La revolución silenciosa del hambre se ha convertido en un grito mundial que de Norte a Sur y desde el Este al Oeste del planeta está convulsionando a sociedades muy diversas: opulentas unas y empobrecidas otras, todas ellas se rebelan contra la inseguridad alimentaria que, como espada de Damocles, pende sobre la humanidad.
Según la FAO, en muchos países se han originado revueltas por la carestía sin límite en los precios de los alimentos básicos (arroz, trigo, remolacha, caña de azúcar, soja…): el año pasado en México y Birmania, este año, hasta hoy, en Egipto, Marruecos, Haití, Indonesia, Filipinas, Senegal, Camerún, Burkina Faso y un etcétera de casi 40 países.
Desde la campaña “Derecho a la alimentación. Urgente” que coordina Prosalus se viene destacando la necesidad de garantizar el derecho a la alimentación, lo que significa tres obligaciones básicas para los Estados: respetar, proteger y garantizar ese derecho. Respetar el derecho a la alimentación obliga a los Estados a no adoptar medidas que impidan el acceso a los recursos productivos. Proteger obliga al Estado a velar para que las empresas o los particulares no priven a las personas del acceso a la alimentación adecuada. Garantizar obliga al Estado a potenciar el acceso y la utilización por parte de la población de los recursos que aseguren sus medios de vida, entre ellos, los alimentos. Además, cuando una persona o un colectivo sea incapaz, por razones que escapen a su control, de disfrutar el derecho a la alimentación adecuada por los medios a su alcance, el Estado está obligado a hacer efectivo ese derecho.
¿Qué está pasando? En opinión del periodista Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, el aumento de los precios de los alimentos se debe a cuatro razones fundamentales:
Según la FAO, en muchos países se han originado revueltas por la carestía sin límite en los precios de los alimentos básicos (arroz, trigo, remolacha, caña de azúcar, soja…): el año pasado en México y Birmania, este año, hasta hoy, en Egipto, Marruecos, Haití, Indonesia, Filipinas, Senegal, Camerún, Burkina Faso y un etcétera de casi 40 países.
Desde la campaña “Derecho a la alimentación. Urgente” que coordina Prosalus se viene destacando la necesidad de garantizar el derecho a la alimentación, lo que significa tres obligaciones básicas para los Estados: respetar, proteger y garantizar ese derecho. Respetar el derecho a la alimentación obliga a los Estados a no adoptar medidas que impidan el acceso a los recursos productivos. Proteger obliga al Estado a velar para que las empresas o los particulares no priven a las personas del acceso a la alimentación adecuada. Garantizar obliga al Estado a potenciar el acceso y la utilización por parte de la población de los recursos que aseguren sus medios de vida, entre ellos, los alimentos. Además, cuando una persona o un colectivo sea incapaz, por razones que escapen a su control, de disfrutar el derecho a la alimentación adecuada por los medios a su alcance, el Estado está obligado a hacer efectivo ese derecho.
¿Qué está pasando? En opinión del periodista Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, el aumento de los precios de los alimentos se debe a cuatro razones fundamentales:
1ª) Países emergentes como China, India y Brasil han modificado sus hábitos alimentarios y comen más carne; ya se sabe, también los animales necesitan alimentarse, básicamente de cereales: se estima que para obtener un kg. de carne de vacuno, se necesitan 16 kg. de alimento.
2ª) La producción de agrocarburantes se está realizando “invadiendo” las tierras destinadas hasta hace poco a cultivos para la alimentación humana.
3ª) Encarecimiento del coste de los transportes debido al alza del precio del petróleo.
4ª) La especulación financiera. Actualmente, los fondos de inversión han optado por los productos alimenticios -soja, trigo, arroz y maíz- lo que provoca alzas descomunales. “Se estima que la especulación está causando el 10% de las subidas de los alimentos”,
No hay comentarios:
Publicar un comentario