Más o menos así, como está en la foto, conocí a Juan Antonio Ferreyra un viernes a la noche del año '88 en un bar de San Justo que se llamaba Café del Sol, hoy convertido en una de esas clásicas clínicas de prepago. En esa época ya con 18 en el DNI empezaba a salir de unos cuantos años de encierro en mi habitación dándole duro y parejo a una criolla que me había regalado mi tía y madrina Graciela. En esas madrugabas sacaba de oído y con algunos cifrados de las revistas temas del rock argentino, internacional y también algo de folklore y Tango. Hacía casi dos años que había empezado a incursionar en la radio con segmentos en un ciclo de la FM Nativa allá en mi querido partido de La Matanza. Al principio con un amigo, José Luis "El Chino" Armenia, hacíamos de columnistas y voceros de los centros de estudiantes de los colegios secundarios del oeste (yo iba al La Salle de Ramos Mejía y mi compañero a uno de Haedo) en un programa que se llamaba el Loco de La Montaña, una parodia de aquel Loco de la Colina creado en los '80 por Carlos Rúa. Nuestra sátira se emitía por lo que hoy es la 101.1 Radio Latina. Poco después su conductor, Víctor Okiusi, pasó a darle prioridad a otro ciclo en la emisora y nos dejó esa hora diaria a nosotros que empezamos a utilizar, sin darnos cuenta, para fogonearnos sin escalas en toda la movida rockera de aquella legendaria zona, donde como dice Mollo "está el agite", y por supuesto donde hicimos un curso intensivo de música y bandas locales que jamás hubiéramos tenido en cualquier otro lugar. Con ese espacio nos ofrecían entradas para sortear de los boliches, regalar material discográfico, nos invitaban a recitales y nos proponían reportajes. Un día uno de los que dirigía la señal me preguntó ¿por qué no vas a hacer una nota a JAF?. Para que no se diera cuenta que no tenía idea de quien me hablaba le dije "y estaría buenísimo!!". Me dio un papel con un teléfono para que hablara con una chica que organizaba fechas en un pub sanjustense. No podía decir que no, así que salí a la casa de mis amigos más veteranos, tipos que conocía desde que tenía 16 y me doblaban (o más) en edad. Cuando decía JAF todos me miraban con cara rara.. "ni iiiiidddeeeaaa pendex".. me decían. En esa época no existía el sencillo arte de googlear, faltaban pocos días para el show y no podía saber a quien pertenecía, para mi, ese ridículo nombre. El jueves fui a visitar de casualidad a un vecino del cual ni remotamente podría haber imaginado que me iba a sacar del entuerto. Le comento al pasar lo del reportaje que me habían pedido, y el tipo con poco más de 30 años, casi todos con los oídos pegados a todas las radios del dial, me espeta "ahh boludo, el que fue guitarrista de Riff!!". Bajé a tierra.. sólo me salió un "aaaaah!".. a este me lo mandó Dios pensé.. "lo conocés??!!", le mandé casi como desesperado. Esa tarde entre mate y pitada me contó lo que tenía registrado en su cerebelo al respecto.. no era mucho pero, decir Pappo me había relajado.. al menos no iba a ir en bolas a preguntarle cosas a nada más y nada menos, que alguien que le dio a la viola al lado del legendario hombre de La Paternal. En la radio me prestaron un grabador de mano con cassette TDK y el viernes a las 10 de la noche estaba en la puerta del local de la calle Yrigoyen, a media cuadra de la céntrica Ignacio Arieta.
Dije a un portero a que iba y le nombré a la joven con la que había arreglado por tubo de línea, tampoco existían los celulares. A los cinco minutos, después de ver que un cartel rezaba "Esta Noche JAF", y en letras más chicas "Juan Antonio Ferreyra", otro dato pensé y al toque me vino a buscar la minita, como decíamos cancheros los del barrio. Me hizo entrar a un lugar semioscuro, lleno de mesas vacías y con unos astros espejados que giraban en el medio iluminando las paredes, el suelo, el techo y la barra que se encontraba al costado de un escenario con instrumentos ya apostados que esperaban a sus dueños. Me pareció que había llegado muy temprano, así que me senté y esperé. No me invitaron ni un vaso de agua pero no me importó. La hora anunciada para empezar el recital eran las 23, me llamaba la atención que faltaba muy poco y sólo había ingresado una pareja que se alojó al fondo del inmenso lugar. A las 23 y monedas vi que un pelilargo como yo, pero con "lanas" que para mi inocencia juvenil, eran espectaculares, daba indicaciones a otros tres. No dudé.. ese era el bendito JAF. Salté de la mesa y como vi que todavía eso no iba a arrancar lo saludé. El tipo me miró medio de coté pero bien, y cuando escuchó la propuesta para hacer la notita corta antes de que tocara, intuyendo que hasta las 12 ahí no iba a pasar nada, me propuso con su voz de doblaje norteamericano: "hacé una cosa nene.. quedáte a ver el show y cuando termina le damos a la lata tranquilos". No iba a contradecir a quien había tocado con Pappo y además quería ver como pelaba ese chabón. A las 23:45 eramos no más de 10 personas perdidas en las sombras del café. Veinte minutos después los muchachos salieron a escena igual. El cantante y guitarrista ya no mostraba la cara.. era sólo un flaco de campera negra y jeans chupín con una viola colgada, que con cabeza baja dejaba caer la porra entre él y el público casi fantasma. Largaron con un tema que me sonaba, en mi ignorancia musical estimé que era un covers de Deep Purple cantado en un inglés muy rantifuso, nada que ver, era el celebrado Elena X.. temón que yo había escuchado sin saber quien lo interpretaba ni entender la letra. Lo había grabado en sus épocas de Riff. Después siguieron algunas canciones que yo no conocía mezcladas con versiones de Whitesnake y otras bandas del hard rock internacional. Debo reconocer que la banda sonaba muy bien pese al rebote por la falta de gente y que se entregó como si hubiera cien mil personas. Me gustó mucho la voz del tal Juan Antonio y también como le daba al diapasón. Sus compañeros lo acompañaron muy bien, de hecho en medio del espectáculo, quedó en escena únicamente el tecladista que hizo Toccata y Fuga de Johann Sebastian Bach, melodía que de chiquito ya me viajaba a otros planos de la realidad.. a quién no ¿no?. El cierre fue descomunal con el inevitable Humo Sobre El Agua que hizo olvidar si eramos pocos o muchos y que JAF hizo sacando la voz del mítico Ian Guillan, todavía hoy, ya sin melena, la sigue reflotando de las arcas del pasado. Cuando todo terminó y se disipó la euforia me acerqué a la banda que desconectaba equipos. JAF fue hasta la barra y volvió al toque sonriente. Le dijo a sus compañeros "bueno che, tomen!", repartió un billete de 5 pesos a cada uno (algo así como 50 pesos de hoy en el infierno inflacionario) y les explicó "y yo me quedo con 10 porque soy el que vive más lejos". Era una miseria para el espectáculo que habían brindado, pero claro, estábamos como casi siempre en la Argentina, a las puertas de una explosión social y la caída de otro gobierno, en ese caso el de Alfonsín. El líder melenudo era de Ituzaingó y andaba en moto como di cuentas al irme. Después de entregar las perdidas Juan Antonio le dijo al bajista "escuchá bien el VHS que te di, todavía le falta un poquito a ese tema".. no supe a cuál se refería. Para mi todos sonaron perfecto, claro esa noche me tocó ser público. Años después, ya con mi primera banda, Shiva Rock, entendí todo. En el escenario uno se da cuenta de cada cosa que suena mal o rara y casi siempre baja con esas autocríticas en la cabeza mientras la gente que te escuchó te dice "bárbaro, sonó como los dioses, que buen grupo che!", etc, etc. Después de risas, unos tragos y la inevitable levedad de ser plomo de uno mismo, Juan me invitó a sentarme con él en una mesa y empezamos la entrevista. Yo después de verlo mostrar su arte estaba un poco cohibido y nervioso pero no dudé y le pregunté directamente porqué se había largado al ruedo solo después de haber estado en Riff. Me contó de sus comienzos en la Banda Marrón, y me explicó que Vitico y Pappo lo habían invitado a sumarse al recordado grupo pesado, pero que con el tiempo se dio cuenta que había varios puntos de conflicto. "Al principio el Carpo me daba vuelo pero de repente empezó algo así como una cuestión de celos", declaró con un dejo de tristeza. De todos modos me aclaró que para él, el creador de tantos éxitos era uno de sus músicos preferidos y que a veces talento y personalidad no van de la mano, así que luego de grabar Riff VII estaba afuera. Me dejó claro que se había dado el gusto de tocar con uno de los mejores. Todavía JAF no era el tipo que salía por todas las radios o sonaba en los lugares bailables haciendo Wonderful Tonight de Eric Clapton, ni el de la publicidad, y menos aún el de los temas tipos soft metal y pegadizos que hacían delirar a las adolescentes y a las maduras también. Me confesó que le fascinaban los coros hawaianos a lo Elvis y que algún día iba a hacer algo así. Muchos años después escuché en una AM un material que tenía esa impronta y que estaba muy bien logrado. Yo no supe si se editó pero nunca lo encontré en la web y menos en las disquerías. Hablamos de lo que se venía en su carrera profesional, se trataba de grabar un disco que estaba preparando. Fue Entrar en Vos y dio el puntapié inicial (como se dice en las típicas notas sobre artistas) para una celebrada carrera que lo mantuvo siempre con más o menos reflectores pero instalado como expresión de un tiempo. Mucho más grande lo encontré en otra radio de San Justo donde vino para una entrevista en un programa y le conté que él había sido mi Primera Nota. Canchero se rió y con mucho menos pelos me dijo "me hacés sentir un viejaaaarrrrdo", remarcando la "a" y la "r" tipo rocker cervecero. En esa emisora yo operaba la mesa técnica y hacía un programa en las madrugadas con mi amigo Daniel Acosta, y al que le pusimos cinco minutos antes de salir al aire, "Las Caras de La Luna", fue por el tema de fito que sonaba previo a nuestro bautismo en al aire de esa frecuencia. Con Dani también armamos un grupo en el Oeste, Lúcuma, y hasta fui testigo de como acompañó en guitarra al propio JAF haciendo otro de sus clásicos "Diapositivas". Mi compañero es un gran violero, compositor, dibujante y otras artes, y de él aprendí mucho, especialmente a elegir libros para pasar madrugadas acompañado por autores inconmensurables. Juan Antonio se había convertido en asiduo visitante a la señal, San Justo le quedaba cómodo, dijo varias veces. Seguía trasladándose a todos lados en moto. Para ese final de los '90 principios del 2000, usaba gorras porque se le habían volado las chapas pero nunca pareció importarle mucho. En el último reportaje que le hice en ese mismo lugar le pregunté si no se sentía mal por haberse convertido en un cantante comercial. Se puso como loco, me clavó los ojos y enojado me lanzó un "vos no tenés idea lo que es tener que juntar la guita para alimentar a tu familia haciendo lo que te gusta, siempre hay que ceder algo". Pensé que se había quedado muy caliente pero cuando salimos del aire me explicó muy tranquilo, pero visiblemente dolido, que las empresas discográficas te piden 12 temas que sean hists y te dejan colar uno o dos de los que realmente querrías grabar. Eso era cierto pero de todos modos y de a poco, Juan fue encausando su carrera para el lado que quiso. Tuvo un Power Trío muy bueno y se presenta todavía en diversos lugares de todo el país dándose todos los gustos y regalando a la gente eso que les trae nostalgias de sus inicios como solista. No lo volví a ver en persona pero siempre será el hombre que me concedió mi debut como periodista. Le tengo ese cariño que trae el recuerdo de los comienzos en este oficio y como músico. Después vinieron muchas anécdotas y cosas más, pero como les gusta cerrar a muchos.. "esa.. esa.. es otra historia..".
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