Suele decirse que a cada uno el estrés "le pega en su lado más débil". Están quienes padecen interminables migrañas, aquellos a los que la hipertensión les juega en contra y los que ante el primer traspié emocional el afectado es el estómago.
Ocurre que los cólicos, el reflujo ácido, el estreñimiento, el síndrome del intestino irritable y la enfermedad de Crohn son los trastornos digestivos más frecuentes. Y al parecer, un componente común en ellos es que habitualmente están relacionados con un sistema nervioso mal sincronizado.
Frases como "me cayó mal lo que me dijiste", "no pude digerir lo que pasó","lo que escuché me dio dolor de estómago" son casi cosa de todos los días. Y como bien se lee, involucran tanto estados emocionales como malestares corporales. Esto es porque lo que sentimos negativamente –bronca, nervios, angustia, indignación, etc.– repercute directamente en nuestro organismo, y, en ocasiones, específicamente, en nuestro estómago.
Para Marcelo Barroso Griffiths, quiropráctico (matrícula 9784), "las disfunciones con las que muchos conviven cotidianamente con resignación, tienen solución sin fármacos ni efectos colaterales".
"Los estados de mal funcionamiento de algún órgano o sistema pueden ser causados por trastornos psicoemocionales y esto produce enfermedades funcionales y psicosomáticas", destacó el especialista, para quien "la somatización es una manifestación física y fisiológica de las emociones y las tensiones".
Y ejemplificó: "Por un estado nervioso prolongado una persona puede alterar tan fuertemente su función estomacal hasta llegar a desarrollar una úlcera gástrica. Y está comprobado que las características generales y más comunes de los pacientes con este tipo de úlcera son la edad joven, que tienen mucha exigencia y control, y que vienen en un ritmo constante de estrés e hiperactividad".
Es que lo que para la mayoría de las personas es un proceso natural, como la digestión, en millones de individuos no resulta tan afortunado. "Cuando el proceso digestivo se complica, puede tener como consecuencia varios trastornos digestivos, que llegan a interferir en cualquier aspecto de nuestras vidas", aseguró Barroso Griffiths.
"Nuestro sistema digestivo no siempre responde como nos gustaría. Sus consecuencias más comunes, cuando no funciona correctamente, son las digestiones pesadas, el ardor de estómago, el estreñimiento y la hinchazón. Todos estos malestares pueden influir negativamente sobre nuestro bienestar y estado de ánimo", describió el especialista, quien destacó que también se produce el fenómeno inverso: cuando las emociones alteran las funciones digestivas. "Y es que la ansiedad, la tristeza, el estrés, la excitación o el enfado, son factores de riesgo para desarrollar patologías muy serias, como es el caso del síndrome del intestino irritable", remarcó.
"En el sistema digestivo acumulamos muchas emociones no expresadas, o problemas no solucionados. En este sentido, nuestro estómago actúa como un segundo cerebro, influenciando en las funciones digestivas, condicionando y generando predisposiciones para padecer diferentes afecciones gástricas", explicó Barroso Griffiths, quien consideró que "está claro que existe una estrecha relación entre emoción y digestión, por eso, cuidar la alimentación y desintoxicar el organismo es fundamental para mejorar nuestra calidad de vida".
Cuando se altera el sistema nervioso
"Un sistema nervioso que funciona mal, puede ser un factor clave en el desarrollo de varios trastornos digestivos.Y esto sucede porque una gran parte del sistema digestivo se controla directamente desde el tronco encefálico, a través del nervio vago o neumogástrico", explicó el especialista.
Y amplió: "El tronco encefálico es el centro desde donde se dirigen varias funciones vitales, incluyendo la digestión, y se encuentra en la parte superior de la columna vertebral. Su funcionamiento se asemeja al de una línea de teléfono, con miles de cables individuales o fibras nerviosas, que mandan y reciben señales a todas las células, órganos y sistemas del cuerpo".
Así es que un alineamiento indebido de la columna cervical superior (en el cuello), puede entorpecer las funciones del tronco cerebral. Esto puede ser un factor crítico en varios problemas de salud –manifiestos inmediatamente o en el transcurso de años–, incluyendo los trastornos digestivos. Barroso Grifftiths enunció que "estas alineaciones indebidas pueden ser producto de varios factores como choques, caídas, lesiones deportivas, accidentes de coche, traumatismos en el parto, etc".
La extraña relación entre intestino, ansiedad y estrés
"La ansiedad y el estrés pueden alterar y perjudicar la producción de ácido clorhídrico del estómago, la defensa, la microflora y los procesos enzimáticos digestivos", explicó el especialista, y agregó: "Esto provoca sensaciones desagradables de dolor y malestar, hasta que el sistema no puede compensar y resistir a la 'agresión', y desarrolla una lesión en sus tejidos".
Dicen los que saben que las situaciones extremas de miedo y trauma emocional estimulan una liberación masiva de diversas sustancias químicas, mediadores, hormonas, neurotransmisores, etc, que alertan a todo el cuerpo de esta situación emocional aguda. "Como en el intestino producimos y almacenamos muchas de estas sustancias, su liberación excesiva y urgente desencadena reacciones enzimáticas digestivas y movimientos musculares intestinales muy rápidos", sentenció Barroso Griffiths.
Cada sección del tracto gastrointestinal es propensa a un trastorno único y específico. Así, habrá dolencias simplemente molestas, como la acidez, mientras que otras pueden ser dolorosas e incluso debilitantes, como calambres, hinchazón, diarreas, estreñimiento o sangrado.
¿El foco en la columna?
Muchas personas consideran su sensibilidad digestiva como una cadena perpetua. De este modo, asumen resignadas una menor calidad de su vida y restricciones en su alimentación, sin luchar para intentar un cambio.
Barroso Griffiths aseguró que "las alteraciones en la columna son un eje a tratar cuando hay problemas digestivos". "Tenemos que saber que las escoliosis, cifosis, rectificaciones, etc., generan compresión de los órganos, como el estómago, y así desencadenan también complicaciones en su actividad", insistió.
Tras asegurar que "la compresión nerviosa en la quinta vértebra de la columna vertebral, tiene estrecha correspondencia con un mal funcionamiento del estómago y destacar que esto, en principio, tendrá consecuencias corporales leves, tales como la acidez", el especialista destacó que "tomar un antiácido, lo que hace es mitigar el síntoma, pero de ninguna manera atacar el origen del malestar, y mucho menos erradicarlo".
Cinco claves para entender y aliviar los malestares digestivos
1. Registrar que todos los trastornos digestivos tienen un componente común, que es la presencia de un sistema nervioso mal sincronizado.
2. Evaluar que si nos limitamos a minimizar el dolor con un fármaco, pero no atacamos el problema de raíz, el malestar digestivo persistirá.
3. Saber que como la quiropraxia disminuye el estrés, evita el círculo vicioso de tensión emocional, disfunción estomacal, y posteriores molestias.
4. Comprender que si bien una persona puede acudir a un quiropráctico por una dolencia digestiva en particular, las correcciones de esta disciplina afectarán positivamente a todo el organismo.
5. Conocer que como la quiropraxia mejora la inmunidad, actúa también como un tratamiento preventivo de nuevas disfunciones digestivas.
Fuente: Infobae
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