones de la legislación impositiva. No se debe solo a la decadencia moral sino a la presión que tienen los accionistas de las principales multinacionales por parte de China y en segundo lugar de India. Los CEO y los gerentes financieros saben que sus costos no son competitivos con los costos de las empresas chinas o indias. Porque hay paridad tecnológica, comercial y financiera, mientras que los salarios son diez o 30 veces superiores en los países centrales. Y porque cada vez más las multinacionales de los países centrales mudan sus operaciones especialmente a China. Y porque también se verifica el camino inverso: cada vez más las empresas chinas compran partes importantes de compañías europeas. Cuando se habla del mundo unipolar al multipolar, suele hacerse referencia a que la hegemonía de Estados Unidos está en riesgo dado que una serie de naciones se convirtieron en jugadores de peso. A eso se refieren muchos analistas cuando plantean que la Unión Europea –a través del euro y la hegemonía de Alemania– es un jugador importante y que China, India, Rusia y Brasil tienen un peso creciente en la economía mundial. Pero la supuesta apertura está en jaque por dos motivos, uno de los cuales es objeto de este artículo y se refiere a que el sistema financiero, tal como está planteado, no es una anomalía de buitres o especuladores, sino que es solidario con los intereses de las grandes compañías multilaterales. Y que, en esa dirección, los refugios fiscales no son más que la alternativa para optimizar las ganancias y el poder de los megamillonarios, quienes suelen ser los principales accionistas de esas compañías. El otro aspecto que neutraliza la idea de un multilateralismo ingenuo es el poderío militar y diplomático de Estados Unidos y sus aliados de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte, la Europa continental y Gran Bretaña, desde van entre el 80 y el 90% de los activos que están en los refugios fiscales. Quizá el diálogo interreligioso pueda mitigar algunas de las atrocidades, pueda ablandar los espíritus de algunos poderosos. Sin embargo, la única manera de desactivar este verdadero campo minado es sumar a esa agenda el debate sobre cómo terminar con los privilegios fiscales de los poderosos. Cuando se piensa en los tratados de desarme de la Guerra Fría se sabe que había dos oponentes y que ambos tenían para ganar o perder pero que su suerte o desgracia eran solidarias. En un mundo unipolar, las maneras de llegar a la mesa de diálogo parecen estar más cerca del cielo que de la Tierra.

Fuente: Tiempo Argentino

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