Hoy estuve cubriendo para Radio América el Seminario Económico desarrollado en el Hotel Sheraton de Buenos Aires en el que hablaron Cristina Fernández y Lula Da Silva. Había alrededor de setecientos empresarios argentinos y unos 370 brasileños. La experiencia me hizo acordar que hace unas semanas escuchaba en radio a un economista que opinaba que el Mercado Común del Sur como tal, no existe más. Atribuía su teoría, entre otras cosas, a las asímetrias entre los países que lo integran, hasta en sus socios más grandes, Argentina y Brasil. En cifras, el Estado Federativo es un monstruo industrial que tiende a fagocitar inevitablemente al resto. Doscientos millones de habitantes, empresas nacionales que han alcanzado tal alto nivel productivo que invierten sus capitales adquiridos en los países de la región, tal es el caso de Petrobrás, Camargo Correa, Bradesco, etc. Siempre se acusó al gigante latinoamericano de ejercer un sub imperialismo en esta zona del mundo y en parte es cierto. La influencia que ha adquirido la ex colonia portuguesa es indiscutible. El llamado intercambio comercial acaba siempre por ser una ola de productos de valor agregado brasileños que invaden a los países vecinos. Porque también hay que decirlo, el país más poderoso del Mercosur es el que tiene los sueldos más bajos y en consecuencia, los mayores índices de pobreza. Esa es la estrategia que la burguesía industrial brasileña se ha impuesto; un paraíso productivo con mano de obra barata, facilidades fiscales y físicas para la instalación de empresas extranjera que sólo beneficia a una minoría social. La pregunta es ¿con ese modelo político y económico conviene asociarnos?. Integrarse implica compartir principios básicos en la conformación y desarrollo de un estado, sino únicamente estaremos hablando de un intercambio comercial desigual.
lunes, 4 de agosto de 2008
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