sábado, 19 de junio de 2021

Los cinco días en los que Cristina Kirchner tuvo que blindar la Casa Rosada y al Presidente

Golpeado por errores discursivos y fallidos que se impusieron mediáticamente a la consigna de “vacunar, vacunar y vacunar”, que promueve su administración, el presidente Alberto Fernández prefirió iniciar la segunda semana de junio dejando un anuncio, que en otro momento hubiera hecho él, en manos de su jefe de Gabinete, Santiago CafieroFue el Programa de Fortalecimiento Federal para la Erradicación del Trabajo Infantil.

El lunes, la pregunta en Casa Rosada era si el mandatario rompería el silencio en Ezeiza esa misma tarde en la cual iría junto a su ministra de Salud, Carla Vizzotti, a recibir un lote de 934.200 dosis de la vacuna AstraZeneca, con cuyo cargamento la Argentina superaba las 20 millones de vacunas adquiridas. Más allá de las fotos, eso nunca ocurrió. El hecho es que, antes de las postales desde el aeropuerto, fue la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien decidió reaparecer en escena desde la Provincia de Buenos Aires junto al gobernador Axel Kicillof.

En los pasillos de Balcarce 50, la posibilidad de que Cristina saliera a hablar para tomar las riendas hasta que aclare, se barajaba en las últimas horas del viernes, cuando se comentaba que, más allá del enojo de la jefa política del Frente de Todos por los erráticos días presidenciales, lo que pidió a los suyos fue que se blindara a quien ella entronizó aquella mañana del 19 de mayo de 2019 en la fórmula que ganaría las elecciones del 28 de octubre de ese mismo año.

Nadie desconoce en la sede del Ejecutivo que la actual titular del Senado criticó desde el principio al responsable de la comunicación del Presidente, nos referimos a Juan Pablo Biondiuno de los tantos señalados, sin ser nombrado, como integrante de los “funcionarios que no funcionan”.

La excusa para ordenar la tropa con un discurso “por historia y por coyuntura”, como remarcó la ex presidenta, fue la reanudación de obras del hospital “Sor María Ludovica”. Los ejes que destacó la vicepresidenta en su alocución para ordenar la gestión fueron cinco: 1) Apuntalar las 20 millones de dosis que recibió la Argentina contra el COVID-19; 2) Resaltar la “vacunación modelo” en la Provincia de Buenos Aires”; 3) Pedir que las vacunas y la pandemia queden afuera de la disputa política; 4) Replantear la integración de los sistemas de salud pública, obras sociales y privados; 5) Criticar a los medios opositores.

En esa línea, la dirigenta apuntó en particular al Grupo Clarín, usina informativa que horas después le respondió con una sugestiva nota sobre el almuerzo privado que tuvo Alberto Fernández con una atractiva artista plástica mendocina en la Rosada, algo que ocurrió un día después de la traumática visita oficial al país del español Pedro Sánchez.

Muchos de los medios señalados aseguraron que la ex mandataria no había nombrado a su presidente en el acto platense, algo que, en rigor de verdad, hizo dos veces en ocasión de recordar un dato no menor: que el viernes anterior, a la tarde, ambos habían hablado, según contó, sobre una serie de hospitales que inició el kirchnerismo y que Cambiemos había dejado inconclusos.

El martes Fernández volvería a participar de un acto, esta vez en la localidad bonaerense de Pergamino. Iba a inaugurar un tramo de la Ruta 8. El helicóptero finalmente salió del helipuerto del palacio gubernamental sin el mandatario y sin Cafiero. El elegido para ir a evitar un posible escrache al presidente (organizado por productores agropecuarios y comerciantes de la zona), fue el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro, quien fue enviado por Cristina Kirchner a cubrir las espaldas del hombre que sigue siendo la prenda de unidad en la coalición gobernante.

Las fuentes oficiales negaron desde el CCK, donde Vizzotti daba una conferencia de prensa, lo que era un hecho objetivo en Pergamino. El argumento fue una serie de “importantes reuniones” que el titular de la Casa de Gobierno tendría en esa sede. Lo que no explicaron los voceros fue por qué la presencia del primer mandatario en la ceremonia inaugural se mantuvo publicada en la agenda presidencial hasta pocas horas antes de que se suspendiera.

A mitad de semana, después de que Fernández participara con pocas y estudiadas palabras en un pequeño acto en la Residencia de Olivos, donde promulgó una ley en favor de los bomberos voluntarios, el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, explicó frente a los periodistas acreditados en Casa Rosada, que la ordenanza que aprobó la legislatura de su terruño (Avellaneda), para expropiar tierras ociosas, era similar a la que se votó en Mar del Plata (gobernada por el PRO), que tiene legitimidad constitucional y la finalidad de generar desarrollo sin perjudicar a los privados, afirmó, en un intento por aliviar las críticas de algunos líderes de opinión que hicieron una analogía entre el Chavismo, las palabras de Fernández (con respecto a que “no tiene sentido tener tierras improductivas cuando alguien está necesitando un terreno”), y la iniciativa del titular de Hábitat.

En ese contexto, Marco Lavagna desde el INDEC arrojó las cifras de inflación esperadas por la jerarquía gubernamental, que de todos modos se mostró preocupada por el 3,3 por ciento del pasado mes de mayo. Algo que indica que, pese a todas las medidas tomadas, la suba de los alimentos no cesa y acumula un 48,8% interanual.

Para rematar los cinco días en que se intentó cuidar la figura presidencial y frenar la caída de su imagen, todavía faltaba otra prueba de fuego, una que también terminó con sabor amargo. La llegada de Fernández a Salta el miércoles a la noche, para iniciar los homenajes al General Martín Miguel de Güemes (al cumplirse el Bicentenario de su muerte), empezaron con una vigilia complicada. A tres cuadras de donde se hallaban las autoridades, una masiva movilización repudiaba la visita del jefe de Estado: con carteles que pedían “que se vaya” y un fuerte bocinazo, los salteños criticaron la gestión del FdT en las calles. Otra vez los WhatsApp de los voceros del titular del Poder Ejecutivo negaban lo que estaba sucediendo a metros de donde se encontraban.

Para una fuente con despacho en el palacio de Gobierno, “la idea de profesionalizar la comunicación del Presidente está siendo confundida con esperar a que pase la tormenta para seguir la misma línea de obsecuencia que hasta ahora”. Esa que nos muestra a un mandatario que es vocero de sí mismo, y en consecuencia, esclavo de sus palabras. 

Fuente: Juan Pablo Peralta para Política y Medios (PYM)

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