sábado, 29 de enero de 2022

El entendimiento con el FMI podría producir cambios en la estructura del Gobierno

El fin de semana pasado, desde el entorno presidencial se inició una operación para sacar de Casa Rosada al jefe de Gabinete, Juan Manzur. Quien encabeza la iniciativa es la misma persona que fue apuntada y acusada por Cristina Kirchner de ejercer un permanente lobby mediático contra ella y el sector que capitanea en la coalición gobernante.

La táctica fue dirigida a través de los cotos comunicacionales donde el hombre en ciernes armó un staff de “colaboradores” que siguen sus lineamientos.

Quien observe detenidamente los emisores que lanzaron los misiles que hicieron impacto en la Vicepresidenta y el tucumano, entenderá que el “fuego amigo” en el Frente de Todos sigue bajo el comando de Juan Pablo Biondi y el equipo que mantiene, pese a algunas interferencias del sector que ahora encabeza la portavoz Gabriela Cerruti, en Balcarce 50.

De hecho, el ex funcionario ingresa a la Residencia de Olivos sin problemas, y de vez en cuando aparece en la sede del Ejecutivo para visitar en el despacho del primer piso a su amigo Alberto Fernández, y de paso, hacer uso de su clásica ironía frente a los periodistas acreditados asegurándoles que él “nunca se fue”.

Pese a ese “poderío”, que el Instituto Patria intenta desarticular pero que aún sobrevive, está claro que es el propio jefe de Estado el que sostiene ese dispositivo desde la Secretaría de Comunicación y Prensa de la Presidencia de la Nación.

Pese a cuidar las formas y la diplomacia, el grupo que trabaja alrededor de Manzur, entre ellos la secretaria de Medios y Comunicación Pública de la Nación, Valeria Zapesochny, conoce muy bien el lugar del que proviene la embestida, de hecho, rápida de reflejos, utilizó los mismos cotos “informativos” con el fin de desmentir que su jefe vuelva a Tucumán y deje el despacho que alguna vez ocupó Santiago Cafiero, a quien el “albertismo” sostiene como un virtual ministro coordinador itinerante.

De todos modos, vale decir que fue el propio Manzur quien ató su permanencia en la sede de Gobierno nacional a las negociaciones con el FMI.

La obviedad de la situación llevó al primer Mandatario a sentar al actual jefe de Gabinete en un acto en Morón, al ex ministro de Salud de CFK, quizás buscando aplacar la andanada que muchos integrantes del FdT, cercanos a Fernández, calificaron de “demasiado burda”.

Es cierto que el proyecto “Juan XXIII”, era hasta hace poco, una idea de proyección nacional que buscó opacar la figura del Presidente después de la derrota en las PASO del 12 de septiembre. También es verdad que el vértigo con el que Manzur llegó al palacio gubernamental, buscando mostrar una hiperactividad contraria a las formas del jefe del Ejecutivo, se fue opacando con el correr de los meses.

Hoy por hoy, las numerosas reuniones –muy tempraneras- pasan desapercibidas, y no falta quien con toques humorísticos las califican de “mañanitas manzuristas”.

Juan Manzur junto a Alberto Fernández en Morón. A la derecha de la imagen, el ministro de Educación, Jaime Perczyk.

Lo más grosero de la maniobra fue empezar a instalar el nombre de un posible sucesor. Hablamos del ex ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien dejó el cargo para ir a jugar una senaduría contra el candidato del gobernador santafecino, Omar Perotti. Algo que le generó rispideces con Cristina y Alberto, quien primero lo promovió y después lo dejó solo, hasta que llegó el “indulto” de (y para) ambos.

El hecho objetivo es que el norteño no es considerado tropa propia por ninguno de los dos, pero saben que el tucumano va a pelear por mantenerse en el lugar al que accedió gracias al trance que dejó la lucha interna después de perder en los comicios de medios término, si es que todavía le conviene.

Excepto que el entendimiento alcanzado con el Fondo Monetario le dé la pauta de que es hora de regresar a su pago a contrarrestar la ofensiva de su enemigo íntimo y vice a cargo del Ejecutivo provincial, Osvaldo Jaldo; e intentar dejar la impronta de que en cuatro meses al frente de la jefatura de ministros, cumplió con los objetivos que le permiten subirse a la carrera, y promoverse como candidato presidencial en las Primarias del 2023 que ya postuló Fernández.

En el contexto de estas internas palaciegas, el dólar blue tuvo su peores cuatro jornadas, hasta que este viernes llegó el anuncio del acuerdo con el organismo de crédito mundial, que lo hizo bajar unos 10 pesos (había llegado hasta los $223). Resultó llamativo el extraño análisis que hizo el Gobierno sobre el tema.

Según su lectura, esa suba del billete verde podría llegar a tener impacto en los precios. En ese aspecto, algunos dirigentes frentistas parecen estar alejados de la realidad, y es algo que forma parte de un debate interno, porque las remarcaciones en todos los rubros, en particular en el de los alimentos, nunca se detuvieron.

Ni siquiera con los congelamientos de unos 1400 productos de consumo masivo, que pocos encuentran, igual que a los que integran el programa de Precios Cuidados relanzado hace poco.  De hecho, en su clásica conferencia de prensa de los jueves, la vocera presidencial dio un giro discursivo.

De referirse a las “cuevas” como un “mercado marginal”, afirmó que “si bien no impacta en la economía real el momento en el que esto sucede, y que tiene que ver con una cantidad de variables y con movimientos y expectativas de los mercados financieros, sabemos que en largo plazo termina generando expectativas que impactan en otros órdenes de la economía, con lo cual también el Gobierno tiene una mirada sobre el tema para ver cómo se puede mejorar esa situación”.

El martes, con estridentes fanfarrias, ingresó por la explanada del histórico edificio rosado, el nuevo embajador de los Estados Unidos en el país, Marc Stanley. Después de que el funcionario norteamericano presentara sus cartas credenciales al Presidente, ambos funcionarios mantuvieron un cónclave de más de una hora.

Según se supo, tanto el discurso crítico al FMI de Fernández, al que le pidió que nos deje crecer como nosotros queremos, igual que el del estadounidense, que propaló diatribas al país previas a su asunción, quedaron de lado -al menos puertas afuera- imponiéndose un comunicado formal, donde el representante de Joseph Biden, expresó que “es un honor para mí haber sido elegido para cumplir las tareas de embajador ante un gran país como Argentina”.

Aquello de “hermoso ómnibus turístico al que las ruedas no le están funcionando correctamente”, quedó únicamente en el pasado de los buscadores de Google.

Una buena noticia que pudo difundir la administración central, y que sigue sin reflejarse en el bolsillo de los argentinos debido a la imparable inflación que perjudica el consumo, fue la del crecimiento de la actividad económica del 1,7 por ciento en el mes de noviembre, y que acumuló un alza del 10,3%. A futuro, los analistas, inclusive del propio oficialismo, entienden que va a haber una desaceleración con expansión cercana el 3%.

Asimismo, llegó el esperado llamado a sesiones extraordinarias –entre el 1ro y el 28 de febrero- pero con una sorpresa que ya presagiaba lo que se venía: no formaba parte del paquete el famoso Plan Plurianual, tan vinculado a las negociaciones con el Fondo.

Al respecto, Cerruti manifestó que ese proyecto “tiene que ver con los acuerdos con el staff del FMI y, al haberse dilatado esa negociación, y estar todavía en esa negociación, lo que se va a enviar al Congreso es los entendimientos, los acuerdos, es la carta de intención una vez que estos estén acordados”.

Lo que sí se incorporó entre los 18 temas, es la iniciativa que permitiría modificar la composición del Consejo de la Magistratura.

En esa línea, se mantiene la movilización para pedir la renuncia a la Corte Suprema el próximo martes 2/02, y que es convocada por el sector más duro del kirchnerismo, como el de Alicia Castro Amado Boudou (Soberanos), Miles (Luis D’Elía), por el lado sindical: Pablo Moyano desde la CGTRoberto Baradel (SUTEBA), e inclusive la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño, que a la vez forma de la agrupación de jueces y fiscales “Justicia Legítima”, cercana a la titular del Senado Nacional y jefa política del FdT. Tampoco faltará a la cita el viceministro de Justicia, Juan Martín Mena.

Con ese cuadro, desde Honduras, y en la previa a la asunción de Xiomara Castro de Zelaya, Cristina Kirchner criticó al Poder Judicial, las políticas de ajuste de los organismos de crédito; a los que asoció con los bancos de EE.UU. y los “golpes judiciales”. Advirtiendo que detrás de las políticas de achicamiento del Estado, al no poder fijar las políticas que potencien la salud, educación, y desarrollo en general, “viene el narcotráfico”.

Un combo que en las galerías de Casa de Gobierno fue obviado por el grupo de los moderados albertistas, que pasando por Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) a otros secretarios de segundas y terceras líneas, fue reprobado al discurso de los kirchneristas que pronunciaban la palabra “default”, o sentenciaban que no pagar vencimientos no era algo tan grave.

El jueves por la tarde, el avispero de posibles avenencias con el staff del FMI empezó a llegar desde el escritorio del máximo funcionario de la administración nacional.

La prensa acreditada en la Rosada esperaba ansiosa la salida de algunos de los que participaban de un encuentro entre el primer mandatario, Sergio MassaMartín Guzmán y Juan Manzur. Pese a ello, el que recibió la primicia de lo que iba a suceder al otro día a las 10 de la mañana en la Residencia de Olivos fue un medio cercano al Gobierno.

Los periodistas fueron testigos de cómo a eso de las 18 hs, el helicóptero con Fernández partía hacia la quinta, mientras los invitados al convite (desde el mediodía) se alejaban raudos en sus autos oficiales por la calle Rivadavia. Guzmán fue el único que a pie cruzó Yrigoyen rumbo al quinto piso de la cartera de Hacienda donde siguió trabajando hasta entrada la madrugada.

A la hora que adelantó la vocería presidencial, Alberto Fernández, salió -mediante un discurso grabado en los jardines de Olivos y de poco más de cuatro minutos-, dando a conocer que se había alcanzado un principio de entendimiento con la entidad financiera global.

Fragmento del discurso presidencial.

Allí, prometió que no habrá condicionamientos para la economía argentina y aseguró que el programa acordado no le impone al país un ajuste drástico, y “no restringe, no limita, ni condiciona, los derechos de nuestros jubilados que recuperamos en el año 2020. No nos obliga a una reforma laboral”.

Además, puso de relieve que el incipiente acuerdo “promueve nuestra inversión en obra pública. No nos impone llegar a un déficit cero”, y agregó: “No impacta en los servicios públicos, no relega nuestro gasto social y respeta nuestros planes de inversión en ciencia y tecnología. Además, vamos a poder acceder a nuevos financiamientos, precisamente, porque este acuerdo existe”.

La idea eje que dejó flotando el jefe de Estado fue: “había un problema gravísimo y urgente y ahora tenemos una solución posible y razonable. Es tiempo de unirnos en las soluciones y no de dividirnos en los problemas”.

No faltaron detractores que relacionaron la puesta en escena, a nivel visual, con la del anuncio del “Blindaje” que el ex presidente, Fernando De La Rúa, hizo en diciembre del 2000 en el mismo lugar elegido por los asesores del mandatario.   

Minutos después, Manzur y Guzmán, desde el auditorio del Ministerio de Economía, brindaron -en rueda de prensa- detalles que dejaron dudas tales como el completo aval de Cristina Kirchner a lo pactado, y que todavía debe firmarse con el directorio que encabeza Kristalina Georgieva, además de aprobarse en el Parlamento.

Pasando en limpio, se comprende que el país no tendrá que cumplir con los 19.000 millones de dólares que debía pagar en este 2022 y tendrá una refinanciación de cada vencimiento (stand-by que acordó el macrismo), es decir, recibirá dinero para pagar, pero sumará más intereses al capital.

Es básicamente el pedido de otro préstamo por US$44.500 millones bajo un plan de facilidades extendidas que durará 10 años, junto a otros ítems que, aquello que fue el Grupo Callao, ve de manera positiva y según infieren, llega justo cuando se terminaban las reservas del BCRA.

Lo que genera incertidumbre, es que horas antes de que Fernández emprenda su gira por Rusia, China y Barbados, lo acordado con el FMI no recibe un apoyo público y explícito por parte de los popes kirchneristas.

Juntos por el Cambio sacó un comunicado donde en síntesis considera positivo lo anunciado, pero espera ver el texto definitivo con su letra chica en el Congreso.

La hipótesis es que quizás, la no injerencia del núcleo duro del cristinismo, pertenece a una estrategia propia que lo diferencia de algo en lo que participó puertas adentro y que se develará cuando llegue la hora de votar en ambas cámaras.

Juan Pablo Peralta para Política y Medios (PYM)

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