lunes, 31 de agosto de 2020

El Gobierno argentino intenta relanzar su gestión entre tomas de tierras y el miedo al "Que se vayan todos"

La administración del Frente de Todos decidió realizar un acto en Casa Rosada, encabezado por el presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Kirchner, para destacar las negociaciones con los bonistas bajo legislación extranjera. La actividad no arrojó muchas novedades pero si tuvo como finalizad hacer una especie de relanzamiento de gestión gubernamental.
Esto se debe a que desde el 20 de marzo, cuando el jefe de Estado dio por iniciada una cuarentena que ya superó los cinco meses, todos los índices económicos se potenciaron negativamente, inclusive los magros números que dejó la Alianza Cambiemos liderada por Mauricio Macri.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, reiteró lo que ya se había anunciado de manera menos estentórea, pero frente a 17 gobernadores, incluyendo al opositor alcalde de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, sobre la reestructuración del 99 por ciento que consiguió con los acreedores bajo ley internacional, y también sobre las próximas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.
Como expresó el propio Fernández, el oficialismo entiende que reducir en 38 mil millones de dólares los pagos de esas acreencias, es una oportunidad para iniciar un proceso de crecimiento del consumo interno, de activación de la obra pública a nivel federal, e incentivar inversiones productivas y no de carácter especulativo, entre otras cosas.
Mientras el titular de la cartera económica, el jefe del Ejecutivo nacional, su segunda, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, estaban al frente de los mandatarios provinciales y la mayoría de los funcionarios de Gobierno en Balcarce 50, en el populoso partido de La Matanza, en la Provincia de Buenos Aires, se repetía otra de las tantas tomas de terrenos que se vienen desarrollando en el conurbano bonaerense, nos referimos a la Cooperativa El Palmar (que cubrió esta agencia de noticias), y en otras zonas del país como la provincia de Río Negro.
Hace unos días el ex presidente, Eduardo Duhalde, hizo unas muy cuestionadas y polémicas declaraciones en una señal televisiva porteña. En ellas ponía en duda la ejecución de las elecciones de medio término del año próximo, y se refirió de manera insólita a la posibilidad de un golpe de Estado de carácter militar, algo de lo que se desdijo a las pocas horas.
Para algunos, el reconocido político que asumió el poder en la Argentina en 2001, después de la caída de Fernando De La Rúa y una serie de sucesores temporales, no está en sus cabales y propinó esas afirmaciones en medio de una especie de ataque psicótico. Para otros más desconfiados y no tan resueltos a aceptar justificaciones médicas cuando de política interior se trata, manifestaron que lo que hizo Duhalde fue advertir sobre los peligros que puede sufrir la clase dirigente si continúa sin resolver los problemas estructurales del país sudamericano, dirigencia a la que por supuesto, también pertenece el peronista, que también fue junto a Carlos Menem un importante factor en el sistemático crecimiento de la brecha entre ricos y pobres. Algo que a su vez se refleja en los dichos de un analista local que aseguró que la riqueza de los políticos ha crecido de manera diametralmente opuesta a la miseria de las mayorías de ciudadanos.
A muchos les resultó extraño que en el marco de la grieta que fomentan los núcleos duros del frente gobernante y la oposición de Juntos por el Cambio se empezara a hablar de un pacto o acuerdo, con diferentes propuestas, entre ambas fuerzas de cara a lo que definieron como la post pandemia.
Lo cierto, es que más allá de la iniciativa gubernamental para dar visos de un proyecto de reactivación económica en un futuro todavía impredecible, los ensayos de buena voluntad de la oposición que aún no se materializan en el Parlamento, y los miedos al "Que se vayan Todos", que retumbó fuerte en la nación rioplatense con la salida de La Alianza delarruísta, hay un trasfondo que huele mal en los copamientos de tierras privadas y fiscales.
Usurpaciones que tienen varios condimentos, entre ellos, la clara necesidad de viviendas para un importante sector de la población que crece marginada, e integra ese 50 por ciento de pobres que hoy sólo recibe alimentos y alguna ayuda estatal mínima, las internas que se dan en las organizaciones sociales que se dividieron entre las que integran el Gobierno con sus máximos referentes en puestos claves del ministerio de Desarrollo Social y quienes quedaron afuera, y también, un esquema desestabilizador latente, de esos que nunca se sabe cómo puede terminar, menos aún si desde la administración central no se sabe de qué manera encarar el problema que ya había adelantado un referente social que se identifica con el Papa Francisco y tiene buena llegada a la ex presidenta CFK, se trata del fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois.
Fuente: Juan Pablo Peralta para la agencia internacional Globatium.com y ECMC Noticias México-Argentina-España-Brasil-Estados Unidos

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